lunes. 26.08.2024
El cartel anuncia la financiación, a través del Plan Marshall, de parte de las obras de reconstrucción de Alemania Occidental
El cartel anuncia la financiación, a través del Plan Marshall, de parte de las obras de reconstrucción de Alemania Occidental

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Y para paliar la barbarie cometida en Europa llegó el Plan Marshallpor iniciativa de EE.UU.: el nombre fue tomando del secretario de Estado que lo diseñó, George Marshall. Por iniciativa de EE.UU., en la gran cumbre en París fueron invitados todos los países de Europa a excepción de España, Andorra, San Marino, Mónaco y Liechtenstein, para discutir los términos de la ayuda del Plan. Los británicos y franceses compartían el punto de vista estadounidense sobre los soviéticos y presentaron a Molotov una lista de condiciones que sabían que la URSS no aceptaría. La más importante de dichas condiciones consistía en que cualquier país que se sumase al plan debería someter su situación económica interna al control de organismos o personas extranjeras, un control con el que sabían los soviéticos que no estarían de acuerdo. El representante francés, Georges Bidault y el británico, Ernest Bevin, también insistieron en que cualquier tipo de ayuda debería ir acompañada por la creación de una economía europea unificada, lo cual era enteramente incompatible con la planificación económica soviética. Molotov rechazó la ayuda y abandonó París. Moscú recomendó a los checoslovacos y a los polacos no asistir. La Unión Soviética se negó a participar en el programa para no perder su independencia económica y, como consecuencia, quedaron fuera del plan los países del Este. La alternativa soviética al Plan Marshall fue el Plan Molotov, que consistía en proporcionar ayuda a los países del Este devastados por la guerra y acuerdos comerciales bilaterales; éstos se alinearon con la Unión Soviética. 

Muy pronto se vio la poca importancia que se les dio a los sectores estratégicos europeos; lo que realmente pretendía EE.UU. era favorecer la entrada de empresas estadounidenses

El Plan Marshall comenzó en 1948 y consistió en ayudas económicas por valor de 13.000 millones de dólares para los países destruidos por la guerra: duró cuatro años. Se dieron cantidades mayores a las potencias industriales, ya que la opinión dominante era que su reactivación sería esencial para la prosperidad general de Europa y para comercial con EE.UU. Las naciones aliadas recibieron más de ayuda per cápita que los antiguos miembros del Eje, y de aquellos que se mantuvieron neutrales. El mayor receptor de dinero fue el Reino Unido, que recibió el 26 % del total, seguido de Francia con el 18 % y la nueva Alemania Occidental con el 13 %. Muy pronto se vio la poca importancia que se les dio a los sectores estratégicos europeos; lo que realmente pretendía EE.UU. era favorecer la entrada de empresas estadounidenses. La realidad fue que dichos países se convirtieron en estados clientelares y dependientes de EE.UU. En los últimos años, muchos historiadores han cuestionado tanto las verdaderas motivaciones como la eficacia del Plan. Algunos mantienen que los beneficios del Plan Marshall procedieron de las nuevas políticas librecambistas que promovió el libre comercio y la eliminación de barreras arancelarias. 

Cuando Alemania no pudo pagar las reparaciones de guerra, los estadounidenses ampliaron los préstamos que Alemania había solicitado, una deuda que todavía no había sido restituida cuando entramos en la Segunda Guerra Mundial. Las economías europeas no crecieron al ritmo deseado: el masivo desempleo y la escasez de alimentos provocaron huelgas y disturbios. Antes de la guerra, Europa Occidental dependía de las importaciones de Europa del Este, pero estas rutas comerciales fueron interrumpidas. La situación llegó a ser especialmente preocupante en Alemania: William Clayton informó a Washington que millones de personas se estaban muriendo de hambre. La única gran potencia que no había visto perjudicadas sus infraestructuras fue Estados Unidos, ya que no sufrieron los efectos de la guerra en su territorio. Las reservas de oro estadounidenses seguían intactas, igual que la base agrícola e industrial. Los años de guerra supuso el período de mayor crecimiento económico de toda la historia de Estados Unidos, y sus fábricas de material bélico abastecían tanto a la nación como a los aliados. Todo quedó en la gran casa estadounidense, ya que el Plan Marshall se usó para adquirir materias primas y bienes manufacturados del país benefactor, por lo que el dinero ofrecido por el Plan fue de ida y vuelta. ¿No suena la misma música el procedimiento de antaño con el actual?

Todo quedó en la gran casa estadounidense, ya que el Plan Marshall se usó para adquirir materias primas y bienes manufacturados del país benefactor, por lo que el dinero ofrecido por el Plan fue de ida y vuelta

En 1947, el discurso que dio el viceministro para Asuntos Exteriores soviético, Andrei Vyshinski, ante las Naciones Unidas, afirmaba que el Plan Marshall violaba los principios de las Naciones Unidas. Acusó a los Estados Unidos de intentar imponer su voluntad sobre otros estados independientes, mientras que al mismo tiempo utilizaba la ayuda con sus recursos económicos para las naciones necesitadas como un instrumento de control político.

George Kennan, uno de los principales diseñadores del Plan, preveía el surgimiento de una división bipolar del mundo. Para él, el Plan Marshall era el núcleo central de la contención de la Unión Soviética; las alianzas de la guerra todavía se mantenían, pero la guerra fría no tardaría en comenzar. A EE.UU. le preocupaba la influencia de algunos partidos comunistas con arraigo y base social en el país. Tanto en Francia como en Italia, la pobreza de la posguerra daba alas a dichos partidos, ya que habían desempeñado un papel importante en la resistencia durante la guerra. Dichos partidos tuvieron bastante apoyo popular en las elecciones de la posguerra, especialmente en Francia, y los políticos estadounidenses de la época lo vieron como una amenaza. EE.UU. consideraba que debían establecer una política de contención del comunismo, y para ello debían dar un fuerte apoyo a los países no comunistas sin querían evitar que cayesen bajo la influencia de Moscú. Con dicha estrategia, tenían la convicción de que algunas naciones de la Europa oriental que habían caído bajo la órbita de la Unión Soviética pudieran salirse del bloque soviético. Se había luchado contra el fascismo, ¿pero se había terminado con él? Años antes, Bertolt Brecht alertó sobre el verdadero ser de la ideología:

El fascismo no es, como tanto intentan hacernos creer, una explosión de salvajismo aleatorio, un grupo de hombres que se vuelven locos y deciden tomar el poder pisoteando a quien se ponga por delante. Eso, en todo caso, son sus consecuencias, no sus causas”.

Aparentemente se había vencido el fascismo, pero ni el juicio de Núremberg ni la persecución posterior de los que huyeron a otros países, sobre todo americanos, pudieron cortar el cordón umbilical del pensamiento nazi; sólo cambiaron de lugar para seguir alentado el supremacismo hitleriano. No hay que olvidar que los antecedentes históricos de la llamada, América profunda, tuvieron comportamientos racistas muy parecidos a los que utilizaron los nazis, segregando, persiguiendo, torturando y matando a negros. Y ahí está todavía el Kus klux Klan y otros grupos similares esparcidos por todo el mundo, para terror de propios y extraños.

Del Fascismo al Plan Marshall