lunes. 07.10.2024
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La invasión del Líbano abre un nuevo capítulo de la guerra de Netanyahu sin que se cierre del todo el anterior. En Gaza, a pesar del duro castigo infringido a Hamás, siguen los combates, lo cual indica que Hamás no ha sido aniquilada y todavía mantiene rehenes en su poder. El primer capítulo de la guerra de Netanyahu se salda, por ahora, con un enorme castigo a Hamás, incluido el asesinato de su líder, pero sin haber alcanzado los objetivos declarados. Lo que es peor, la devastación y, sobre todo, los crímenes de guerra perpetrados por Israel han hecho que buena parte de la opinión pública se vuelva en su contra y exija la tregua. 

Dice Harari que el gobierno de Netanyahu es una mezcla de corruptos y fanáticos mesiánicos. Su objetivo es la creación de un estado judio desde el río hasta el mar. Se trata de un gobierno nacionalista extremista, racista y reaccionario, que pertenece a la clase de la extrema derecha que tanto prolifera en estos tiempos. Es curioso observar que el nazismo de los años 30 fué brutalmente antisemita pero el moderno fascismo es, hoy, básicamente antimusulmán.

El nazismo de los años 30 fué brutalmente antisemita pero el moderno fascismo es, hoy, básicamente antimusulmán

Todas los intentos de poner fin a la guerra de Gaza o, al menos, alcanzar una tregua, han acabado en fracaso. Tal sucede porque el primer interesado en que la guerra no acabe es el propio Netanyahu. Por la sencilla razón de que, cuando acabe la guerra se enfrentará a un proceso por corrupción y a la exigencia de responsabilidades por el gigantesco fallo de previsión que supuso el atentado de hace un año. Vista la espectacular capacidad de infiltración israelí en las organizaciones islamistas, se hace difícil creer  que el gobierno israelí no estuviera avisado con antelación de aquel atentado. Lo que es claro es que el atentado de Hamás le vino de perlas a Netanyahu para desencadenar su guerra, invocando el derecho a la defensa propia. A estas alturas, es evidente que Israel ha ido mucho más allá de su legítima defensa, causando la muerte a más de 40.000 ciudadanos de Gaza y destruyendo toda la infraestructura de la franja. Israel ha conculcado el derecho internacional humanitario de una forma bárbara e inhumana y Netanyahu está siendo acusado de crímenes de guerra. 

La guerra de Netanyahu no es una guerra guiada por el principio de la legítima defensa ni tampoco es una respuesta medida y proporcionada al brutal ataque de Hamás. Desde la tribuna de la ONU, Netanyahu ha presentado dos mapas: en el primer mapa se muestran los malos: Irán, Iraq, Siria y Líbano. En el segundo mapa, los buenos: Israel, Arabia Saudí, Jordania, Egipto y Sudán. Netanyahu quiere imponer a cañonazos un nuevo orden en Oriente Medio que en, sustancia, suponga el cambio de régimen en Irán y la destrucción de todas las milicias apoyadas por la República islámica. Por cierto, en ninguno de los mapas aparecían Gaza y Cisjordania, subsumidos en Israel. Ni rastro de Palestina o de los palestinos en el nuevo orden que Netanyahu quiere establecer. Desde la tribuna de la ONU, Netanyahu ha definido su guerra: él es el caudillo que va a destruir el bloque de los malos. El paso que ha dado invadiendo Líbano es transformar una guerra localizada en Gaza en una guerra regional.

En cierto modo la masacre de Gaza y la extensión del conflicto es una contribución de Netanyahu a la campaña de Trump

Otra razón de peso para que la guerra no acabe es que Netanyahu espera el resultado de las elecciones norteamericanas. En cierto modo la masacre de Gaza y la extensión del conflicto es una contribución de Netanyahu a la campaña electoral de Trump, porque deteriora la imagen de Biden. Resulta fascinante observar que Netanyahu no hace ni puto caso a los reiterados intentos de Biden de parar la guerra en Gaza y de prevenir su ampliación. La influencia de la gran potencia americana en el gobierno israelí es cercana a cero. A pesar de lo cual, EEUU le sigue suministrando toda la ayuda militar necesaria. Y Harris está en la incómoda posición de ver como pierde votos por dos lados a la vez. Parece que Netanyahu está haciendo todo lo posible para que gane Trump. 

La guerra de Netanyahu ha pasado de ser una operación de venganza y exterminio de Hamás a ser una guerra contra Irán y el eje del mal que dirigen los ayatolas. En esta nueva fase Netanyahu necesita no solo el suministro de armas por parte de EEUU sino involucrar al ejército norteamericano en la guerra, algo de lo que huye el gobierno americano. Biden llama a parar la guerra del Líbano y a desescalar el conflicto pero a la vez, está desplegando más y más tropas en el área. Y ha participado ya activamente en la defensa antimisil de Israel. Los ayatolas, por su parte, llaman a la unidad de todos los musulmanes contra el enemigo común, con poco éxito, porque los países suníes mantienen una retórica pro palestina, pero en la práctica, no les parece nada mal que Israel machaque a las milicias chiitas. No es realista esperar que en la guerra entre Israel e Irán tomen partido por Irán. Y sin la colaboración de los otros países musulmanes, Irán no puede ganar esta guerra. Por eso los ayatolas muestran contención y hacen equilibrios entre responder a las demandas de Hamás y Hezbolá (abrumados bajo el fuego israelí) de atacar a Israel pero hacerlo de forma que no se desemboque en la guerra total. Es evidente que Irán no esta por la labor de una guerra total. Pero me temo que no es la posición de Netanyahu.

Israel es una democracia que viola flagrantemente los derechos humanos y el derecho internacional

En esta nueva fase de la guerra, la derecha europea está destilando la idea de que es una guerra entre una democracia y un estado teocrático (Irán) con sus milicias terroristas por delante. Israel es una democracia que viola flagrantemente los derechos humanos y el derecho internacional. De un análisis así, se desprendería el apoyo incondicional a Israel. Pero la evidencia dice que la influencia de la UE o de la ONU en el gobierno israelí es nula. Más aún, en el nuevo orden que surja en Oriente Medio la UE no va a pintar nada en absoluto. Así es que la derecha (y menos aún la izquierda) quiere verse involucrada en esta guerra.

La izquierda apuesta por parar la guerra cuanto antes y aplica, después, la solución de los dos estados al conflicto palestino. En esto, me parece que la posición del gobierno español es impecable. Algunos piden que, además, se deje de vender armas a Israel, pero tal y como están las cosas, este asunto es intrascendente.

Una de las variantes de la guerra de Netanyahu es que si éste lleva la guerra contra Irán al terreno económico, acabemos teniendo una grave crisis energética. Así es que hay que estar atentos a la respuesta de Israel y a lo que suceda en el estrecho de Ormuz.

La guerra de Netanyahu