martes. 16.07.2024
metallica 2

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

Angel Tomás Monedo López |

Recordando el junio de 2003, cuando asistí a ver a Metallica en la antigua Peineta, vuelvo ahora al mismo recinto, pero en su versión modernizada como el estadio Metropolitano, hogar del Atlético de Madrid. En esta ocasión, Metallica se presentó con un escenario circular moderno, con ocho torres que albergaban dos pantallas para transmitir imágenes y sonidos.

La actuación del grupo estadounidense de heavy metal era muy esperada, especialmente porque el formato incluía dos conciertos: el viernes 12 y el domingo 14 de julio, ambos con un setlist diferente. "Somos Metallica y estamos muy agradecidos de que, después de tantos años, podamos seguir tocando ante un público al que adoramos", proclamó el vocalista James Hetfield ante las 65.000 personas que llenaban el estadio, más amplio de lo habitual debido a la estructura 360° del escenario.

El cuarteto, compuesto por Kirk Hammett, Robert Trujillo, Lars Ulrich y James Hetfield, hizo su entrada triunfal por un corredor lateral hacia el enorme escenario central en forma de anillo, al son de "It's a Long Way to the Top (If You Wanna Rock 'n' Roll)" de AC/DC, seguido del clásico "The Ecstasy of Gold" de Ennio Morricone, compuesto para la banda sonora de "El bueno, el feo y el malo".

metallica 3

"Creeping Death" y "Harvester of Sorrow" fueron los temas elegidos para encender la mecha y levantar los puños de su multitudinaria comunidad del rock como un único ente, demostrando por qué Metallica es uno de los padres del thrash metal. Durante aproximadamente 30 minutos no frenaron su acelerado ritmo, sin importar si tocaban un tema de los 2000 como "Cyanide", uno de los 90 como "King Nothing" o el más reciente que da título a su último disco, "72 Seasons".

"Hola, madrileños, esta noche hemos compuesto una canción solo para Madrid, se llama 'Sangría Brain'", bromeaban Hammett y Trujillo antes de improvisar una melodía que el público agradeció con risas por el guiño. Como suele suceder en el Metropolitano, la acústica no favoreció a los artistas, aunque, dado el estilo sucio y potente de su sonido, a los asistentes no pareció importarles demasiado que Hetfield no se entendiera del todo, siempre que la batería y los riffs estuvieran bien presentes.

Otro posible inconveniente del espectáculo fue la pasarela en forma de anillo en el centro del escenario, de unos 30 metros de diámetro, que a menudo quedaba desangelada mientras la banda se concentraba en alguno de sus puntos.

Si la primera mitad del concierto fue una descarga de energía sin medida, la segunda no se quedó atrás, especialmente después del largo pasaje instrumental con "Orion" y, sobre todo, con "Nothing Else Matters". Esta canción, del llamado álbum negro que puso a Metallica en el mapa en 1991, ejerció nuevamente un papel galvanizador, probablemente por contraste con el torrente de energía que la precedió.

metallica 1

Aunque no fue su mejor interpretación del tema (principalmente porque el micrófono de Hetfield le daba un aire robotizado, sin la profundidad de sus graves naturales), el momento escogido, la conexión emocional con el público y la mágica guitarra de Hammett hicieron que se convirtiera en el gran clímax de la noche.

Luego, regresó la potencia con "Sad But True" y "Battery", y más aún con "Fuel", inflamado por la pirotecnia, culminando con el seminal "Seek & Destroy" y la explosión final de "Master of Puppets". El domingo, el segundo asalto prometía más.

Aunque la gira mundial, M72 World Tour, presenta oficialmente su último disco, "72 Seasons", dos noches de concierto con dos setlists diferentes son más que suficientes para recorrer más de cuatro décadas de metal rock, desde "Kill 'Em All". Fue un derroche de rock, tecnificación y una maravillosa conexión con el público. La noche cerró con su gran canción "Master of Puppets", desarrollando una potencia y un efecto de luz y fuego increíbles.

Metallica, derroche de metal y espectáculo en un Metropolitano entregado