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Antonio Descalzo |
Decía hace días Pablo Gil en “El Mundo” que quien no baila es alguien que mira el mundo desde la barrera, alguien desconfiado que juzga, alguien que se conforma, personas con una calculadora en el hueco del corazón… Bien, pues justamente ayer todos saltamos esa barrera y nos dejamos llevar por la exuberancia y el vigor que atesora la salsa del puertorriqueño Gilberto Santa Rosa Cortés (Santurce, San Juan, 1962).
La noche de ayer la completaba el proyecto liderado por Israel Suárez “Piraña” llamado: El mundo del flamenco saluda a Bob Marley. Una propuesta que se estrenó en el pasado festival Rototom de Benicàssim con un rotundo éxito. Se trata de un elenco de músicos formado por José Carmona a la guitarra, el brillante Alex Conde al piano, la cantante Alana Sinkey y la cantaora Noemí Humanes, entre otros muchos. Sonaron grandes éxitos de ambas orillas musicales en formato de a dos; si comenzaba “So much trouble in the world”, le acompañaban los versos de Federico García Lorca en el romance de la luna recordando al maestro Camarón. Si arrancaba “Exodus”, seguidamente se colaban tangos con aires de Estrella Morente.
Una propuesta innovadora, vibrante por momentos, con tonos muy altos a cargo de Noemí, pero tal vez las mezclas no eran del todo redondas para el vasto tamaño del repertorio que incluían. Una versión en español de “Is this love”, “I wanna love you” o “Wisdom” compartieron notas con diferentes palos flamencos en los que participaban letras famosísimas interpretadas por Lole y Manuel, Duquende y tantos otros. En resumen, un nutritivo entrante para el plato principal que nos esperaba más tarde.
Tras un pequeño descanso en el que el público pudo recargar pilas e hidratarse un poco, llegó la actuación de Gilberto, un show audazmente patrocinado por la administración de turismo del gobierno de Puerto Rico. Curiosa forma de comenzar un show musical.
No sé cuántos músicos (dejé de contar al duodécimo) abarrotaban el escenario madrileño para acompañar al cantante boricua, un tremendo panorama en tiempos de sintetizadores y rentabilidades. Finalmente fueron 15: piano, vientos, tumbadoras, timbales, maracas, teclados, coristas…
Arrancó el show con uno de sus míticos éxitos “Amores como el nuestro”. En ese momento ya se pudo sentir la temperatura del público. Prosiguió con “La agarro bajando”, otro éxito de los muchos que bañan los casi cincuenta años de carrera, ganador de dos premios Grammy y más conocido como el “Caballero de la Salsa”.
Gilberto fue saludando a todos los que allí nos congregamos, preguntando por nuestro lugar de procedencia. Empezó dando las gracias a los madrileños y españoles, los menos en número, y continuó por peruanos, ecuatorianos, colombianos y venezolanos, estos últimos, mayoría aplastante. Más tarde tuvo un pequeño guiño hacia el público patrio versionando un tema de Ana Belén, “Derroche”.
A sus casi 62 años, Gilberto nos obsequió con su sencilla forma de bailar cada tema, de componer su musicalidad con el cuerpo y de manejar el ritmo como un “gitano viejo”, sin alharacas y con mucha prestancia. A la salsa romántica que practica le acompañan otros estilos fronterizos como la balada y el bolero, sin olvidar formas más actuales como la mal llamada “música urbana”.
Por un momento, el encargado de las tumbadoras agarró el micrófono y comenzó a lanzar barras improvisadas a las que Gilberto contestaba sin parpadear, una batalla más parecida a los versolaris del País Vasco que a los eventos de Red Bull. Santa Rosa siguió lanzando bombazos como “Vivir sin ella”, “La conciencia” y muchos más, un ejercicio de arte que emocionó por momentos a un público en comunión con el ritmo y “la joda”.
Una actuación como esta bien merece que se incluya en algún evento popular de esos que patrocina el contribuyente, ya que al igual que Loquillo, El Niño de Elche o Putochinomaricón, Gilberto Santa Rosa también es Madrid.
