jueves. 18.07.2024

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La ruptura de los Gobiernos de coalición PP–Vox en cinco Comunidades Autónomas ha sido la gran noticia política de la semana pasada. Es preciso ante todo preguntarse por los móviles que han llevado a Vox a esta ruptura, si bien se debe señalar antes de nada que la ruptura no va a paliar los daños infligidos en materia de violencia de género y de símbolos culturales en estos territorios, pues Vox se apresuró a cobrarse sus exigencias en esta materia y el PP se prestó a otorgárselas.

¿Por qué Vox ha utilizado un pretexto tan débil como el reparto de menores inmigrantes para salirse de cinco Gobiernos de coalición? Se ha especulado con la preocupación de Vox ante el ascenso en las elecciones al Parlamento Europeo del grupo “Se Acabó la Fiesta” (casi novecientos mil votos), que compite desde posiciones más extremas y populistas con Vox, por lo que este último ha querido demostrar su firmeza ante el supuesto entreguismo del PP. También se ha especulado con el endurecimiento ideológico de Vox que, como ya se sabe, ha cambiado de Grupo Parlamentario en el Parlamento Europeo y ha abandonado el Grupo de Conservadores y Reformistas que impulsa la Primera Ministra italiana, Meloni, para integrarse en el otro Grupo de extrema derecha, Patriotas por Europa, más beligerante, más euroescéptico y más próximo a Putin, a Orban y a Trump.

La ruptura no va a paliar los daños infligidos en materia de violencia de género y de símbolos culturales en estos territorios

Nada se puede descartar (ni el endurecimiento ideológico de Vox ni el temor a otros extremistas más radicales), pero el posible móvil de Abascal quizá sea la irrelevancia de sus Consejeros y de sus altos cargos en los Gobiernos del PP. A diferencia del Gobierno de la Nación, los Gobiernos autonómicos tienen un radio de acción limitado por muchas competencias que tengan atribuidas sus respectivas Comunidades Autónomas y el protagonismo lo monopoliza el Presidente autonómico, no sus Consejeros y ni siquiera sus Vicepresidentes. Abascal ha debido llegar a la conclusión de que el rendimiento político de los Gobiernos de coalición va a ser para el PP, pero ante una franja minoritaria de la extrema derecha Vox transmite una imagen de partido acomodaticio y subordinado a Núñez Feijóo. Por no rentabilizar, ni siquiera lo ha podido hacer con los viajes a España del Presidente argentino Milei, de los que se ha apropiado la Presidenta de la Comunidad de Madrid.

Por otra parte, el programa político de Vox es tan huero que, una vez pagado por el PP el peaje de los símbolos culturales y de la violencia de género, de poco se puede vanagloriar este partido ante sus electores de extrema derecha. De modo que Abascal, con el temor de parecer tibio ante la extrema derecha de la extrema derecha, ha preferido abandonar Gobiernos en donde predominaba la hegemonía del PP. El fenómeno no es nuevo en España, pues en Cataluña ocurre lo mismo, y siempre hay un independentista más radical que los demás que reparte certificados de traición o de patriotismo y todos los restantes independentistas se prestan a esa extorsión.

El programa político de Vox es tan huero que, una vez pagado por el PP el peaje de los símbolos culturales y de la violencia de género, de poco se puede vanagloriar

De todas maneras, es más el ruido que los hechos porque Vox no se ha salido de los cientos de Ayuntamientos en donde está coaligado con el PP. Tampoco han dimitido los Presidentes de los Parlamentos autonómicos, que se han caracterizado por su fanatismo e intolerancia ideológica, como la aragonesa Marta Fernández, la valenciana Llanos Massó y el balear Gabriel Le Senne. Mientras persistan los Gobiernos municipales de coalición PP-Vox, el gesto de Abascal ha de tomarse con mucha distancia y hasta se debe dudar de su sinceridad. Porque podría ocurrir que cuando los nuevos Gobiernos del PP en las cinco Comunidades Autónomas (Región de Murcia, Comunidad Valenciana, Castilla y León, Extremadura y Baleares) empiecen a hacer aguas y se paralicen, quizá Vox acuda en su apoyo y volvamos a ver otra vez Gobiernos de coalición PP-Vox. ¿Con qué fin? Para que Vox se cobre un nuevo peaje a costa de valores democráticos, peaje que, como hemos vistos hace un año, el PP paga con gusto y sin mala conciencia. No debemos olvidar que el PP no es un partido conservador democrático de los que todavía hay (cada vez menos) en Europa. Como otros muchos partidos conservadores del continente, el PP juega con la extrema derecha y con valores ajenos a la democracia, como nos lo muestran la política, los valores y las convicciones de Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid. Quiere ello decir que el PP no ha estado, ni estará, a disgusto con Vox, por lo que es posible que dentro de no mucho tiempo, cuando los Gobiernos del PP estén a punto de ahogarse, quizá Vox vuelva a rescatarlos. Es significativo que algunos Presidentes del PP (no todos) mantengan a Consejeros de Vox que no han querido dimitir. Consejeros que no son precisamente demócratas ni centristas, como el ex comunista castellano-leonés Santonja.

El resultado (al menos a corto plazo) de la ruptura de las coaliciones es que en cinco Comunidades Autónomas los Gobiernos conservadores van a estar en minoría y van a tener muy difícil gobernar. El PSOE ya ha advertido que no va a apoyar a esos Gobiernos a fortiori cuando en Extremadura están igualados PSOE y PP, pero el PSOE obtuvo casi siete mil votos más que el PP.

El PP no ha estado, ni estará, a disgusto con Vox, por lo que es posible que dentro de no mucho tiempo, cuando los Gobiernos del PP estén a punto de ahogarse, quizá Vox vuelva a rescatarlos

Núñez Feijóo le gusta mucho pedir elecciones cuando no gobierna, pero quizá sería buena ocasión para disolver esos Parlamentos que hacen ingobernables las Comunidades Autónomas y convocar elecciones regionales. Porque, a diferencia de lo que ocurre con el Gobierno del Presidente Sánchez que cuenta con apoyos suficientes en el Congreso, estos cinco Gobiernos vulneran el principio parlamentario que es un principio esencial en el Estadio democrático español. Estamos ante una situación constitucional novedosa que nunca se había dado en España. Como es sabido, el parlamentarismo (y España es una Monarquía parlamentaria) se funda en el hecho de que el Gobierno disfruta de la confianza del Parlamento para constituirse y para permanecer. Y es la confianza del Parlamento lo que ahora falta en cinco Comunidades Autónomas, por lo que no deberían permanecer más tiempo.

No debemos olvidar que los Estatutos de Autonomía de las cinco Comunidades Autónomas habilitan al Presidente regional a disolver anticipadamente sus Parlamentos, así como a plantear ante los mismos la cuestión de confianza. Los cinco Presidentes disponen de ambas facultades que deberían poner en práctica porque es contrario al principio parlamentario que un Gobierno pierda la confianza de la Cámara y siga actuando como tal. Porque si en cinco Comunidades Autónomas el Gobierno ha perdido la confianza de la mayoría del Parlamento, ¿qué legitimidad política y jurídica tiene para permanecer?

La ruptura de los gobiernos PP-Vox en cinco comunidades