jueves. 18.07.2024

Voto reflexivo

La democracia es un sistema de responsabilidad compartida. Todos debemos contribuir a su caminar porque todos somos cooperantes de su plenitud. Desentenderse de la aportación del propio esfuerzo para delegarlo en los políticos es un error que pagamos muy caro. La democracia soy yo, y tú y tú. Nunca fue un regalo. Entre todos la trajimos a este mundo y todos debemos acunarla, siempre recién nacida, hacia la cúspide.

La democracia es un sistema de responsabilidad compartida. Todos debemos contribuir a su caminar porque todos somos cooperantes de su plenitud. Desentenderse de la aportación del propio esfuerzo para delegarlo en los políticos es un error que pagamos muy caro. La democracia soy yo, y tú y tú. Nunca fue un regalo. Entre todos la trajimos a este mundo y todos debemos acunarla, siempre recién nacida, hacia la cúspide. En el fondo la democracia es amor, preocupación por el bienestar del otro, esfuerzo solidario para que la comunidad en su conjunto viva en libertad, en justicia distributiva y en derechos igualitarios. Es aquello de igualdad, libertad, fraternidad.

Están próximas unas elecciones generales. Los cuatro últimos años del partido en el gobierno le han llevado a una derechización indiscutible. Serán los mercados, Merkel, Sarkozy o la estafa creada por los poderosos de la tierra. Los pobres siguen siendo inocentes, aunque a ellos se les carguen, como siempre, las consecuencias. La historia marcha sobre sus hombros. Encima van las multinacionales acaparadoras de los alimentos básicos, los bancos, usureros de gomina y jet privado, los explotadores que construyen sus propias pirámides. Muchos atribuyen a los empresarios la creación de riqueza cuando en realidad son los trabajadores los que la producen. El empresario no es el que da de comer a veinte familias, sino que son veinte familias las que permiten el lujo del empresario para el que trabajan. La partícula “para” es muy significativa. Y mientras el capitalismo no subvierta el orden seguiremos viendo cómo todos trabajamos en beneficio de unos pocos.

Hubo elecciones en Mayo. En ningún programa figuraba desguazar la educación, la sanidad, los servicios sociales. Cuatro meses después, emerge la privatización de todos ellos. Cuando se privatiza un servicio, se convierte conscientemente en un negocio con la consiguiente pérdida de derechos y su falta de calidad. Se han despedido profesores, se cierran centros de urgencia y ambulatorios, se pide a los facultativos que frenen los ingresos de pacientes y que se den altas en el mínimo tiempo posible, se deja de pagar a las farmacias, se suprimen sindicalistas liberados, se ignora a los dependientes, se donan terrenos y aportan fondos públicos a confesiones religiosas que imponen un retraso mental (sí, retraso mental) por anti histórico a sus alumnos. Piénsese en Comunión y Liberación (Lucía Figar), en los Legionarios de Cristo (una denominación anticristiana si paliativos) en el Opus, modelo de un clasismo descatalogado, etc. Estas elecciones han tirado abajo derechos que han costado muchos esfuerzos conseguirlos. ¿Votaríamos hoy, ante la evidencia de los resultados, lo que votamos en Mayo?

A nadie asusto con la llegada de la derecha al poder. Pero urge pensar, reflexionar y sacar conclusiones. Los políticos son un problema para la ciudadanía. Lo dicen las encuestas. Es cierto que no despejan con su acción la situación que vivimos. Pero que nadie se escude en ellos porque todos somos responsables, por nuestra propia desidia en contribuir con esfuerzo que se nos exige. Hay que repetirlo: la democracia es el resultado de la aportación de todos. Y además, que nadie saque la conclusión de que todos los políticos son iguales. Si así fuera, deberíamos abolir los partidos y clamar por una dictadura que nos imponga por las armas lo que debemos hacer y nos relevara de la responsabilidad d sentirnos hacedores de nuestro futuro. Desanima oír esta afirmación con frecuencia. No es así en absoluto. Unos nos meten en una guerra ilegal y otros nos sacan de ella. Que cada cual recapacite sobre diferencias.

No se trata de pedir el voto para la izquierda, despreciando la legitimidad de la derecha. Más bien se trata de que cada uno reflexione su voto seriamente para no tener que arrepentirse inmediatamente después de las elecciones de lo sembrado en las urnas.

La democracia somos todos. La libertad es una oferta interior que nos interpela. Sólo falta que la amemos con la profundidad que sólo el amor sabe para convertirla en la amante enamorada de la soledad que somos.

Voto reflexivo
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