lunes. 19.08.2024

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Todas las muertes producto de las guerras absurdas y producidas por el egocentrismo ansioso de un poder político y social de unos dirigentes que dejan mucho que desear de llamarse seres humanos, son irracionales e injustificables. Que cientos de miles de inocentes paguen las consecuencias egolatras, narcisistas, carentes de honestidad y sobretodo cargadas de odio de unos pocos ciudadanos, que solo por sus hechos demuestran todo lo malo y perverso que puede llegar un ser humano, cuando deja de serlo y se convierte en un animal depredador cargado de malos instintos y crueldad; es triste y difícil de comprender y aceptar. Pero si a estas muertes innecesarias, inocentes y crueles le añadimos que todavía son seres humanos en formación, de escasa edad y todavía con derecho a vivir mucha vida, todavía puede ser más cruel, indigno y necesario que el resto de los seres humanos que lo vemos, observamos y leemos, nos debe dar pie a decir ya: “basta” y nos debe obligar a proponer soluciones, salir a la calle: para gritar, exigir a los gobiernos y sus dirigentes que así no se hacen las democracias, que el ser humano tiene un derecho: la vida, y que nadie, nadie, por muy narcisista, ególatra, poderoso y utilizando sus crueles conflictos ,sus absurdas acciones para conseguir el poder, su estatus social, puede destruir y más cuando ese poder no lo ha podido alcanzar por los medios nobles de unas elecciones, un dialogo y comportamiento como ser humano honesto y cargado de humildad, sino que lo ha conseguido generando un odio genocida y sobretodo lo peor de todo es que nadie, nadie puede obligar a matar a otro con el objetivo de humillar y provocar miedo.

Este es el relato de un niño soldado, de los cientos que son obligados a matar y conocer la crueldad de matar siendo un niño

Este relato, que adjunto a estas palabras, refleja la realidad que mucha gente desconoce y lo peor que no quiere saber, pero que es necesario que la ciudadanía sepa: en muchos países de África y algunos de Asia y América muchos niños y niñas, como denuncian algunas Ongs son obligados a ser soldados y entrenados para matar y las niñas son tratadas como objetos sexuales. ¿Realmente la sociedad podemos permitir esto y que incluso algunos países vendan armas o permitan a esos países esas crueldades solo para así recibir: ¿compensaciones económicas, obtener y utilizar los recursos naturales primarios que les van a servir para realizar grandes negocios cuando sean elaborados y a la vez enriquecer más a aquellos que gozan de una gran riqueza? Recordemos que el 80% de la riqueza mundial la ostenta unos pocos y lo peor, es que algunos, con la explotación y utilización de niños y niñas, ya sea como soldados, esclavos laborales o esclavos sexuales. ¿Vamos a permitir que esto continúe?

Este es el relato de un niño soldado, de los cientos que son obligados a matar y conocer la crueldad de matar siendo un niño.

“Me llamo Salad, tengo 9 años, desde hace un año, unos hombres fuertemente armados entraron en mi aldea y sin decir nada dispararon una y otra vez a todo lo que se movía, fueran personas o animales. Cuando después de unos minutos de caos, de correr de un lado para otro por nuestra aldea, todos los que residíamos en ella. Los disparos cesaron y en el silencio solo se rompía por los lamentos de aquellos que estaban heridos y por los gritos de lamento de aquellos que estaban junto a los que, por desgracia, los disparos les había destruido lo más valioso que tenían su vida. Pero por desgracia, yo pensaba que, tras esto, los hombres se irían, pero no fue así. A los que quedábamos vivos, sin heridas, nos reunieron en el centro de la aldea y nos juntaron por familias. Una vez hecho esto nos separaron a los niños y las niñas del grupo. El que mandaba del grupo, cogió, una a una de las niñas más mayores tendría unos 12 años, y después de manosearlas, fue llamando a varios hombres y les indico algo en las orejas. Los hombres rieron y cogieron a cada una de las niñas y se metieron en las pocas chozas que quedaban en pie de la aldea. Durante unos minutos solo oíamos gritos, grandes sollozos que salían de esas chozas, mientras que los que nos rodeaban se reían a carcajadas de nosotros. Tras unos minutos, se oyeron unos disparos, y solo dos niñas salieron de las chozas, de 9 que habían entrado. Estas corrieron hacia sus madres, pero antes de llegar a ellas, el que llamaban jefe, volvió a disparar y mató a una de ellas y paro con el fusil a la otra. Una vez hizo esto, nos cogió a 10 de nosotros, ninguno teníamos mas de 10 años y nos dio a todos un fusil".

Si es relato ficción o un relato de la realidad de esta lacra que la sociedad debería erradicar y no permitir mirando hacia otro lado, de ahí mi reiterativa pregunta

Llamó a nuestros familiares, igual que llamo a los de la niña que no fue muerta, ni en la choza, ni tras el disparo y el “jefe” mandó arrodillarse a nuestros padres.

Tras esto, nos obligó a disparar, uno a uno a cada familiar que teníamos al lado. Un amigo que no pudo, el mismo “jefe” le corto el cuello con un cuchillo y levanto la cabeza, lanzando un grito cruel y con una gran carcajada, lo que hizo que todos sus hombres dispararan al aire. Después de ese acto, nos miró y nos volvió a repetir que siguiéramos disparando a nuestros familiares. Yo llorando, temblando: maté, uno, a uno, a cada familiar mío: mi hermana pequeña de 3 años, mi madre, mi padre, mi abuela... Una vez acabado ese acto cruel, los soldados, quemaron las chozas que quedaron y mataron a las personas que quedaban y nos cogieron a los niños y niñas. Caminamos durante días, atados y sin comer hasta que llegamos a un campamento que estaba escondido entre los árboles. Yo no sabía que pasaba allí, en esos momentos, luego, he sabido que las niñas eran violadas, vejadas y humilladas. Las querían solo para abusar de ellas. Al cabo dos meses, nos dieron un fusil y nos indicaron que les siguiéramos. Sigilosamente nos acercamos a una aldea y de pronto empezamos a gritar y disparar, matando a todo lo que se movía. De mi fusil salieron cientos de balas y vi caer a decenas de niños y niñas, por culpa de mis balas; a mujeres, a ancianos. Una vez, acabada esa matanza cruel, el “jefe” nos obligaba a cortar cabezas y quemar chozas y quedarnos con todo lo que sirviese para comer y atábamos a otros niños y niñas que, como nosotros se convertirían o en niños soldados o esclavas sexuales. Durante meses y cada dos o tres semanas hacíamos incursiones a aldeas cercanas. Pero en una de ellas, nos esperaban unos soldados, los cuales cuando llegamos, empezaron a disparar, yo caí herido en la primera refriega. Por eso estoy aquí, en este hospital, encamado, con heridas en todo mi cuerpo y solo espero que no pueda curarme y pueda morir ya, pues así descansaré y volveré a ser feliz, pues desde el día que mate a mis familiares no he vuelto a ser un ser humano. Solo soy un animal cruel y mezquino. Por eso espero que la muerte sea mi salvación, solo espero, que mi vida, se escape segundo, a segundo. ¿Porque no haría como aquel niño que se negó a disparar?, si volviera a nacer lo haría. Nadie, nadie puede ser obligado a matar y menos, obligar a un niño a matar, solo queremos ser felices, disfrutar de nuestra niñez, jugar, aprender, ser seres humanos, sin odio y con ganas de vivir. ¿Tan difícil es de comprender esto?, menos mal que para mi esto se está acabando. Me muero, pero cuanto mal he hecho...Espero que me perdonen todos aquellos que he matado, yo no quería, como tampoco quería ser un niño soldado. ¿Porque he nacido en este país? No siento nada... Perdón…”.

Este relato, como he indicado al principio, refleja la realidad que mucha gente desconoce y lo peor que no quiere saber, pero que es necesario que la ciudadanía sepa que en muchos países de África y algunos de Asia y América, muchos niños y niñas, como denuncian algunas Ongs son obligados a ser soldados y entrenados para matar y las niñas son tratadas como objetos sexuales.

¿Relato de ficción o una realidad? Reflexionemos y respondamos, si es relato ficción o un relato de la realidad de esta lacra que la sociedad debería erradicar y no permitir mirando hacia otro lado, de ahí mi reiterativa pregunta: ¿cuándo la sociedad, los políticos y las instituciones dejarán de ponerse de lado y mirar hacia otro lado ante este gran problema, y se ponen a trabajar para poner soluciones y acabar con esta lacra social y cruel que está impidiendo que miles de niños y niñas puedan vivir y sentir su infancia y niñez?

Niños soldados: una lacra social que debemos erradicar