miércoles. 16.10.2024

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Marta Olivas 

18 de septiembre de 1814. Congreso de Viena. El ministro austríaco, Klemens von Metternich, ha convocado a los representantes de las principales potencias para intentar apuntalar el absolutismo en Europa tras la revolución napoleónica. Rusia, Austria, Gran Bretaña y Prusia han de repartirse los restos del derrotado imperio francés mientras el resto del continente contempla una reunión a la que no ha sido invitado. Para esas cuatro potencias, la monarquía absoluta es la única alternativa posible a la revolución burguesa. Entre fiestas, lujo y frivolidad, los días pasan y la champaña corre sin que se alcancen conclusiones. El congreso no avanza, el congreso baila. 

La revisión actualizada del teatro histórico para explicar nuestra contemporaneidad plantea una brechtiana contraposición de pasado y presente

El texto de Joan Yago pone a dialogar este suceso histórico, considerado el canto de cisne del Antiguo Régimen, con los inicios del liberalismo económico moderno: el “Nuevo Régimen” que nos gobierna y para el cual tampoco parece haber alternativa. A través de una puesta en escena que recuerda los postulados del mejor teatro épico, la compañía desgrana los momentos clave de aquel encuentro y los presenta al espectador mediados por un personaje raisonneur en forma de voz en off –estupenda Vanessa Segura–. La revisión actualizada del teatro histórico –tan típico de los años cincuenta y sesenta– para explicar nuestra contemporaneidad plantea una brechtiana contraposición de pasado y presente que interpela constantemente al espectador de una manera directa aunque sin resultar del impositiva o panfletaria. De hecho y, a pesar de lo que pudiera parecer por su argumento ­–o por estas palabras tan cursis de quien escribe–, el montaje, dirigido con imaginación por Israel Solà, es profundo sin resultar tedioso y divertido sin caer en lo frívolo. En el último acto, la carga reflexiva termina por eclosionar en una maravillosa catarsis en clave eat the rich de la mano, como no podía ser de otra manera, del personaje que representa a todos los ausentes en el Congreso de Viena, del IBEX y de esos despachos donde se dirime el futuro del Mundo –Dios bendiga a Joan Esteve, que lo interpreta como nadie–. El resto del reparto brilla y el monólogo de Roser Batalla –merecedor del premio Teatre Barcelona 2024 a la mejor interpretación de reparto­– no será olvidado fácilmente por el público. En el aspecto técnico, destacan también la iluminación de Rodrigo Ortega, el diseño del espacio escénico de Bibiana Puigdefàbregas y el vestuario historicista de Albert Pascual. 

Después de haber sido una de las revelaciones de la pasada temporada en el Teatre LliureLe congrès ne marche pas debería jalonar, si hubiera o hubiese justicia en el mundo, el otoño teatral en Madrid, pues es uno de los montajes más interesantes del año. Se trata de una de esas obras gracias a las cuales el espectador recuerda todo lo que el Teatro puede hacer por nosotros y mover dentro de nosotros. 

Siempre hay otra alternativa. 


Creación: La Calòrica
Texto: Joan Yago
Dirección: Israel Solà
Reparto: Roser Batalla, Joan Esteve, Xavi Francés, Aitor Galisteo-Rocher, Esther López, Tamara Ndong, Marc Rius, Carles Roig y Júlia Truyol
Hasta el 20 de octubre de 2024 en el CDN (Teatro Valle-Inclán) 

'Le congrès ne marche pas' en el Teatro Valle-Inclán: la última fiesta del absolutismo