viernes. 02.08.2024
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Cancho Roano es un yacimiento arqueológico situado en el término municipal de Zalamea de la Serena, en la provincia de Badajoz. (Imágenes: Wikipedia)

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A fines del II milenio, a partir del Bronce Final, coincidiendo con la fecha de la mítica fundación de Cádiz hacia el año 1100 a. C., los contactos precoloniales desencadenaron un marcado impulso cultural que cristalizó en el mundo orientalizante de Tartessos.

A partir del siglo VIII a. C., el asentamiento de colonias y factorías fenicias por toda la costa meridional impulsó el desarrollo indígena y su sociedad alcanzó pronto un nivel urbano, formándose pequeñas ciudades-estado regidas por reyes de tipo sacro.

Su fastuosidad y riqueza se percibe en las joyas y objetos suntuarios aparecidos en tumbas como las de Aliseda en la provincia de Cáceres o La Joya en la provincia de Huelva y en palacios, como el de Cancho Roano en Zalamea de la Serena, dio a Tartessos una fama de país fabuloso, de lo que se hacen eco relatos semilegendarios conservados en la Biblia y en algunas noticias de los historiadores griegos.

Los griegos pensaban que Tartessos era la primera civilización de Occidente. Fue posiblemente heredera de la época del Bronce final atlántico y se desarrolló en el triángulo formado por las actuales provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla, en la costa suroeste de la península Ibérica.

Introducción

Sus comienzos datan hacia el siglo IX a. C., viendo su final hacia el siglo V a. C. Se presume que tuvo por eje el río Tartessos, que pudo ser el que los romanos llamaron luego Betis, el actual río Guadalquivir.

Hay autores que la sitúan en la confluencia de las bocas de los ríos Odiel y Tinto, ríos de la provincia de Huelva, puesto que bajo la propia ciudad onubense es sabido que se hallan sepultados importantes restos. También se ha situado el núcleo del país en torno al río Barbate.

Tartessos influyó sobre las tierras del interior y el Algarve portugués, que desarrollaron presumiblemente una lengua y escritura distinta a la de los pueblos vecinos y, en su fase final, tuvieron influencias culturales de los egipcios y de los fenicios.

La primera fuente histórica que alude a Tartessos se halla en la obra de Hecateo, en el siglo VI a. C., quien fue considerado por los autores antiguos como un logógrafo, término que definía a los historiadores antes de los tiempos de Herodoto y Túcidides.

Hecateo menciona varias ciudades tartésicas, mientras que Heródoto habla del rey Argantonio, de su largo periodo de gobierno y de su incontable riqueza, sabiduría y generosidad.

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Rostro tartésico de El Turuñuelo en Badajoz

Debemos mencionar al escritor romano Eufo Festo Avieno del siglo IV d. C., que escribió una obra titulada “Ora marítima”, poema en el que se describen las costas mediterráneas, basándose en textos más antiguos probablemente del siglo VI a. C.

De este viaje, Avieno dijo que era un viaje de navegación costera realizado por un marino griego o cartaginés, en el que partiendo de las costas de Britannia llegó hasta la actual Marsella.

Como resultado de aquel viaje se narran los lugares visitados por el desconocido marino, que proporciona las noticias más antiguas sobre la península Ibérica y cita entre otras a “la ciudad de Gadir, llamada antes Tartessos”.

  

El nacimiento de la civilización y cultura de Tartessos

Las investigaciones más recientes dice que esta cultura se formó a partir de la evolución de las poblaciones locales herederas del Bronce del suroeste peninsular, evolución que llegó a su punto más importante cuando comenzaron a relacionarse con las factorías fenicias del litoral.

Para otros, la cultura tartesia sería el resultado exclusivo de la aculturización de los indígenas por parte de los fenicios. Esta teoría se apoya en las cronologías de colonización y en los restos arqueológicos, como las cerámicas bruñidas con decoración de retícula, piezas de barniz rojo y las representaciones religiosas, que claramente hacen referencias a dioses orientales, como Astarté, Baal y Melkart.

Su cronología

Bronce tardío (1200 a. C.-900 a. C.)

Aparecen los primeros asentamientos estables en los que se aprecia una incipiente jerarquización social. Los primeros poblados tartésicos datan de esta etapa final del Bronce. Están compuestos por casas de planta ovalada o circular, construidos sin una organización espacial definida.

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Tartessos en la península ibérica 500 a. 

Se situaban en lugares estratégicos, donde dominaban los caminos terrestres y los recursos agrícolas y mineros de la región. Los principales asentamientos importantes de esta época son:

Setefilla en Sevilla, El Berrueco en Cádiz, Carmona en Sevilla, Llanete de los Moros en Montoro en Córdoba, Colina de los Quemados en Córdoba, La Tablada en Sevilla, Huelva, Montemolin de Badajoz.

Etapa proto-orientalizante (900 a. C.-700 a. C.)

Hay un incremento de las piezas metálicas y de orfebrería en el Bronce final, así como un aumento importante de la demografía. Los poblados conocidos por la arqueología, como El Carambolo, son de pequeño tamaño, con cabañas circulares u ovaladas cuyas paredes fueron levantadas con ramas y barro.

La sociedad se fue estratificando, concentrándose el poder en unas élites militares cuya evidencia arqueológica son las estelas de guerrero.

Por otro lado, sobre el año 800 a. C. se advierten los primeros influjos tartésicos en Andalucía oriental, además de intensificarse la explotación de plata a gran escala en la zona de Río Tinto.

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Tejada la Vieja en Huelva.

Etapa orientalizante (700 a. C.-650 a. C.)

La Edad de Hierro coincide con el apogeo sociocultural y construcción de murallas en algunos poblados como Tejada la Vieja. La fundación de los enclaves comerciales fenicios provocó un proceso de aculturación y adopción de técnicas como el torno de alfarero, las técnicas de filigrana y granulado en orfebrería, así como el gusto por los modelos suntuarios orientales. También en el mundo funerario se impuso la incineración sobre la inhumación.

Etapa tardía (650-500 a. C.)

En la batalla de Alalia en la isla de Córcega del año 535 a. C., los griegos fueron derrotados por una coalición formada por cartagineses y etruscos, por lo que Tartessos se quedó sin un importante aliado comercial.

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Área aproximada de extensión e influencia de la civilización tartésica.

A finales del siglo VII a. C., coincidiendo con la llegada de las primeras cerámicas griegas, en la región de Huelva se redujo la producción de plata y se abandonaron los centros metalúrgicos. En la segunda mitad del siguiente siglo, Huelva entró en decadencia, mientras las murallas de Tejada fueron reforzadas.

El comercio y las importaciones fenicias se redujeron drásticamente, desapareciendo las tumbas principescas del valle del Guadalquivir.

Desaparición de Tartessos (500 a. C.)

Tartessos desapareció abruptamente de la historia: a partir del año 520 a. C. tras la muerte del rey Argantonio. Una de las posibilidades es que fuera barrida por Cartago tras su victoria sobre los griegos para hacerle pagar así su alianza con estos.

Existe la posibilidad que Gadir que era metrópoli fenicia pudiera ambicionar el control del comercio de los metales. O quizás por los pueblos de la meseta. En esos momentos históricos, Cartago se convirtió así en dueña indiscutible del mar Mediterráneo Occidental. Cortada la ruta hacia la península Ibérica, los focenses cesan el comercio con Tartessos, por lo que queda lentamente relegada al olvido.

La derrota griega dejó a los tartessos sin sus aliados y expuestos al ataque púnico. Todo el imperio de Tartessos debió hundirse tras la caída de su capital y la misma suerte tuvo Manike en la provincia de Málaga, que fue una ciudad griega fundada bajo la protección de Tartessos. Cartago se adueña del Mediterráneo Occidental y la mayor parte de la costa mediterránea de la península Ibérica queda bajo su influencia.

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Maqueta de Cancho Roano, en Zalamea de la Serena en Badajoz.

Este dominio púnico se mantendría en estas tierras hasta que Cartago se enfrento a Roma y salió derrotada en las guerras púnicas, siendo derrotada totalmente en el 146 a. C.

Esto marcaría la llegada de los romanos a la península Ibérica, donde encuentran una región llamada Turdania, donde se encuentran los descendientes de los tartessos. A esta región la llamarían la Bética, y al río Tartessos que la cruzaba lo llamarían Betis.

Con la llegada de los púnicos, el monopolio tartésico se derrumbaría, lo que habría provocado una caída en picado de los ingresos y toda una serie de consecuencias internas que llevarían a la decadencia interna del reino y a su disolución. También, se ha considerado la posibilidad del agotamiento de las vetas de minerales, fuente principal de su riqueza comercial.

Hay otra posible interpretación sería un cambio en el clima, donde se plantea la existencia un cambio climático, no necesariamente catastrófico, sino más bien como una sucesión continua de inundaciones.

El sistema de gobierno

Su forma de gobierno era la monarquía y poseían leyes escritas en verso en tablas de bronce desde tiempo inmemorial, Estrabón habla de 6000 años antes de su época, una fecha que podría referirse en realidad a años o meses lunares que serían globalmente unos 500 años.

Es posible que los fenicios propiciaran la concentración del poder en un rey, ya que de esa manera les resultaba más fácil establecer intercambios comerciales. Se puede dividir la monarquía de Tartessos en dos grandes grupos: los reyes mitológicos y los reyes históricos.

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Bronce tartésico conocido como “Bronce Carriazo”, que representa a la diosa fenicia Astarté como diosa de las marismas y los esteros

Reyes mitológicos

  • Gerión fue el primer rey mitológico de Tartessos. De acuerdo a ciertos mitos era un gigante tricéfalo, o al menos con tres cuerpos de cintura para arriba, que pastoreaba sus grandes manadas de bueyes a las orillas del Guadalquivir. El mito dice que una de las doce pruebas de Heracles era el robo de los bueyes de Gerión.

La leyenda dice que Gerión era un gigante que fue vencido por Heracles y sobre el que construyó la Torre de Hércules en La Coruña. Aunque este punto choca con otras visiones que sitúan a Gerión en la isla de San Sebastián de Cádiz, ciudad que también fue fundada por Hércules y que parece más relacionada geográficamente con el reino de Tartessos.

  • Nórax era nieto de Gerión e hijo de Eritea, que conquistó el sur de la isla de Cerdeña, donde fundó la ciudad de Nora.
  • Gárgoris fue el primer rey de la segunda dinastía mitológica tartésica, rey de los curetes (1). Inventó la apicultura y el comercio.
  • Habis o Habidis fue un hijo bastardo de Gárgoris no reconocido, fruto del incesto con su hija. Escapó varias veces de la muerte ordenada por su padre con la ayuda de las bestias. Fue amamantado por una cierva hasta hacerse un hombre y ser después reconocido por su padre.

Descubrió la agricultura, atando dos bueyes a un arado. Formuló las primeras leyes, dividió la sociedad en siete clases y prohibió el trabajo a los nobles. Bajo su reinado se establece un sistema social en que unos pocos viven a costa del trabajo y la miseria de una mayoría pobre. Cuentan que dividió el reino en siete ciudades.

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Jarro de Valdegamas del s. VI a. C., procedente de Don Benito, en Badajoz

Sobre estos dos últimos monarcas se escribió la Tragicomedia de Gárgoris y Habis, que menciona un sistema social basado en la explotación del hombre por el hombre, nacido tras el descubrimiento de la agricultura. Se trata de personajes mitológicos, cuya existencia real es tan dudosa como la de Heracles.

Reyes históricos

Argantonio fue el único rey del que se tienen referencias históricas. Según Heródoto vivió 120 años, de los cuales reinó 80, dato este que arroja grandes dudas debido a que en aquellos años era prácticamente imposible vivir 120 años.

Schulten calculó que pudo reinar entre el año 630 a. C. y el año 550 a. C. Propició el comercio con los foceos (2) durante 40 años, para así romper el monopolio que ostentaban los fenicios.

Llegó a ofrecerles asentarse en su reino definitivamente a aquellos que emigraran a Occidente cuando los persas presionaban sobre las ciudades griegas de Jonia. Aunque rechazaron la oferta, recibieron de Argantonio un cargamento de plata para reforzar sus murallas. Después de él desaparecen las citas a Tartessos.

Su economía

La economía de los tartesios experimentó una auténtica revolución gracias a su contacto con los pueblos del Mediterráneo oriental fundamentalmente fenicios y griegos, que introdujeron nuevos productos y nuevas formas de producir.

La base fundamental de la riqueza de Tartessos fue la metalurgia y la exportación de los minerales de oro, plata, cobre, estaños, hierro y plomo El oro abundaba en los ríos del sur y oeste peninsular. La plata en Huelva y el curso alto del Guadalquivir. El cobre y el estaño lo obtenían del occidente peninsular y de Britannia.

La metalurgia del hierro debió ser introducida por los fenicios, que la conocían gracias a sus relaciones con los hititas. Los centros metalúrgicos no solo estaban cerca de las áreas mineras, sino que aparecen repartidos por todo el territorio.

Las herramientas se volvían a fundir una vez que se deterioraban. Los procesos utilizados para obtener la plata consistían en la fundición y copelación (3) de las rocas de gossan (4), lo que indica unos buenos conocimientos metalúrgicos.

Las rutas comerciales fueron un factor clave para la economía tartésica. Sus barcos navegaban por el océano Atlántico hasta las actuales islas Británicas y remontaban una buena parte del curso de los ríos Guadalquivir y Guadiana). Utilizaban asimismo rutas terrestres que llegaban al río Tajo y al centro de la Meseta castellana.

En todas estas regiones circulaban los lingotes metálicos, de forma rectangular, que después se exportaban a la zona Oriente Próximo a través de los mercaderes fenicios y griegos.

Los tartesios aprendieron ellos mismos la artesanía del metal para crear sus propios objetos de lujo, así como armas mejores fabricadas con hierro que era una tecnología que los tartesios desconocían y que fueron traídas del mundo hitita.

Los principales beneficiarios de este comercio fueron los mercaderes, pero también las élites locales, que fomentaron el proceso de aculturación y el aumento de la jerarquización social, bien representados ambos en las tumbas principescas de la necrópolis de La Joya.

A cambio de los metales, recibieron joyas, ungüentos, aceite y vino, así como telas y otros productos manufacturados. Este trueque fue muy importante, ya que facilitó el intercambio de aspectos culturales y religiosos.

El comercio de recursos minerales permitió a las elites enriquecerse y adoptar modos de vida lujosa. En ese intercambio de metales preciosos podían obtener productos elaborados para el lucimiento personal tanto en vida como en la muerte, donde empiezan a aparecer tumbas principescas.

La agricultura, la ganadería y la pesca eran también muy importantes. Se especializaron sobre todo en el cultivo de cereales, usando las técnicas importadas de los fenicios, sin olvidar las huertas y los frutales.

Los fenicios trajeron a estas tierras tartésicas nuevos cultivos como fue la introducción de la vid y animales totalmente desconocidos como los burros y las gallinas, haciendo mucho más productiva la agricultura y la ganadería.

La gran aportación de los griegos fue el torno de la alfarería, pues hasta su llegada solamente se producía a mano. La llegada del torno permitió crear nuevos tipos de recipientes en los que almacenar los excedentes agrícolas para cuando vinieran periodos de escasez de alimentos o también para poder comerciar, tanto con los pueblos griego y fenicio como con los pueblos vecinos de los iberos.

Objetos tartésicos

Se fabricaron abundantes objetos de metal, que muestran una influencia oriental, pero también una gran originalidad. Destacan en bronce las jarras picudas, similares a las griegas, pero con forma piriforme en vez de ovoide.

Debemos mencionar la aparición de asadores de más de un metro de longitud, fíbulas (5) del tipo de codo o placas de cinturón con garfios. Muy importante es el Bronce Carriazo que representa a la diosa Astarté, Tanto de bronce o plata se elaboraban aguamaniles de forma circular con dos asas, siendo este elemento totalmente autóctono.

La orfebrería en plata era muy abundante y en época turdetana se hacía con ella objetos vulgares como barreños o toneles. De origen autóctono es la técnica de embutido de metales que se realizaba con oro, plata o cobre.

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Original del Tesoro de El Carambolo, expuesto en el Museo Arqueológico de Sevilla en el 50 aniversario de su hallazgo.

Los fenicios introducirían las técnicas del granulado y la soldadura. Destaca el gran nivel alcanzado por la joyería tartésica como son las piezas correspondientes a los tesoros de Aliseda, el Carambolo y el cortijo de Ébora, que muestran pectorales, cinturones, diademas, brazaletes o pendientes, todo ello elaborado con oro macizo.

También se encontraron unos candelabros de oro en Lebrija, que se consideran como elementos rituales pertenecientes a algún templo, que quizás imitaran a los incensarios orientales.

En cuanto a iconografía, son típicas dos palomas que flanquean una piel de toro, como las que han sido halladas en el yacimiento del Turuñuelo en Guareña en la provincia de Badajoz.

En este mismo yacimiento se descubrió en abril del año 2023, las dos primeras representaciones antropomórficas de esta cultura, correspondientes, según los investigadores, a dos divinidades tartésicas o a dos personalidades de dicha sociedad.

Se fabricaron cajitas o arquetas de lujo en marfil y hueso para guardar perfumes o ungüentos. Con las conchas de la almeja del Guadalquivir se hicieron objetos de tocador labrados.

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Cerámica orientalizante, Carmona (s. VII a. C.)

La cerámica incluye piezas lisas, espatuladas, bruñidas o decoradas, pero siempre fabricadas a mano. Esta cerámica local coexistió con las importaciones orientales realizadas con torno rápido, que eran de pequeño tamaño y alta calidad, que también serían imitadas por los alfareros tartesios.

Se importaron de los talleres orientales o gaditanos artículos de prestigio manufacturados con marfil, oro y plata, vidrio tallado, jarros de bronce, estatuillas de este metal dedicadas a la diosa Astarté, aribalos y alabastrones conteniendo esencias y cosméticos, tejidos, collares, cuentas de vidrio y baratijas.

Religión

Hay muy pocos datos, pero se supone que, al igual que el resto de los pueblos del Mediterráneo, era también una religión politeísta. Se cree que pudieron adorar a una diosa producto de la aculturación de los fenicios, Astarté o Potnia. Pudo haber una divinidad fenicia masculina, Baal o Melkart.

Se han encontrado santuarios de estilo fenicio en el yacimiento de Castulo en la ciudad de Linares. Se han hallado exvotos en diversos puntos de Andalucía y en otros puntos más alejados, como Salamanca, que no se sabe exactamente de dónde provienen. En el aspecto religioso, la aculturación fenicia fue diferencial, no influyendo en todos los sitios por igual.

La lengua tartésica

Existe una serie de lápidas sepulcrales halladas en el Algarve, Alentejo y bajo Guadalquivir que contienen inscripciones en un idioma desconocido con un signario mixto silábico-alfabético que se lee principalmente de derecha a izquierda.

En ellas se ha querido ver una representación del idioma tartésico, aunque la mayor concentración de las inscripciones se halla en el sur de Portugal, siendo en realidad escasas y periféricas en los territorios tartésicos, lo que plantea serias dudas al respecto.

De la lengua tartessia totalmente desconocida podría haber derivado la lengua hablada por los turdetanos, a juzgar por las referencias de Estrabón, quien dice de estos mismos que eran descendientes de los tartesios y que tenían escritos y leyes con más de 6000 años de antigüedad.

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Reproducción de la Estela de Bensafrim, mostrando una inscripción en lo que se cree es la lengua de Tartessos.

Tartesos y los documentos antiguos

En la Biblia aparecen referencias a un lugar llamado Tarsis. En el Primer Libro de los Reyes aparece esta frase:

“En efecto, el Rey Salomón tenía naves de Tarsis en el mar junto con las naves de Hiram. Las naves de Tarsis venían una vez cada tres años y traían oro, plata, marfil, monos y pavos reales”. Antiguo Testamento, Libro de los Reyes I, 10-22.

En un texto del profeta Ezequiel (27, 12), del siglo vi a. C. se comenta que la ciudad fenicia de Tiro comerciaba con Tarsis y en este caso es posible que sí se refiera a Tartessos, puesto que Fenicia ya había contactado con ellos.

El Libro de Jonás 1,3 del siglo VIII a. C. dice:

“Pero Jonás se levantó para ir a Tarsis, lejos de la presencia de Yahvéh. Bajó a Yoppe y encontró una nave que iba a zarpar hacia Tarsis. Pagó el pasaje y se embarcó en ella para ir con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Yahvéh”.

En la estela de Nora del siglo IX a. C., encontrada en Cerdeña y escrita en fenicio, un navegante chipriota agradece al dios Pumar haber llegado a su hogar de Tartessos sano y salvo.

En la estela de Assarhaddon del siglo VII a. C. aparece el nombre de Tarsis, pero hay dudas sobre si realmente se trataría de Tartessos, puesto que los asirios al parecer no tuvieron relaciones con el mar Mediterráneo Occidental.

El poeta Estesicoro del siglo VI a. C. menciona a Tartessos en su Geroneida, donde se narra el décimo trabajo que encomendó Euristeo a Heracles que consistía en matar al gigante Gerión, que gobernaba en un reino cercano a Tartessos. Se considera como la primera referencia griega a Tartessos.

Anacreonte en el año 530 a. C. hace referencia en una de sus obras a la riqueza y la complejidad política del reino tartésico. El historiador y logógrafo (6), Hecateo de Mileto del año 550 a. C. al 476 a. C. se refiere a Tartessos como reino o país, al citar varias de sus ciudades.

Heródoto habla sobre el rey Argantonio, y de las relaciones de Tartessos con Grecia, diciendo:

“...un navío samio, que tenía por patrono a Colaios y que se dirigía hacia Egipto, fue arrojado fuera de su ruta a la isla de Platea; las samios confiaron todo el asunto a Corobios y le hicieron un depósito de víveres para un año. Ellos mismos, que, al partir de la isla, habían marchado con un enorme deseo de llegar a Egipto, navegaron fuera de su ruta, arrastrados por el viento del Este; y, sin dejar de soplar el viento, alcanzaron las columnas de Hércules y, conducidos por un dios, llegaron a Tartessos. Este lugar de comercio estaba sin explotar en esta época, de forma que, a su vuelta, estos samios realizaron con su cargamento el mayor beneficio que haya conseguido hasta ahora ningún griego, del que nosotros tengamos referencias exactas, si exceptuamos a Sóstrato, hijo de Laodamente de Egina, que ningún otro puede compararse con éste. De sus ganancias los samios dedujeron el diezmo, seis talentos y ordenaron fabricar un jarrón de bronce en forma crátera argólica”.

Éforo de Cime en el Escimno, 162 escribe que la capital Tartessos estaba a dos días de viaje de las columnas de Hércules el actual Gibraltar.

Con este nombre identificaba a un reino, al río que lo cruzaba y a la capital del reino situado en la desembocadura del mismo, que según algunos autores modernos coincidiría en la actualidad con Huelva, pero según otros con el mismo río Tartessos o Baetis (Guadalquivir), si la capital de Tartessos se hallaba algo más arriba, más cerca de Coria del Río o antigua desembocadura.

Cuando el viajero Pausanias visitó Grecia en el siglo II a. C. vio dos cámaras en un santuario de Olimpia, que la gente de Elis afirmaba que fueron realizadas con bronce tartesio. Pausanias también escribe sobre Tartessos:

“Dicen que Tartessos es un río en la tierra de los iberos, llegando al mar por dos bocas y que entre esas dos bocas se encuentra una ciudad de ese mismo nombre. El río, que es el más largo de Iberia y tiene marea, llamado en días más recientes Baetis y hay algunos que piensan que Tartessos fue el nombre antiguo de Carpia, una ciudad de los iberos”.

En el tratado entre Roma y Cartago del año 348 a. C., se hace mención a Mastia de Tarsis, ciudad que posiblemente se refiere a la actual Cartagena, que marcaba el límite que podía alcanzar Roma en la península Ibérica, decía:

“El tratado está concebido en estos términos: «Sobre estas bases existe amistad entre los romanos y los aliados de los romanos con los cartagineses, tirios, uticenses y sus aliados. Más allá del Kalón Akrotérion y de Mastia de Tarsis, los romanos no podrán hacer presas ni comerciar ni fundar ciudades. Si los cartagineses se apoderasen de alguna ciudad del Lacio no sometida a los romanos, quedarán con el dinero y los cautivos pero dejarán la ciudad. Si los cartagineses se apoderasen de gentes con las cuales los romanos hubiesen pactado, aun cuando no estuviesen bajo el imperio de los romanos, no las llevarán a los puertos romanos y, si alguno fuera llevado y un romano se hiciera cargo de él, quedará libre. Lo mismo evitarán los cartagineses; si por el contrario, alguien lo hiciese, no se le perseguirá privadamente, sino que se considerará injuria pública. En Cerdeña y en Libia ningún romano comerciará ni establecerá poblados (ni se acercará), a no ser para aprovisionarse o para reparar sus naves. Si es llevado por una tempestad, en un plazo de cinco días debe marcharse. En la parte de Sicilia sometida a los cartagineses y en Cartago, un romano puede vender y hacer todo aquello que es lícito al ciudadano. Igual derecho tendrán los cartagineses en Roma”.

Estrabón menciona la ciudad de Tartessos y la sitúa en una isla entre los dos brazos de la desembocadura del río homónimo, que identifica con el Betis. Plinio el Viejo y Marco Juniano Justino hablan de Tartessos, pero de manera confusa e imprecisa.

En un mapa griego bizantino, copia de la tradición manuscrita de los mapas de Claudio Ptolomeo y Marino de Tiro, se escribió el nombre de la ciudad de Tartessos justo encima de un símbolo de ciudad fortificada en la desembocadura del río Guadalquivir cerca de la actual Matalascañas.

Numerosas reconstrucciones históricas se han hecho sobre Tartessos, artificialmente enriquecidas a partir de la utilización de una documentación literaria tardía y en muchas ocasiones ajenas al mundo autóctono peninsular.


 

Bibliografía

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Almagro-Gorbea, Martín; Blázquez Martínez, José María. “Ideología y poder en Tartessos y el mundo ibérico”. 1996. Real Academia de la Historia. Madrid.
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Aubet Semmier, María Eugenia. “Tiro y las colonias fenicias de occidente”. 2009. Bellaterra. Barcelona.
Blázquez, José María. “Tartessos y los orígenes de la colonización fenicia en Occidente”. 1975. Universidad de Salamanca. Salamanca.
Caro Baroja, J. “Los pueblos de España I”. 1969. Madrid.
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Carriazo, Juan de Mata. “Tartessos y el Carambolo, Investigaciones arqueológicas sobre la protohistoria de la Baja Andalucía”. 1973. Dirección General de Bellas Artes, Ministerio de Educación y Ciencia. Madrid.
Fernández Flores, Álvaro; Rodríguez Azogue, Araceli. “Tartessos desvelado. La colonización feniaci del sruoeste peninsular y el origen y ocaso de Tartessos”. 2007. Almuzara. Córdoba.
Maluquer de Motes, Juan. “Tartessos”. 1990. Ediciones Destino. Barcelona.
Olmos, R. “Los griegos en Tartessos: replanteamiento arqueológico-histórico del problema”. 1986.
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Schulten, Adolf. “Tartessos”. 1945. Madrid.
Torres Ortiz, Mariano. “Tartessos”. 2002. Real Academia de la Historia. Madrid.


(1) En la mitología griega, los Curetes son nueve divinidades hijos de Soco y Combe (o de Apolo y Dánae), que a veces se han confundido con los Coribantes o los Dáctilos.
(2) Focea era una ciudad griega de Asia Menor, actualmente en Turquía, donde hoy día se encuentra la ciudad de Foça en el golfo de Esmirna. Su nombre proviene de la palabra foca, que fue el símbolo de la ciudad. Los habitantes de Focea reciben el nombre de foceos o focenses.
(3) La copelación es un proceso de refinado de la metalurgia en el que las menas o metales aleados se tratan a temperaturas muy altas y en operaciones controladas para separar los metales nobles, como el oro y la plata, a partir de metales de base como plomo, cobre, zinc, arsénico, antimonio o bismuto, presentes en el mineral.
(4) Las monteras de hierro o gossan son rocas formadas por la oxidación de sulfuros de hierro que pueden formar depósitos minerales. La formación de las monteras de hierro depende de factores como el clima, la composición inicial de los sulfuros, el nivel freático o el relieve. Su presencia puede aportar información sobre yacimientos minerales que puedan estar presentes en profundidad, o bien constituir yacimientos por sí mismas. Pueden ser fuentes de oro, plata y estaño.
(5) Se denomina fíbula a todo tipo de piezas, metálicas o de hueso, utilizadas en la antigüedad para unir o sujetar alguna de las prendas que componían el vestido, ya que los botones no se desarrollaron hasta muy entrada la Edad Media. Las más comunes tienen una forma parecida a los modernos imperdibles.
(6) Los logógrafos eran escritores que cobraban por componer discursos para que otros oradores los pronunciaran. Debieron existir ya desde muy antiguo, desde el momento en que Solón (siglos VII ‑ VI a. C .) estableció la obligación de que todos los acusados se defendieran personalmente ante los jueces.

Tartessos, una civilización por descubrir