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James Fernández Cardozo |
Las intenciones y acciones de las personas y organizaciones, incluidas las de los Estados, se inscriben en procesos de manipulación discursiva. Según la semiótica discursiva de París, en la manipulación se busca que otro actúe de cierta manera o se abstenga de hacerlo. La semiótica ha estudiado diversas modalidades de manipulación discursiva, entre las cuales se encuentran la intimidación, la tentación, la provocación y la seducción. Sin embargo, es pertinente postular otras formas de manipulación que tienen una doble faz: la culpabilización y la victimización.
En el caso de la culpabilización, el manipulador increpa moralmente al manipulado por su acción u omisión respecto a un estatuto moral preestablecido. Se le dice al manipulado: "Eres el culpable de vulnerar un bien jurídico que es mío". Por otro lado, en la victimización, el manipulador se presenta como un sujeto que injustamente padece una restricción, afirmando: "Es injusto lo que hacen conmigo".
Desde la creación del Estado de Israel en 1948 se ha sostenido una ocupación del territorio palestino que ha exacerbado las tensiones en el Oriente Medio
Desde la creación del Estado de Israel en 1948, en un contexto marcado por la culpabilización de los aliados de la Segunda Guerra Mundial por no haber defendido al pueblo judío de manera adecuada contra el régimen nazi, se ha sostenido una ocupación del territorio palestino que ha exacerbado las tensiones en el Oriente Medio. La Resolución 181 de la ONU, adoptada el 29 de noviembre de 1947, recomendó la partición de Palestina, un plan que nunca fue aceptado por la población árabe local y que condujo a la primera guerra árabe-israelí en 1948, resultando en el desplazamiento de cientos de miles de palestinos.
En octubre de 2023, el movimiento islámico radical Hamás perpetró un ataque devastador contra civiles inocentes, en su mayoría jóvenes que asistían a un festival de música. Este acto de violencia pone de relieve el peligro de la radicalización de ideologías religiosas que excluyen la pluralidad y la tolerancia espiritual.
Sin embargo, Israel rápidamente utilizó esta circunstancia para ejercer su actividad de culpabilización contra Hamás. En lugar de recurrir a los organismos internacionales, como el Consejo de Seguridad de la ONU o la Corte Penal Internacional (CPI), que regulan conductas y protegen los derechos humanos, Israel emprendió una ofensiva militar que ha resultado en más de 40,000 muertes civiles, incluidos miles de niños. Esta ofensiva busca mantener y expandir la ocupación que comenzó tras la guerra de 1967, cuando Israel ocupó Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, en contravención de las Resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad que exigen la retirada de las fuerzas israelíes de los territorios ocupados.
Ante el rechazo internacional, Israel ha optado por la manipulación discursiva de la victimización
El rechazo internacional, especialmente por parte de la ONU y organizaciones de derechos humanos, no se hizo esperar. Ante estas críticas, Israel optó por el segundo eje de manipulación discursiva: la victimización. Acusó a quienes lo reprochaban de conductas antisemitas, lo cual es un error. Si bien es indudable que el pueblo judío sufrió terriblemente durante el Holocausto nazi, también es cierto que ha estado atrapado políticamente por una ortodoxia de ultraderecha, de la cual Benjamin Netanyahu se ha valido para mantenerse en el poder.
El reproche a una invasión, como la ocurrida en Gaza o la reciente contra Líbano, no constituye conductas antisemitas, sino respuestas legítimas a las actitudes belicosas de Israel, que socavan la diplomacia y el derecho internacional, convirtiéndose en un mal ejemplo para otros Estados que contemplan invadir a sus vecinos.
Es este eje de culpabilización y victimización el que discursivamente Israel puede utilizar para justificar una nueva invasión del territorio libanés, perpetuando así un ciclo de violencia y conflicto que ha marcado la historia de la región.
