viernes. 30.08.2024
libro_cecilia

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

Fran Nieto |

Era feliz en su matrimonio, aunque su marido era el mismo demonio...; Dama, dama de alta cuna, de baja cama...; Mi querida España, esa España mía, esa España nuestra... Seguro que los que ya peinan canas podrían cantar de memoria estas tonadillas de Cecilia que son ya historia de la música melódica española. Pero no muchos saben que existió un disco compuesto por ella justo antes de fallecer en aquel fatídico accidente de coche con el que, al igual que ocurrió con otro grande como Nino Bravo, se truncó una carrera que apuntaba muy alto; un conjunto de canciones muy diferentes de las que le dieron fama y que el libro que nos ocupa viene a reivindicar como se merece.

A muchos no les sonarán títulos como Me quedaré soltera; Si no fuera porque...; Un millón de sueños; Cuando era pequeña o Mi ciudad, y es una pena, porque desde el primer al último corte podemos decir que nos hallamos ante una auténtica maravilla enterrada por el paso del tiempo. Eduardo Bravo, periodista freelance y autor de ensayos musicales muy recomendables (Villa Wanda; Lo increible es la verdad...) ha sabido apreciar todo lo bueno que tiene este disco y así analiza el momento histórico y el proceso de su creación, haciendo hincapié en todos aquellos aspectos que ensalzan la figura de una mujer revolucionaria en su música y por ende adelantada al poco tiempo que le tocó vivir.

No muchos saben que existió un disco compuesto por ella justo antes de fallecer en aquel fatídico accidente de coche

La primera recomendación de quien esto escribe es que antes de leer el ensayo escuchen detenidamente el disco. Es bueno llegar a él sabiendo de antemano lo menos posible. 

Seguro que se sorprenderán ante sus agudas letras y ese poso de crítica soslayada que envuelve cada una de sus canciones, con temáticas que recorren elementos aún hoy tan candentes como la memoria histórica; la especulación inmobiliaria o la reivindicación de la feminidad. Y se preguntarán cómo han tardado tanto tiempo en darse cuenta de la existencia de esta joya. Luego sí, vale la pena sumergirse en las, por desgracia, breves páginas (el libro tiene noventa y dos páginas que se leen en un suspiro) que el autor dedica a escudriñar todo lo que tuvo que ver antes, entre y después de su limitada publicación.

Aún no hemos comentado que el vinilo salió a la venta en 1973, tres años antes de que la cantautora falleciera, y tal como se nos cuenta en uno de los capítulos, el que cierra la narración, no es que fuera precisamente muy bien recibido por el público, aunque si lo hiciera por cierto sector de la crítica musical, que reconoció sus influencias de otros cantautores coetáneos como Paul Simon o nuestro Joan Manuel Serrat

El autor se encarga de reclamar mediante un ensayo de obligatoria lectura para todos los apasionados de la música en general y de la malograda Evangelina

Aunque ya se empezaba a notar algún atisbo de cambio en la sociedad española, Franco todavía seguía vivito y coleando y algunas de las proclamas que se podían extraer de algunas composiciones todavía podían sonar a mera provocación. Sin ir más lejos, la foto de la portada del disco, obra de Paco Ontañón, nos insinúa que la cantante está empbarazada. El mismo fotógrafo ya había ilustrado la portada del primer disco de la cantante con una guante de boxeo en su mano derecha para dar a entender que se trataba de una pieza combativa. 

Muchos no entendieron que se hablara de temas tan complicados como el suicidio, la emancipación familiar, el amor existencial y elegíaco, las consecuencias de la guerra civil española o incluso de los propios recuerdos teñidos de un color gris tirando a negro. 

Con el paso de los años, y con la nitidez que da la perspectiva histórica, acudimos a este disco como un perro verde que se incrustó entre el primer y tercer álbum de la artista, dos auténticos pelotazos que seguramente serán más recordados por el torrente de exitazos instantáneos que provocó, pero que no pueden ni deben ensombrecer este alegato más íntimo y recogido que ahora el autor se encarga de reclamar mediante un ensayo de obligatoria lectura para todos los apasionados de la música en general y de la malograda Evangelina (nombre verdadero de Cecilia) en particular. 

‘Cecilia 2. La historia del disco que no pudo ser’, de Eduardo Bravo