miércoles. 02.10.2024
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Tropas israelíes en el Líbano, 1982.

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Guerra de guerrillas no es una expresión que suela emplearse en el ámbito de la geopolítica. Como modalidad de combate que es, es más propia de la literatura y los análisis militares.

Sin embargo, la necesidad de tener que etiquetar de alguna forma el conflicto en el Cercano Oriente al que llevamos asistiendo desde 1973 (guerra del Yom Kippur), momento en el que las potencias árabes del área, derrotadas por tercera vez por Israel en menos de treinta años (1947-48, 1967 y 1973), deciden sacar de sus agendas de seguridad el problema de la colonización judía de Palestina, me ha hecho recordar a una guerra de guerrillas en función de una serie de parámetros característicos de este tipo de guerra. 

Una guerra de guerrillas es siempre la del débil frente al fuerte, la del pobre frente al rico o la del mejor armado frente al peor

Una guerra de guerrillas es siempre la del débil frente al fuerte, lo cual es perfectamente traducible como la del (más) pobre frente al (más) rico o también la del mejor armado frente al peor armado. Algo que podemos ver en el ya dilatado enfrentamiento de Israel contra las diversas milicias palestinas, libanesas, sirias e iraquíes y, más recientemente, frente a las fuerzas armadas iraníes y yemeníes hutíes, que con diferentes modalidades las sustentan y apoyan. Un enfrentamiento en el que Israel tampoco combate aislado, sino sólida y permanentemente apoyado, informado y abastecido por Estados Unidos y otros países del llamado bloque occidental u OTAN+. Por mucho que Irán intente sostener y abastecer a sus aliados (las citadas milicias) en el llamado Eje de Resistencia, su capacidad no puede ni siquiera intentar aproximarse a la de ese complejo militar-tecnológico que conocemos como OTAN+ (que incluye, como no podía ser de otra manera, al propio Israel). Lo cual redunda en beneficio de la ya superioridad económica, tecnológica y armamentística de Israel sobre sus contrincantes.

En una guerra de guerrillas, los frentes de combate son borrosos y cambiantes. En el Cercano Oriente, algunos pueden ser más o menos bien establecidos; por ejemplo, la frontera líbano-israelí, que acaba de ser violada físicamente (1 de octubre) y por bombardeos recíprocos desde hace prácticamente un año (desde octubre de 2023, tras el golpe de mano palestino Tormenta de al-Aqsa del 7 de dicho mes) o la línea de demarcación que separa, desde 2005, la franja de Gaza de Israel, hoy día superada por la ocupación israelí (Operación Espadas de Hierro) de dicha Franja.

Pero dónde está el frente en Irak, Siria, Yemen o incluso el propio Irán, cuyos territorios son de vez en cuando bombardeados por Israel, que a su vez es también bombardeado por algunos de ellos (con bastante menor éxito, debido a su bastante menor capacidad de combate). Dónde está el frente en la franja de Gaza y en Cisjordania, donde la Fuerzas de Defensa israelíes campan por sus respetos combatiendo en función de la Doctrina Dahiya, que establece que en el combate en zonas urbanas se debe emplear una fuerza masiva, desproporcionada, que no discrimine entre objetivos militares y civiles, con el doble objetivo de reforzar la disuasión y lograr una victoria definitiva cuanto antes, resumible como “frente a la población civil, individual o masiva, primero disparar y después comprobar”.

Históricamente las guerras de guerrillas han sido siempre de bastante mayor duración que las convencionales

Históricamente las guerras de guerrillas han sido siempre de bastante mayor duración que las convencionales. Sólo a título de ejemplo, las dos guerras mundiales duraron cuatro (1914-1918) y seis años (1939-1945) respectivamente, la Guerra Civil española, tres (1936-1939) y las guerras árabo israelíes, un año (1948-1949) la de Independencia de Israel, diez días la Guerra del Sinaí (1956), seis días como su nombre indica la de los Seis Días (1967) y veinte días la del Yom Kippur (1973). La guerra israelo-palestina, hoy día evolucionada a enfrentamiento entre Israel y el Eje de Resistencia, lleva ya cincuenta y un años (1973-2004), sin que haya, hoy por hoy, visos de finalización.

Sin que haya, hoy por hoy, visos de finalización, entre otras razones por su carácter de guerra colonial, de ocupación progresiva por Israel del territorio palestino y de desarraigo progresivo de la población palestina, a la que se va forzando a través de sucesivas “nakbas”: expulsión forzada por Israel de palestinos de sus tierras y propiedades sin compensación ni posibilidad de regreso. La primera Nakba, traducible como catástrofe, que da nombre al fenómeno, fue la de 1949 tras la Guerra de Independencia de Israel, que redujo el territorio palestino del 45% del Mandato Británico establecido en el reparto comandado por la ONU (1947), al 22%. A día de hoy ni siquiera eso: no existe verdadero territorio político palestino, ya que la Franja de Gaza, que ha gozado de una cierta autonomía entre 2005 y 2023, hoy día está ocupada, y Cisjordania dividida en zonas desde los Acuerdos de Oslo (1993-1995): la A, 18% del territorio, bajo control administrativo (que no jurídico-político) y de seguridad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP); la B, 22% del territorio, bajo control administrativo de la ANP y control militar israelí; y la C, 40% del territorio, bajo el control administrativo y militar de Israel.

En una guerra de guerrillas no hay posibilidad de un acuerdo de paz formal y definitivo

Por último, en una guerra de guerrillas no hay posibilidad de un acuerdo de paz formal y definitivo. Dos países en guerra o dos bandos enfrentados en guerra civil pueden llegar a acordar un estatus final, que no tiene por qué implicar la desaparición de uno de ellos, aunque el otro haya conseguido los objetivos políticos pretendidos. Una guerra de guerrillas sólo puede acabar con la desaparición física o política de la guerrilla o con el fin de la existencia del poder nacional u ocupante como tal poder. Si la guerrilla no desaparece, sólo queda agazapada, la guerra, aunque sea latente, no desaparece.

Es lo que estamos viendo en el Cercano Oriente, en donde el juego de fondo es la desaparición de Israel, del Israel racista y colonialista que se autodenomina Estado judío y pretende terminar expulsando a todos los palestinos, o la desaparición (expulsión) de los palestinos de Palestina. Un juego de suma cero, como son en general todas las guerras de guerrillas. Quizás, por eso, me vino a la mente la imagen de las guerras de guerrilla al pensar si habría alguna posibilidad de resolución a los conflictos israelo-palestino e israelo-Frente de Resistencia. Parece ser que no la hay a corto (y a lo peor, ni siquiera a medio) plazo. Desgraciadamente.

Guerra de guerrillas en el Cercano Oriente