martes. 15.10.2024
PP_Congreso
El portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado, enseñando fotografías de víctimas de ETA del PSOE. (Imagen tomada del diario Público).

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

En su acelerada carrera hacia el nihilismo, el Partido Popular sigue destruyendo los cauces por los que algún día le tocará circular, en cuyo momento los echará de menos. El repugnante circo armadoestos días, en torno a la trasposición de la directiva europea que obliga a computar como propio el tiempo de prisión soportado en cualquier país de la Unión, ha sido el último episodio de esta guerra interminable a la que se refería Almudena Grandes.

La semana pasada ha estado presidida por el cinismo: los populares acusan al Gobierno de haber sido engañados mientras la diputada popular Ana Belén Vázquez dice en la cadena de televisión Cuatro, negándose a pasar por idiota, que sabían perfectamente lo que hacían, y lo explica, además: la trasposición era obligatoria, los abogados de los etarras ganaban recurso tras recurso ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. El diputado también popular José Manuel Velasco riñó al Gobierno en sede parlamentaria por retrasarse tanto en aplicar normativas “que pueden beneficiar a los ciudadanos”. Con razón no los van a cesar: no se dejarían.

Pero todo vale en la cuesta abajo por la que nos despeñan. Individuos que nunca se han enfrentado a un riesgo más elevado que el de ser picado por una avispa acusan a veteranos de la lucha antiterrorista, que tenían que mirar todos los días debajo de su coche por si llevaban pegada una bomba, y que se sentaban siempre de cara a la puerta en los restaurantes, de desprecio a sus propios compañeros, a cuyos funerales fueron, cuyo dolor sufrieron.

La ciudadanía no debe tolerar el chantaje moral que supone verse expuesto semana tras semana al desprecio a todas las normas de convivencia

¿De verdad esto no va acabarse nunca? ¿Nos dicen en serio que se acabará cuando ellos gobiernen, que podremos por fin disfrutar de la paz de los cementerios? La ciudadanía no debe tolerar el chantaje moral que supone verse expuesto semana tras semana al desprecio a todas las normas de convivencia, que por fortuna rigen todavía -insisto, por desgracia, en el todavía- entre los ciudadanos, que se mantienen varios escalones por encima de los que pretenden sus representantes, pero son corroídos día tras día por la desinformación, la hipérbole y, como en este caso, la más descarada de las mentiras.

Una mentira que, además, revela el deseo de una política que jamás pasa página sobre los elementos más negros del pasado, a semejanza de la aplicada durante la inacabable guerra civil de 1936-1975, y que estos individuos desearían que durara siempre. Que no se cierre nunca la página negra del terrorismo, que nos quedamos sin munición. Parafraseando a Hitler, que preguntaba si se habían cumplido sus órdenes de destruir París antes de que volviera a manos aliadas, la pregunta que mueve a los dirigentes de esta lamentable oposición es si arde Madrid.

Qué pena.

¿Arde Madrid?