viernes. 26.07.2024
Martín Torres Gaviria (La Rioja/JM)

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Torres-Remírez | @jostorresremrez    

Cuando entramos en una librería vemos los mismos nombres de siempre. El escritor que da igual lo que escriba porque venderá diez ediciones, la escritora que ha ganado el último premio prestigioso y ese influencer que ha decidido entrar en el mundo literario, sea suyo o no el manuscrito. Antes aún podía haber alguna sorpresa, y más si el librero te conocía bien, ya que caía en tus manos un libro de algún escritor poco conocido. Ahora como las editoriales han decidido ir a tiro fijo, por muy desconocido que sea el autor, la formula es siempre la misma. 

Por todo ello, cuando descubrí “La manivela del viento”, tuve cierta esperanza en la literatura de ficción de nuestro país. Por fin un libro que puede conseguir que se pasen las horas como sus páginas, sin darte cuenta. Porque cuando te lo estás pasando bien, parece que el tiempo se lo lleva el viento. 

“La manivela del viento” es un libro que esconde dos historias que a su vez se componen de la vida de cada uno de sus personajes. El punto de partida no puede ser más confuso. Por un lado, nos muestra la historia de una familia judía en la Holanda del siglo XVII y las desgracias que le acaecen. Por otro lado, en el Madrid de nuestros días se ha cometido el atraco perfecto en la Gran Vía. Con un poco de fe hemos de creer que estas dos historias están relacionadas, pero ¿Cómo? ¿Qué pueden tener en común estas aventuras y personas tan dispares?

Una de las peculiaridades que hacen novedosa a “La manivela del viento” es cómo muestra la historia del pueblo judío, más concretamente, de los sefardíes

Dejando a un lado la conexión, o supuesta conexión, entre las historias, hemos de centrarnos en cada una por separado. Lo primero que cabe decir de ellas es que parecen escritas a cuatro manos, ya que el estilo narrativo de ambas se amolda a lo que estamos leyendo. No se puede narran de la misma manera un romance en el siglo XVII con sus costumbres y sus propias reglas de conducta, que la manera de evadir el estrés de un policía que se enfrenta a un jefe inepto, una superior insaciable y un compañero tocahuevos; y todo ello a ritmo del mejor country posible y unas cuantas dosis de ron que generan cirrosis al propio lector. Y aunque los estilos sean distintos, ninguno de ellos cae en el hastío o la monotonía. El lector no se aburrirá en ninguna de las historias, más bien al contrario, si se toma preferencia por una de ellas, el saltar a la siguiente historia puede hasta impacientarse. 

El salto entre historias no es nuevo en la literatura. No sólo lo ha hecho el padre de “Canción de Hielo y Fuego”, sino que ya lo vimos en “La ciudad y los perros” del inigualable Vargas Llosa. Pero a diferencia del escritor peruano, en este caso al comienzo de cada capítulo el autor nos señala en qué historia estamos. Este recurso narrativo no es un artificio del autor para molestar al lector, sino que la información que nos van dejando los distintos personajes retroalimenta la aventura de otros, como si fuera un canon. Los datos tienen sus ecos y van encajando a la perfección hasta tener una imagen completa al llegar al final. 

Lo que sí podemos señalar como un recurso es el juego comparativo que hay entre las historias. Mientras en una el protagonista es un hombre, en la otra es una mujer. Cuando el malo va por delante, en la siguiente aventura el bueno ha descubierto el juego de su adversario. Un fino e inteligente toque que relaciona más, si cabe, todas las historias.

La nueva esperanza de la literatura de ficción no ha venido de un autor consagrado o de los afamados premios, sino de un autor aficionado como es Martín Torres Gaviria

Una de las peculiaridades que hacen novedosa a “La manivela del viento” es cómo muestra la historia del pueblo judío, más concretamente, de los sefardíes. Aquellos españoles que tuvieron que elegir entre su Dios y su patria y escogieron la fe de sus mayores, pero que ya sea en el siglo XVII o en el XXI aún conservan las llaves de sus casas en Sefarad. Es cierto que de un tiempo a esta parte el Centro Sefarad-Israel y autores de la talla de Esther Bendahan han intentado popularizar esta parte de la historia olvidada de España. Pero en la literatura de ficción no hay muchos ejemplos tan buenos, respetuosos e informados como esta obra.

La nueva esperanza de la literatura de ficción no ha venido de un autor consagrado o de los afamados premios, sino de un autor aficionado como es Martín Torres Gaviria. Un riojano que se asoma por segunda vez a la aventura de escribir una novela. Como dirían los cursis, la literatura periférica asombra de nuevo, demostrando que salirse de los círculos editoriales comerciales es un acierto. Este autor escribe como deberíamos exigir a los escritores que escribieran: por pasión. No pensando en la “formula”, en los críticos o en la posible adaptación por parte de cualquier plataforma. Y así escribe Martín Torres. 

Por supuesto que en las librerías no encontrarán este libro y en cambio les recomendarán “la novela del año” dicho por tal o cual periódico (aunque será la quinta vez que ponen dicho título este mes), pero si bucean un poco por los círculos más marginales, en internet o Amazon, seguro que dan con “La Manivela del viento”, descubriendo una literatura que no les dejará indiferente.

‘La manivela del viento’ o el poder del escritor desconocido