lunes. 05.08.2024
Satyajit Ray
Satyajit Ray

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Celín Cebrián | @Celn4

El cine indio sigue siendo un gran desconocido para Occidente, aunque en el caso de Satyajit Ray, con veintinueve largometrajes y varios documentales en su filmografía, sabemos que estamos ante el realizador por excelencia de la India, que tuvo su trono en la época, sin olvidarnos de Bimal Roy y Ritwik Gathak. Posteriormente, destacaron Guru Dutt y Raj Kapoor.

Decía Akira Kurosawa que “no haber visto el cine de Ray es como existir en este mundo y no haber visto el sol o la luna”. Sin llegar a tanto, lo que sí podemos decir es que merece la pena acercarse a la obra de este realizador que hizo una serie de obras tocadas por la varita mágica, por una poética personal excelente, que son un tesoro cinematográfico de los años cincuenta-setenta, donde hallamos los mejores logros como La canción del camino (1955), El invencible (1956), El salón de música (1958), El mundo de Apu (1959), Charulata (1964), Mahanagar (1964) Aranyer Din Ratri (1970) y Jana Aranya (1976).

Hay pocos directores que dejen una huella tan profunda como el cineasta bengalí, un autor de culto, refinado en las formas

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Hay pocos directores que dejen una huella tan profunda como el cineasta bengalí, un autor de culto, refinado en las formas, hábil orfebre de la composición visual en la que los objetos enriquecen el significado de sus películas. Un auténtico poeta. Lo único que podríamos reprocharle a este cine es su lentitud, que entorpece, en parte, el pleno disfrute de la obra. Si obviamos esto, el resultado es deslumbrante.

Ray era un enamorado del cine americano y del neorrealismo italiano, pero él quería ir más allá , dada su poderosa personalidad. Como el maestro que era, envolvió sus imágenes de exotismo, observando detenidamente la condición humana, de ahí esa carga social que se destila en todas sus películas, esos retratos humanos contados siempre con una enorme sensibilidad, desde la sencillez, sí…, pero seguidos de unos bellos apuntes poéticos, que, al mismo tiempo, esconden en su fondo una gran complejidad. ¡¡¡Fascinante!!!

En resumidas cuentas estamos ante una de las obras más brillantes que ha dado el cine. Como decía Satyajit Ray “el cine es más bello que la vida: no hay atascos ni tiempos muertos y avanza como un tren que atraviesa la noche. Hemos nacido para ser felices con nuestro trabajo: haciendo cine”.

¿Y qué tiene de especial La trilogía de Apu? La trilogía está formada por La canción del camino (1955), que abarca los años de la infancia del protagonista y especialmente su relación con las tres mujeres más importantes de su vida: su hermana, su madre y su abuela. La segunda es El invencible (1956), que se centra en la adolescencia, la relación con su padre, su profesor y en particular con su madre, además de tomar contacto con el mundo adulto. La última, El mundo de Apu (1959), con un Apu idealista, aún joven, que, al terminar sus estudios, debe de enfrentarse al mundo, al matrimonio y a la paternidad.

Hay una idea que se repite en esta obra: las cosas en la vida son cíclicas y, por lo tanto, no nos queda otra que aprender de ellas

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La trilogía de Apu supone un elaborado estudio del punto de vista, de la mirada de Apu, siendo un niño, una de las más hermosas que ha dado el cine, pero también del equilibrio, planteado en el modo de ver la vida de las personas que nos rodean. Ray nos hace partícipes de su visión del mundo, de los personajes, y nos va llevando de la mano por los grandes temas que envuelven al ser humano: la soledad, el amor, el progreso, la muerte… Hay una idea que se repite aquí de forma obsesiva: las cosas en la vida son cíclicas y, por lo tanto, no nos queda otra que aprender de ellas. También, como ya hemos anotado aquí, es habitual en el cine de Satyajit la utilización de objetos y diversos elementos como parte de su narrativa y de la construcción de la puesta en escena. Una veces son metáforas visuales (el tren, el humo…) o parte esencial de la propia narrativa del director. Paul Auster, en su libro Un hombre en la oscuridad, puso como ejemplo de esto que estamos contado una secuencia de El mundo de Apu: poco después de llegar Apu a la ciudad con su esposa, encontramos que en la citada secuencia hay muy pocos objetos: una cortina nueva, un tiesto, un nudo en la ropa y una horquilla, suficientes para contarnos toda una historia de amor. Los personajes no tienen ni que hablar. Son los objetos los que hablan por ellos. Y el efecto hacia el espectador también es más profundo, y más interesante, porque de este modo y manera tiene más calado emocional. Ésta es, sin duda, una de las virtudes de este cine.

Otro de los aspectos de la trilogía es la depurada composición del encuadre y de la puesta en escena. Ray sabe componer planos y secuencias llenas de belleza plástica, con mucha sencillez y una natural e invisible manera de hacer y de contar como lo hacían directores como Jonh Ford o Jean Renoir.

Estamos ante una mirada única y una de las obras más brillantes que ha dado la cinematografía mundial. Hablamos de joyas cinematográficas, de películas magistrales, dignas de estudio para los amantes del cine…, y, en fin, hablamos de sensibilidad, de que, si vemos este cine, quedaremos atrapados por sus poderosas imágenes.

Ver el cine de Satyajit Ray es caminar por un camino tan realista como poético

Ver el cine de Satyajit Ray es caminar por un camino tan realista como poético, ya que, su director, nos invita a andar, a vivir, a descubrir la melodía de la vida, la calma, la sabiduría de saber detenerse cuando sea preciso y…, al rato, echar a andar de nuevo…, y caminar, y seguir caminado. Ése es el mensaje. Y seguir así hasta que nos deje el tiempo, que también aparece en la trilogía, ese sonido del reloj, insistente, infalible, que suena tras la inesperada y trágica muerte de Aparna, la esposa de Apu.

Son detalles. Y hay tantos que subrayar en esta trilogía… Por ejemplo cuando Apu descubre en su cajetilla de cigarrillos una nota que dice: “Me prometiste solo uno después de las comidas”. Y de ahí pasamos a la hermosa secuencia en la que Apu observa extasiado el rostro de Aparna, iluminado por la luz de una cerilla que apenas alcanza para expresar el sentimiento que le embarga y preguntarle: “¿Qué tienes en los ojos?“. Y por supuesto, la secuencia final con el reencuentro del padre con el hijo, una de las más fascinantes del cine.

Aquí les dejo estos apuntes sobre una de las más hermosas películas de todos los tiempos: La trilogía de Apu. Sigan caminando. Sigan viendo cine.

'La trilogía de Apu': una metáfora visual sobre el ciclo vital del ser humano