lunes. 29.07.2024
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En el actual mundo globalizado sometido a tantos y tan diversos conflictos y tensiones, la celebración de los Juegos Olímpicos y en especial su inauguración, es una oportunidad única para, aunque sea durante solo 15 días, enviar un mensaje diferente de cooperación.

París y Francia, anfitriones de esta convocatoria del 2024, no han querido desaprovechar la ocasión y han realizado una ceremonia de inicio impresionante y deslumbrante, a pesar de las inclemencias de la persistente lluvia, de los atentados terroristas en vías férreas y de otros problemas logísticos como el apagón nocturno de la noche del sábado.

El cambio radical del formato de la inauguración ha maravillado a cientos de millones de espectadores y ha molestado a sectores muy tradicionales del mundo del deporte y al menos en España, a minorías conservadoras y sobre todo ignorantes, que al criticar la escenografía de una parte dedicada a la moda, han confundido el fantástico cuadro de “La ultima Cena” de Leonardo da Vinci con “El banquete de los dioses” de Jan Van Biljert, pintor barroco holandés del siglo XVII, cuadro de temática basada en la mitología griega y que está expuesto en un museo de la ciudad francesa de Dijon.

Lo primero a resaltar en el diseño de la inauguración es haberla sacado de un recinto deportivo, buscando una mayor y mejor implicación y participación de la ciudadanía. Los habitantes de París y los muchísimos visitantes que habían acudido, pudieron disfrutar en vivo y en directo de una ceremonia artística, cultural, social, audiovisual y política y no exclusivamente deportiva.

Durante más de cuatro horas los organizadores dieron una muestra de creatividad, con una combinación de innovación vanguardista y y recuerdo a lo mucho que ha aportado ese país al desarrollo de la cultura y de la política, y a la vez mostrando el gran patrimonio artístico de una de las ciudades más hermosas (y mejor conservadas y mantenidas) del mundo.

Me llamaron la atención el recorrido por algunos de los libros más emblemáticos de la literatura francesa o la imaginativa referencia a algunos de los cuadros esenciales del Museo del Louvre o los guiños a la diversidad musical desde Lady Gaga o Celine Dione, a Bizet, el gran contratenor Philippe Jaroussky, Aya Nakamura o la versión de “Imagine” de John Lennon.    

Referencias también a los orígenes del cine en Francia, a la vez que una divertida historieta con “Los Minions” (coproducción cinematográfica de Estados Unidos, Francia y Japón), con su atrevido robo de La Gioconda.

Lógicamente no podía faltar la presencia de la industria de la moda, elemento esencial de la actividad económica y social de Francia. Ni tampoco a la danza, aunque quizás estos dos temas fueron algo largos.

Aunque por todas partes se respiraba el orgullo de “La France”, se evitó el chovinismo, al incluir continuamente referencias a otras culturas, sociedades, etnias

Hay que subrayar que, aunque por todas partes se respiraba el orgullo de “La France”, se evitó el chovinismo, al incluir continuamente referencias a otras culturas, sociedades, etnias, etc.

Pero lo mas importante en mi opinión fueron las frecuentes y fundamentales referencias de carácter político y social.

Desde el recuerdo a la Revolución Francesa, María Antonieta incluida, (¿alguien imagina algo parecido en un acto público en nuestro país p.e. sobre la expulsión del Rey Alfonso XIII en 1931?), a la presentación de las estatuas de 10 heroínas de la historia de Francia, con un acentuado perfil feminista, activista, progresista y hasta de izquierdas (incluyendo una anarquista), ¡increíble selección!

La frecuente presencia de símbolos y personas LGTBI a lo largo y ancho de toda la ciudad y de las diversas actividades, fue otra señal de identidad.

Las imágenes, también muy numerosas, de una sociedad pluricultural y pluriétnica, culminando con la emocionante interpretación de “La Marsellesa” por parte de la mezzosoprano Axelle Saint Cirel, nacida en la Isla de Guadalupe. Personas de origen africano, asiático o latinoamericano, abundaban en las imágenes de París y desde luego de las actuaciones que iban jalonando la ceremonia de inauguración.

Los doce mensajes que encabezaban cada apartado, empezando por las tres ideas básicas de la Revolución Francesa, “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, tenían igualmente un profundo contenido de inclusión, cooperación y solidaridad.

El discurso de inauguración de Tony Estanguet, Presidente del Comité Organizador de París 2024, fue también un modelo de sentido común, sensibilidad social y solidaria. Y las palabras del Presidente Macron fueron muy breves y protocolarias; no quiero ni pensar si la ceremonia hubiera tenido lugar en otros países.

Por ultimo la sorpresa del globo receptor de la llama olímpica, fue el colofón de una inauguración brillante que demuestra que, a pesar de sus problemas políticos y sociales la pujanza creativa de Francia ha quedado en evidencia y en la que quizás solo fue algo pesado el largo desfile por el Sena de los barcos con las distintas delegaciones.

Difícil, muy difícil se lo han puesto a la ciudad de Los Ángeles en su celebración del 2028. Esperemos que la esperada presidencia de Kamala Harris contribuya a su mejor desarrollo.

Ojalá los resultados estrictamente deportivos de París 2024 estén a la altura de su diseño e inauguración y muy en especial para que el equipo español vuelva cargado de medallas.

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