jueves. 08.08.2024
Alberto Fernández en una imagen de archivo.

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@jgonzalezok |

Una grave acusación por violencia de género contra el ex presidente argentino Alberto Fernández, que dejó el cargo hace solo 8 meses, sorprendió al país en las últimas horas. El ex mandatario, que se ufanaba de haber acabado con el patriarcado en la Argentina y había respaldado la agenda feminista, ha sido acusado por su ex mujer de violencia física y psicológica. Alberto Fernández también se ufanaba de que dejaba el cargo sin que hubiera ninguna denuncia de corrupción contra él ni contra nadie de su entorno. Era el premio consuelo para terminar un gobierno que hasta sus propios aliados en el peronismo consideran como el peor de las últimas décadas. Pero está siendo investigado en un caso de sobornos millonarios. A la vista de los últimos acontecimientos, Alberto Fernández deja un legado de desolación. 

El caso que acapara las portadas de medios de Argentina y el mundo a esta hora es la acusación de su ex pareja, Fabiola Yáñez, por violencia de género. La acusación es tan seria que el juez que lleva el caso, Julián Ercolini, prohibió al ex presidente argentino que salga del país, que se acerque a ella y que se comunique con su ex mujer por cualquier medio, inclusive a través de terceros. También pidió reforzar la custodia de la presunta víctima, que está residiendo en Madrid.

Fabiola le dijo a su abogado que el ex presidente le pegó muchas veces. El letrado, que hasta ahora también asesoraba a Fernández, aseguró que las fotos que lo prueban son espeluznantes. El caso surgió sorpresivamente al caer en manos de la Justicia el teléfono celular de María Cantero, la histórica secretaria privada del ex presidente, cuando se investigaba el llamado caso de los seguros, siguiendo la pista de comisiones ilegales que salpican a Alberto Fernández, su secretaria y su marido.

En el expediente habría cuatro fotos y un vídeo, pero se asegura que Fabiola Yáñez tiene mucho más material que sería letal para Fernández

En el teléfono aparecieron chats y fotografías con las presuntas pruebas de las agresiones físicas que habría sufrido Fabiola Yáñez mientras habitaba la residencia de Olivos, la vivienda oficial que usan los presidentes argentinos. En el expediente habría cuatro fotos y un vídeo, pero se asegura que Fabiola Yáñez tiene mucho más material que sería letal para Fernández.

Fabiola Yáñez viajó a Madrid con su pequeño hijo días antes del final del gobierno de su entonces pareja, que se les uniría poco tiempo después. Fueron filmados en la capital de España mientras abrían una cuenta bancaria y celebrando el fin de año en un lujoso hotel de la capital. A partir de entonces, el ex presidente viajó por Argentina y otros países, afirmando que pretendía radicarse temporalmente en España, aprovechando ofertas de algunas universidades -que no mencionó- para dar clases de derecho.

Cuando los rumores de la agresión empezaron a transcender, los dos protagonistas desmintieron inicialmente el hecho, admitiendo sí que hubo discusiones de pareja. Pero menos de 48 horas después la ex mujer de Fernández pidió declarar por Zoom ante el juez, confirmando que había sufrido agresiones físicas. “No doy más, quiero declarar, me hostiga todos los días”, le dijo Yáñez al magistrado, añadiendo que estaba sufriendo “terrorismo psicológico” y acoso telefónico diario por parte de su ex pareja, que la habría presionado amenazando con quitarse la vida si lo denunciaba. La periodista Sandra Borghi, que recientemente contactó con Yáñez, dijo en Radio Mitre que el presidente le dijo: “Si vos me denunciás, yo me voy a pegar un tiro y me voy a matar”.

El caso recién comienza y puede ser muy importante el testimonio de muchas personas que vivieron situaciones embarazosas en la residencia presidencial. Y que ya se ha dejado trascender que pueden colaborar en la investigación.

Ha trascendido que la peor discusión de la pareja presidencial se dio cuando su mujer le planteó que quería separarse

La crisis de la pareja tuvo un momento crucial en plena pandemia, cuando aparecieron fotos del cumpleaños de Fabiola, cuando toda la Argentina estaba bajo un estricto confinamiento. A los invitados, todos amigos de la entonces primera dama, su sumó el presidente. Después se supo que los invitados tenían falsos permisos de circulación. Al filtrarse las fotos y destaparse el escándalo, el entonces presidente tuvo una reacción poco elegante, achacando la responsabilidad de la fiesta a su mujer: “Mi querida Fabiola convocó a un brindis que no debió haberse hecho”, fue su respuesta, aunque después llegó a un acuerdo con la Justicia y pagó una multa para cerrar la investigación que se abrió por el caso. Ha trascendido que la peor discusión de la pareja presidencial se dio cuando su mujer le planteó que quería separarse. Tras la agresión, se habría refugiado en la casa de huéspedes de la residencia presidencial, de donde no salió hasta que desaparecieron las señales de la golpiza.

Alberto Fernández, que se ufanaba de haber sido el primer presidente feminista de la Argentina, había dicho en un acto el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer: “Me da vergüenza que en la Argentina una mujer padezca violencia de género. Y por lo tanto, debemos entender de una vez por todas que eso no puede seguir ocurriendo y debemos denunciar a los violentos que por la sola condición de género avasallan a una mujer”.

Alberto Fernández conoció a su ahora ex mujer hace 9 años, cuando Fabiola Yáñez era estudiante de periodismo y asistió a una charla del mandatario en la Universidad de Palermo. Ahí le pidió una entrevista para su tesis y un año después se hizo oficial la relación. Aunque tienen un hijo en común, nunca se llegaron a casar.

El caso de violencia de género deriva de las investigaciones por tráfico de influencia y negociaciones incompatibles con el cargo

El caso de violencia de género deriva de las investigaciones por tráfico de influencia y negociaciones incompatibles con el cargo. La Justicia investiga las comisiones millonarias que se habrían cobrado en los seguros contratados por distintos organismos del Estado. El principal operador era el marido de la secretaria del presidente, que ocupó buena parte de su tiempo al lado de Fernández haciendo lobby a favor de su marido. Incluso apelando al primer mandatario que, en al menos una ocasión, intervino a favor de los intereses de su secretaria. “Ya me ocupo”, le contestó en un chat cuando la secretaria se quejó de que uno de los organismos del Estado había optado por otro intermediario en desmedro de su marido.

La denuncia por violencia de género y la corrupción por el caso de los seguros, significan un duro golpe para Alberto Fernández, que está cosechando repudios en serie. Hasta ahora tenía que defenderse solo del demoledor balance de sus cuatro años de gestión como presidente, que trató de justificar por la pandemia y la guerra de Ucrania, aunque la comparación con otros países de la región lo desmienten. Dejó casi un 50% de pobreza, quintuplicó el índice de inflación -la llevó del 42,2% al 211,4%-, el peso se depreció un 1.324% en el mercado paralelo y las tasas de interés pasaron del 63% al 133%. En el manejo de la pandemia, la demora en la compra de vacunas por criterios de tipo político provocó miles de muertos evitables. Además se descubrió un esquema de vacunación prioritaria para familiares y amigos, contrariando las normas que el propio gobierno difundía.  

En las últimas horas se refugió en su domicilio en Puerto Madero, el barrio más caro de Buenos Aires, en un piso que le presta un amigo desde hace años. Una situación peculiar, teniendo en cuenta que es propietario de dos pisos en Recoleta -otro barrio elegante de la capital argentina- y un terreno en un barrio cerrado. El amigo generoso es el publicista Enrique “Pepe” Albistur, que hizo grandes negocios con el Estado y que está casado con Victoria Tolosa Paz, a la que Alberto Fernández convirtió en ministra. Pero el caso no entró hasta ahora en la mira de la Justicia.

Alberto Fernández contra las cuerdas por acusación de violencia de género