lunes. 22.07.2024
Joe Biden y Kamala Harris
Joe Biden y Kamala Harris

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Mario Regidor

Después de tener a gran parte del mundo en vilo, Joe Biden finalmente ha decidido retirarse de la carrera presidencial y no aceptará la nominación como candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos en la convención demócrata que tendrá lugar en Chicago en la semana del 19 al 22 de agosto.

Varios demócratas en posiciones de poder o con mucha influencia ya habían avisado públicamente de la necesidad de buscar un recambio que se pudiera enfrentar con garantías a Donald Trump el 5 de noviembre. De todos modos, Biden es conocido por lo testarudo que es a la hora de tomar decisiones y lo difícil que es hacerle cambiar de opinión. Muchos dirán que esa habilidad ha sido la que le ha permitido ser presidente de los Estados Unidos a una edad tan avanzada, pero también ha podido constituir una rémora importante a la hora de tomar una decisión que muchos ya dábamos por descontada desde la celebración del primer debate presidencial donde la actuación de Biden distó mucho de ser la idónea.

Es muy fácil retrotraerse a lo que debería haber pasado en estos años de presidencia Biden para ver cuál hubiera podido ser la salida más certera para no asumir un segundo mandato y ser un presidente “de transición.” Lo ideal hubiera sido que justo después de las elecciones de mitad de mandato, donde se renueva un tercio del senado y la totalidad de la cámara de representantes, y donde el resultado de los demócratas fue mejor de lo esperado, hubiera anunciado que no se presentaría a la reelección y que se centraría en finalizar su mandato presidencial. Hubiera dejado tiempo suficiente para celebrar unas primarias tranquilas y competitivas y hubiera continuado una presidencia que, sinceramente, ha colmado las expectativas iniciales que pasaban por volver a la calma después del miedo y la zozobra del mandato de Trump.

Kamala Harris ha estado en este período de tiempo a la sombra de Biden, quien no la ha dado muchas oportunidades de demostrar su valía

Pero tratando de responder a la pregunta que ilustra el título, ¿qué va a pasar ahora?

Vamos a echar la vista atrás un momento y recordar la convención demócrata que tuvo lugar en Chicago (curiosa coincidencia…) y que degeneró en un clima de violencia que indujo a los demócratas a cambiar varias normas de la elección del candidato a presidente. Conviene destacar que una parte importante de la influencia de esta convención en el imaginario demócrata viene dada por la vigencia de la Guerra de Vietnam, la retirada de la carrera presidencial del presidente Lyndon B. Johnson y el asesinato de Robert F. Kennedy justo cuando había ganado las primarias de California. Ahora no parece que vaya a pasar nada similar. Es más, Biden ha dado su apoyo a su vicepresidenta Kamala Harris lo que aumenta las posibilidades de que sea confirmada como candidata en la convención. Máxime teniendo en cuenta que, en las primarias celebradas, una mayoría abrumadora apoyaron a Biden en los caucus y votaciones celebradas en todos los estados, lo que aumenta las posibilidades de Kamala Harris de ser rápidamente investida. Solo quedaría, si esto sucede como estoy diciendo, conocer qué persona acompañará en el ticket electoral a Harris con la intención de sucederla en su cargo actual. Aquí la incógnita es absoluta.

Y digo, “si sucede así…” porque uno de los principales problemas a los que se enfrentó Biden a la hora de plantearse si continuaba o no en la carrera presidencial, después del desastroso debate en el que se perdió en disgresiones sin sentido y no supo hacer frente a las mentiras de Trump, es la pérdida no tanto de apoyo electoral en los sondeos donde figuraba en una posición subalterna con respecto al candidato republicano, pero dentro de los márgenes de error estadístico antes del debate, sino a la pérdida progresiva y declarada de apoyos financieros en forma de donaciones necesarias para afrontar uno de los más largos períodos de campaña electoral existentes en las democracias occidentales.   

Y esto puede suponer un menoscabo a la candidatura de Kamala Harris porque, si bien no tiene ningún aparente problema de salud, ha estado en este período de tiempo a la sombra de Biden, quien no la ha dado muchas oportunidades de demostrar su valía, lo que puede ocasionar un cierto movimiento cara a la convención de búsqueda de otro candidato que pueda hacer frente con mejores posibilidades de vencer a Donald Trump el 5 de noviembre.

El “momentum” lo tiene Trump, no tanto por haber sobrevivido a un intento de asesinato, sino por su reacción con el puño en alto, desafiante y pidiendo a sus “supporters” que lucharan

De hecho, es curioso pero en una sociedad donde el espectáculo prima por encima de todo, en encuestas nacionales antes del primer debate la única candidata demócrata que aventajaba con solvencia a Donald Trump era Michelle Obama. No descarto que haya insistentes movimientos, desde este momento hasta la convención para imponer esta opción u otra con similares efectos balsámicos para los demócratas. Si me preguntan mi opinión, creo que Gavin Newson, gobernador de California en un ticket electoral con Michelle Obama de Vicepresidenta podría girar las tornas en favor de los demócratas.

El “momentum” lo tiene Trump, no tanto por haber sobrevivido a un intento de asesinato, lo cual siempre puede llevar a una cierta reacción de simpatía por parte del electorado, sino por su reacción con el puño en alto, desafiante y pidiendo a sus “supporters” que lucharan (“fight”). Se necesita una cierta entereza para reaccionar así y no todo el mundo que se presenta a un cargo político la tiene. Trump ha demostrado que sí parece esa clase de persona y explotará en su beneficio durante los 3 meses que quedan lo que le sucedió en Pensilvania. Es por eso que los demócratas necesitan romper con ese ciclo victorioso y la retirada de Biden se lo puede servir en bandeja si son capaces de elegir bien y hacerse dueños del “campo de batalla”.

En suma, la situación no es halagueña para los demócratas, pero sí es cierto que la retirada de Biden abre una pequeña vía de esperanza que merece ser explorada. El futuro de la humanidad está en juego. Vázquez Montalbán decía que en las elecciones a los Estados Unidos, todo el mundo debería poder votar. Cada vez estoy más de acuerdo con esta afirmación. Llegará un momento en que la decadencia de América llegará, no sé si la veré yo o mi hija, pero llegará. En ese momento, quizás, nos habremos arrepentido de no tener derecho al voto para poder elegir e influir en lo que sucederá en noviembre en el, todavía, país más poderoso del planeta. 

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