martes. 13.08.2024

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

“Nuevamente es de noche, espero que hoy sea más tranquila que la de ayer. Esto ya dura 9 meses desde que Israel empezó a masacrarnos, como respuesta a un atentado absurdo y cruel de Hamas. ¡Os odio terroristas de Hamas, por vuestro atentado y a ti Netanyahu, por tu respuesta asesina, porque ese atentado te está sirviendo para acabar de manera genocida con nuestro pueblo y conseguir unos territorios que no deben ser nunca de Israel! ¡Sois los dos unos ‘animales depredadores y crueles!" Me llamo Aluna, tengo 11 años y muchas ganas de que nuevamente sea de día para ver nuevamente a mis amigas y poder hablar con ellas. Tengo tres amigas, dos de ellas, por desgracia han perdido una las dos piernas y la otra un brazo, fue en los primeros meses de esta crueldad absurda. La verdad es que todos hemos perdido algo, yo he perdido a dos hermanos y a mi padre. Un día, un grupo de militares israelitas entraron de golpe en nuestro poblado de la franja de Gaza, empezaron a disparar, estábamos en una plaza, corrimos todos y todas. Cuando acabaron de disparar y se marcharon, sus asesinatos irracionales, dejaron más de 100 muertos. Mi madre y yo fuimos viendo a los cadáveres, esperando que nadie de nuestra familia estuviese entre ellos, pero por desgracia sí que estaban. Mi madre lanzó un grito desgarrador y soltó lagrimas y lagrimas, tantas, que hoy en día está sumida en una tristeza total y su mirada está perdida: no habla, no mira a nadie, hace las cosas sin saber porque las hace, solo cuando oye disparos o el ruido de caída de bombas, se tira al suelo y se pone encima de mí, para protegerme, para darme cariño. Es una muerta viva. Eso es lo que está trayendo la crueldad de Hamas y el odio genocida de Netanyahu y de otros dirigentes israelitas que no quieren que seamos un pueblo, que nos tratan como animales y no como seres humanos. ¡Lo somos quieran o no quieran! No todos los gazatíes palestinos somos terroristas. Ya es de día, me levanto, le doy un beso a mi madre y a mi hermana pequeña y salgo a la calle a buscar a mis amigas. De pronto suena una gran explosión cerca de mí. No veo nada, solo siento que mi cuerpo no se mueve. No puedo levantarme, me cuesta respirar, solo veo humo. Siento como un líquido me recorre mi cuerpo. Cada vez me cuesta más respirar. Grito, lloro, pido ayuda. Pero nadie viene. Por fin llegan junto a mí, dos hombres me levantan y veo en sus rostros sus lágrimas, como ladean la cara. Me indican que resista, que me van a llevar a un hospital. ¿Qué hospital, si los israelitas los está destruyendo todos y no hay medicinas? Siento cada vez mas ahogo, por mi mente pasan rápidamente los pocos recuerdos, dada mi juventud. Me muero, lo sé, y lo peor es que ¿qué culpa tengo yo? No soy una terrorista, solo soy un ser inocente que voy a dejar de vivir, que no voy a vivir mi sueño de estudiar, de ser maestra, de enseñar a niños de mi pueblo, de sentir que formo parte de un pueblo: Palestina. Y no voy a poder verlo por el egolatrismo y el odio genocida y expansionista de una crueldad irracional ¿Porqué la comunidad internacional no lo impide? ¿Porqué una gran parte del mundo mira hacia otro lado ante este genocidio tan cruel y absurdo? Los médicos hacen lo que pueden, pero les oigo decir que no van a poder salvarme. Mis amigas perdieron miembros corporales; yo, por esta guerra cruel, por este afán genocida, por unos terroristas cargados de un falaz sectarismo religioso, voy a perder la vida. Seguro que se sienten hasta orgullosos e incluso me consideran una mártir, una parte de ellos, cuando en realidad son unos asesinos. Ya siento como mis ojos se nublan, no siento nada, ni dolor, no oigo nada, la muerte está aquí, que Ala me reciba en sus brazos. ¡Qué ironía Ala y Cristo los referentes religiosos de los musulmanes y los hebreos, que según sus libros religiosos están para ayudarnos, sus falaces interpretaciones están sirviendo para matar! Odio también la religión que, en vez de proclamar amor y paz, sirve para matar y no permitir que las personas seamos libres. Siento como cada vez respiro más despacio. Me muero. ¡Malditos terroristas y Netanyahu! No soy una terrorista, soy Palestina, ese es mi delito para dejar de vivir a mis 11 años...”

La ciudadanía también somos en cierta medida cómplices de este genocidio contra el pueblo palestino

Puede verse este monologo como un relato de ficción, pero por desgracia es un relato de la realidad que están sintiendo miles de niños y niñas palestinos, todos ellos inocentes de del odio y crueldad de unos terroristas sin escrúpulos y de unos dirigentes israelitas que durante años están actuando cruelmente y humillando a una pueblo que solo quiere ser eso, pueblo, y lo peor es que actúa como unos de los mayores genocidas del mundo actual, como lo fue en su tiempo Hitler y Franco. Netanyahu, el único objetivo que tiene es destruir y hacer desaparecer a Palestina, a costa de matar a inocentes. De matar a más de 40.000 personas, y de ellos a más de 15.000 niños y niñas como la de este relato monologo. 

La sociedad internacional, las instituciones internacionales son culpables con su pasividad de estas muertes también. Y la ciudadanía también somos en cierta medida cómplices de este genocidio contra el pueblo palestino. Nada debe ser excusa para poder matar impunemente y menos para masacrar a inocentes, cuando su única culpabilidad es ser palestinos y no israelitas. Y mientras EEUU y otros países, carentes de una honorabilidad y que se mueven por intereses económicos, no condenen, ni ayuden a países como Israel que emplean el genocidio como arma de destrucción y expansión, la democracia mundial está en peligro. 

Por eso, los ciudadanos debemos salir y gritar fuertemente que queremos paz y no queremos a dirigentes políticos como Netanyahu, Putín, Trump y otros más que su único fin es aumentar su egolátricos y con ello provocar odio y crispación y lo peor acabar con la democracia mundial, los derechos humanos y todos los valores democráticos. Y lo peor, matar a seres inocentes que no pueden ni defenderse y que su único delito es haber nacido en el lugar equivocado en ese momento.

La muerte irracional de una niña palestina