domingo. 30.06.2024
Sabina Urraca

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Susana G. Herce 

De sus ojos brillantes ha desaparecido un momento la oscuridad del garaje. Es de nuevo una niña demasiado lista jugando junto a las regaderas de piedra por las que baja la sangre. Como muestra esta cita del libro, El celo de Sabina Urraca es una belleza. Una belleza descarnada, por momentos cruel, que te arranca el corazón y lo escacha para insertarlo después, entero y de una pieza, en otra parte del cuerpo completamente descolocado, ensanchado y abierto. Dolorido y vivo. 

Sabina Urraca ha creado una ficción repleta de ternura y dolor, de lírica y terror, de caricias y heridas, de ironía y escatología, de deseo y violencias, de oralidad y silencios, de animalidad y sometimientos. 

El hilo conductor es la relación entre la Perra un animal abandonado y la Humana una mujer víctima de violencia de género. Ella, sumida en un grave trastorno de estrés postraumático, en una noche de rave y bajo la protección que le ofrece los efectos del mdma encuentra al animal y se lo lleva a su casa. Esta acción inconsciente más bien puro instinto es el inicio de la relación entre ambas y el arranque de la novela. La perra sangra, anuncio de su inminente celo, lo que llevará a la protagonista a un terreno de incertidumbre mayor y a la búsqueda de respuestas o salidas. 

Sabina Urraca ha creado una ficción repleta de ternura y dolor, de lírica y terror, de caricias y heridas, de ironía y escatología, de deseo y violencias

La autora con su personalísima voz va desvelando a retazos y mordiscos la historia de la Humana en saltos temporales que parten de la vida actual de la protagonista a los momentos previos al trauma y que transitan su infancia y adolescencia acompañados de intervalos rebosantes de cuentos, conversaciones de la calle y diálogos sacados de foros en Internet. La narración baila de un lugar a otro en una estructura compleja y muy bien desarrollada que, con una envidiable maestría, tiene la capacidad de introducir al lector hasta la entraña del personaje de la Humana mostrado desde múltiples lados con toda su ambivalencia. 

A la Humana la acompañan otros personajes femeninos heridos, rotos, violentados o domesticados. Su madre, su abuela, sus compañeras de terapia, viven buscando alivio y refugios que encuentran en las drogas (legales o ilegales), en todo tipo de terapias o en la comida, con el seguimiento de diversas dietas saludables, el cariño esencial de la cocina de puchero o la cata de unas imposibles mezclas gastronómicas. Y en las historias. Hay un uso muy poético del cobijo en los cuentos que a veces describe con bastante humor, amor y cierta incomprensión, pero que da a la novela una potente dimensión lírica. 

Especialmente hermosa es la relación que la autora ha creado de la protagonista con su abuela personaje turbio y ambiguo pero repleto de amor por ella, así como las ramificaciones que parten de la anciana, sushistorias, las que le narra de niña, terribles pero al mismo tiempo fascinantes y todo un arrullo para la criatura. O las bizarras derivas que comete por la pérdida de su memoria consecuencia del Alzheimer. Maravillosos, por citar solo un par de ejemplos, son el capítulo en el que describe la vuelta al pueblo para acompañar a su abuelo en el tránsito hacia la muerte y que hila con el momento de climax y mayor terror en su tremenda relación con su ex novio, o en el que se detiene en la triste vida de la niña Candita y su conexión con la madre de la protagonista, personaje que es, a su manera, otro animal superviviente y herido en búsqueda continua que ama a su hija pero que no sabe que hacer con ese amor.

La novela es un terrible relato de las formas que toman las violencias machistas, de sus maldiciones, de lo difícil que es identificarlas y la enorme vulnerabilidad que provocan en sus víctimas

La Humana somatiza, la Humana observa, la Humana huye, la Humana busca lugares seguros, la Humana se entrega. La entrega es, casi sin darse cuenta, a esa perra y a Mecha, compañera de terapia y otro animal difícil de salvar. Y es en el desarrollo de su amor donde se va desplegando la narración y se muestran varios de los momentos más hondos y bellos del texto: el contacto físico descrito sin pudor entre la Humana y la Perra, su mutua mirada y descubrimiento, el espacio de ternura creado en el que la Humana se pregunta sobre el amor y sus bifurcaciones, sobre sus significados, sobre sus consecuencias. 

La novela es un terrible relato de las formas que toman las violencias machistas, de sus maldiciones, de lo difícil que es identificarlas y la enorme vulnerabilidad que provocan en sus víctimas. El terror que queda metido en el cuerpo. Su invisibilidad. Su incomprensión. El celo de los animales, incluido el de las humanas y los hombres, es una de las conexiones entre todas las derivas que se van narrando porque El celo cuenta historias en sus múltiples formatos (es muy interesante el uso de la oralidad en la novela) y como se nos quedan dentro. Nos habla sobre la herencia, el legado y el poder de la palabra, tanto la que ha sido dicha como de la que queda en silencio. Y de la dificultad de nombrar el miedo o el amor. También es una representación del descubrimiento de la hermandad entre mujeres, de la empatía, la ternura y el amparo en la carne o en los otros cuerpos.

El celo es, sin duda, una de las lecturas del año, apasionante ficción de la mano de una de las escritoras más interesantes del panorama nacional, un libro para perderse y empaparse de literatura a través de sus preguntas, significados, imágenes, simbolismos, poesía y asombro.

¿Y qué pasa si una bestia disfruta de la domesticación y no sabe vivir de otra manera? 

‘El celo’ de Sabina Urraca: sobre bestias, domesticaciones, el poder de los cuentos y...