lunes. 19.08.2024

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El pasado 6 de agosto, Ucrania lanzó un inesperado ataque en territorio ruso, cruzando la frontera entre ambos países desde al óblast ucraniano de Sumy al óblast ruso de Kursk, justo al noroeste del centro de gravedad de la ofensiva rusa sobre el óblast ucraniano de Járkov (conocido como “frente de Járkov” o “frente norte”) iniciada el pasado mes de mayo como complemento de los llamados “frentes orientales” de Jerson/Zaporiyia (al sur) y, sobre todo, de Bajmut/Donetsk (al norte).

No es la primera vez que se producen estos intentos de contraataques en esta zona, pero hasta ahora sólo habían sido escaramuzas llevadas a cabo fundamentalmente por disidentes o mercenarios rusos, con apoyos del Ejército ucraniano desde territorio ucraniano, que pudieron ser rechazados o neutralizados con relativa facilidad y prontitud.

Estados Unidos pretendió en un principio no estar enterado de la incursión, pero Biden, en uno de sus lapsus, admitió el conocimiento y apoyo estadounidense a la operación y a su preparación

No parece, sin embargo, ser el caso en esta ocasión, como demuestra la duración que el mismo está teniendo, la profundidad que está alcanzando, la respuesta rusa que está exigiendo y el reconocimiento explícito de que son fuerzas mecanizadas regulares ucranianas las que lo están llevando a cabo, utilizando, incluso, armamento occidental cedido, aunque sea desde territorio ucraniano, como, por ejemplo los cohetes de alta movilidad HIMARS, utilizados para destruir uno de los puentes sobre el río Seim. En concreto, el Gobierno canadiense ha autorizado públicamente a Ucrania a utilizar los equipos militares donados por Canadá en territorio ruso (¿lo habría autorizado públicamente, si no supiera que los Estados Unidos lo han autorizado ya también y empieza a ser un hecho consumado normalizado?). 

Estados Unidos pretendió en un principio no estar enterado de la incursión, pero el propio presidente Biden, en uno de sus cada vez más frecuentes lapsus, admitió el conocimiento y apoyo estadounidense a la operación y a su preparación.

Todo lo cual supone, sin duda, un salto cualitativo: la OTAN (¿los países de la OTAN?) están combatiendo en territorio ruso, ya que lo hace su armamento, aunque esté manejado por personal ucraniano (¿sin asesores ni instructores del país propietario del mismo?). 

¿No vulneran estos procedimientos el Derecho Internacional, la inviolabilidad de las fronteras? ¿Dónde empieza la guerra y se pasa de país donante a país beligerante y de país beligerante a país participante, combatiente? 

La OTAN (¿los países de la OTAN?) están combatiendo en territorio ruso, ya que lo hace su armamento, aunque esté manejado por personal ucraniano

Se habla ya de una penetración de 12 km (en algún punto, como el avance hacia la localidad de Korenev de hasta 30 km) en un frente de 40 km, lo que implicaría una ocupación de entre quinientos a mil kilómetros cuadrados, con una fuerza de unos 15.000 efectivos (se citan 15 brigadas acorazadas/mecanizadas), aunque también parece que el avance se está ralentizando debido a la reacción rusa y a la llegada de unidades rusas de refuerzo al área. En cualquier caso, el Gobierno ucraniano habla de crear algún tipo de administración civil y militar en el terreno conquistado.

La reacción de Rusia, cogida por sorpresa por el eficaz y bien planeado y ejecutado “golpe de mano” ucraniano, ha consistido en la declaración de una “operación antiterrorista” en el óblast de Kursk y en sus vecinos de Bélgorod y Brinks y el envío al área de tropas para llevarla a cabo, que todavía no está claro si están extraídas de los frentes de combate (Járkov, Bajmut/Donetsk y Jerson/Zaporiyia, donde no sobran precisamente) o de otras guarniciones del interior del país.

La adopción de considerar este “socorro” a la zona invadida (y posibles aledaños) de “operación antiterrorista” parece tener un doble objetivo. En primer lugar, no admitir oficialmente que el país ha sido invadido por fuerzas extranjeras(¡sólo son terroristas!) y, fundamentalmente, dotarse legalmente de instrumentos de “combate” que autorizan las leyes antiterroristas (rusas e internacionales), pero claramente prohibidas por las leyes de la guerra y el Derecho Internacional Humanitario. Es decir, ese tipo de subterfugios tan frecuente en las guerras actuales desde que Estados Unidos inventó en 2001 la indefinible y terriblemente imprecisa “guerra al terrorismo” (que vale lo mismo para un roto que para un descosido).

Además, en el plano internacional, Rusia ha solicitado una reunión del Consejo de Seguridad para tratar el tema y Bielorrusia ha reforzado su frontera con Ucrania, a la que acusa de violar su espacio aéreo.

En el óblast de Kursk hay una central nuclear en funcionamiento además de la ciudad de Sudzha, donde se encuentra la última estación operativa de distribución de gas natural ruso a Europa. Aunque la Unión Europea asegura que ya no se importa gas ruso por esta vía debido a las sanciones, parece que no es cierto. No lo era, al menos, hasta el pasado 2023, cuyos datos de rendimiento publicados hablan de 14.650 millones de metros cúbicos de gas, más o menos la mitad de las exportaciones de gas natural ruso a Europa. En cualquier caso, la ciudad de Sudha y su área industrial se han convertido en el principal objetivo a conquistar de la incursión ucraniana y en el principal baluarte a mantener de las tropas rusas de refuerzo del área. 

Puede haber una respuesta de carácter político. Ha llegado el momento de las negociaciones y necesito bazas que llevar a la mesa de negociación. Tener territorio ruso en mis manos es una gran baza

Visto el escenario, sólo nos queda preguntarnos por el porqué. Por qué Ucrania ha decidido desencadenar esta ¿incursión? ¿ofensiva? cuando tan escasa de efectivos anda y tan complicado tiene los frentes abiertos del este (el de Jerson/Zaporiyia al sur y el de Bajmut/Donetsk al norte), el del norte en Járkov y el del interior: un territorio devastado, con enormes problemas energéticos y de vida de la población (cada vez más irritada con la guerra y desanimada de ganarla e incluso de continuarla, al parecer).

Puede haber una respuesta de carácter táctico. Si lograse seguir avanzando y ocupando terreno ruso, podría llegar a envolver (girando a la derecha en el momento oportuno) a las fuerzas rusas del frente de Járkov.

Puede haber una respuesta de carácter estratégico. Si lograse seguir avanzando y ocupando terreno ruso, podría llegar a obligar a Rusia a liberar tropas y medios de los otros tres frentes activos, aliviándolos e incluso permitiéndoles volver a tomar la iniciativa.

Puede haber una respuesta de carácter propagandístico (que en parte ya ha conseguido). No estamos perdiendo la guerra. Puedo seguir tomando iniciativas y obligar a Rusia a cambiar sus planes. Es cuestión de tiempo que la ganemos con la ayuda de la OTAN (y sus países miembros) y de la OTAN+.

Puede haber una respuesta de carácter político. Ha llegado el momento de las negociaciones y necesito bazas que llevar a la mesa de negociación. Tener territorio ruso en mis manos es una gran baza. Seguiré avanzando mientras pueda y cuando sea frenado, aceptaré y pediré negociaciones. 

La realidad es, por supuesto, mucho más complicada que esta síntesis. Y la respuesta es probablemente algún tipo de combinación de las cuatro o de algunas de las cuatro. O no.

La respuesta nos la dirá la historia (futura). Mientras tanto, cada cual puede elegir la combinación que más le convenza (o le interese). 

Incursión ucraniana en la región de Kursk