martes. 16.07.2024
Donald Trump y James David Vance
Donald Trump y James David Vance

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El muy conservador Mike Pence ofició como fiel escudero de Donald Trump ejerciendo la vicepresidencia, pero ahora mantiene que no puede apoyarlo en conciencia. Es comprensible, tras habérsele considerado un traidor por negarse a secundar la teoría del robo electoral que motivo el asalto al Capitolio. En ese momento el vicepresidente podría incluso haber perdido la vida, si le hubieran localizado en ese allanamiento que provocó varias victimas mortales. Curiosamente, James David Vance ha hecho el camino en sentido contrario. Hace ocho años desgranó todo tipo de insultos dedicados a Trump, al que describía como “el Hitler de Estados Unidos”. De hecho, no descartaba votar a su rival en aquella contienda electoral, Hillary Clinton, que tuvo más votos populares, pero menos compromisarios, al padecer una campaña plagada de incidencias escabrosas.

Este candidato a la vicepresidencia es negacionista, repudia las vacunas y no es partidario de ayudar a Ucrania

Al parecer, el asalto al Capitolio le hizo cambiar de opinión. El mismo día en que se hizo añicos la relación de Trump con Pence, comenzó a fructificar la idolatría de Vance para con todo lo que representa el trumpismo, cuyo ideario ha hecho totalmente suyo y a su lado Trump adopta la pose de sensato estadista. Este candidato a la vicepresidencia es negacionista, repudia las vacunas y no es partidario de ayudar a Ucrania. Difícilmente podría encontrar Putin un interlocutor con tan buena sintonía para los años venideros en una época donde perviva el trumpismo sin Trump, cuya imagen por cierto ha cambiado radicalmente tras el tiroteo. Se ha borrado de un plumazo la imagen del convicto en los juzgados y en su lugar aparece un superhéroe levantando el brazo con una bandera norteamericana ondeando al viento de fondo, mientras pide seguir la lucha con el rostro ensangrentado.

Esta icónica fotografía, que figurará en los libros de historia, luce ya en las camisetas de la campaña electoral y hay quien se la hace tatuar en su espalda. Frente a ella Biden se cae al subir las escaleras de un avión o se queda rígido mientras la gente se pone a bailar en un acto público. Los dos candidatos tienen casi la misma edad, pero proyectan una imagen muy distinta. Poco importa lo que defiendan sus programas o cuanto hayan hecho en sus respectivos mandatos. En medio de una polarización tan radicalizada solo cuentan los eslóganes y las fotografías impactantes. Quien comparó a Trump nada menos que con Hitler, ahora denuncia que los demócratas, al caracterizarle como un autoritario fascista, habrían inducido el intento de asesinato. Corren malos tiempos para la democracia cuando las elecciones quedan determinadas por discursos del odio de semejante jaez. 

Los vicepresidentes de Trump y sus antagónicos cambios de rumbo