jueves. 18.07.2024

¿Cómo nos organizamos?

La crisis como cambio de modelo presenta múltiples dimensiones. Una de ellas es la arquitectura institucional. Nuestro mapa institucional se estableció en la Constitución del 78. En ella se definían diferentes niveles organización: estatal, autonómico, provincial y local.

La crisis como cambio de modelo presenta múltiples dimensiones. Una de ellas es la arquitectura institucional. Nuestro mapa institucional se estableció en la Constitución del 78. En ella se definían diferentes niveles organización: estatal, autonómico, provincial y local. Poco preveía el constituyente el nivel europeo del que actualmente están dimanando importantes decisiones que afectan a nuestra cotidianidad: empleo, sanidad, educación. En estos momentos estamos inmersos en una crisis institucional, solo difuminada por las tragedias humanas que estamos viviendo.

En la actualidad, el nivel local, con un fuerte endeudamiento, y al borde de la quiebra en muchos municipios, se encuentra intervenido por el Gobierno de España a través de un reciente Real Decreto Ley. Las Comunidades Autónomas a la que se les transfirieron importantes competencias de política social se encuentran encorsetadas por los límites de gasto que les imponen. Se muestran impotentes para atender las demandas sociales emergentes que la crisis provoca.

La crisis ha convertido a muchas instituciones en meros espejismos o carcasas vacías. En algún caso, a modo de ahorro de costes, surgen propuestas para que algunas sean suprimidas, tales como Diputaciones Provinciales o Senado. Pero lo que es significativo es que muchas instituciones no puedan cumplir el papel asignado de servicio al ciudadano. En esta situación, es preciso repensar nuestro modelo institucional.

Algunos lo están pensando en clave de provocar un nuevo centralismo estatal que a veces lo consideran como una mera reapropiación nostálgica. Otros, sitúan el reto institucional en clave de fractura con el proyecto estatal inculpándole de los déficits sociales. En mi caso, me gustaría que el reto institucional se situara en el de la democracia social. Persiguiendo la reconciliación ciudadana con las instituciones.

Para este propósito de reconciliación ciudadana es preciso emplearse en el federalismo y en el republicanismo cívico. El federalismo no es una ideología, es una forma de entender la política, de aportar soluciones sobre cómo nos organizamos. Pacto, diálogo, cooperación, horizontalidad, geometría variable... son métodos operativos del federalismo. Foedus como pacto entre diferentes para convivir y compartir un mismo espacio. Junto a ello, el republicanismo cívico como aquélla concepción de la vida política que preconiza un orden democrático dependiente de la vigencia de la responsabilidad pública de la ciudadanía. La vuelta al ciudadano, el redescubrimiento de la ciudadanía.

En definitiva, debemos abordar los retos institucionales que el actual modelo de crisis evidencia desde el principio de subsidiariedad que se estableció en la UE por el cual los asuntos se deben solucionar por las autoridades más próximas.

En este contexto, la izquierda debería situarse en un fuerte compromiso por construir ciudadanos, como sujetos con poder político que lo deben ejercer cotidianamente. Ciudadanos que tienen su derecho de pertenencia, respetando lo diverso. Ciudadanos que construyen espacios políticos amplios y fuertes a la medida del fenómeno de la globalización. Porque nunca debemos de olvidar que las instituciones deben responder a las demandas ciudadanas; nunca al revés.

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