A pesar de estar curados de espanto sobre sus viscerales reacciones, causa perplejidad el alboroto que la elección de cinco diputados de
Los portavoces habituales de la derechona se ha sentido provocados, esa es la palabra, provocados, porque un millón doscientos cincuenta mil ciudadanos han elegido a 5 personas
La reacción era esperable en los medios de desinformación y propaganda de la derecha más cerril, en el TDT Party, en la Gaceta y La razón, pero el ABC, que parece un medio más serio, no digo más liberal y tolerante, pues nunca lo ha sido, sino menos extremado, también se ha sumado al coro con argumentos de lo más peregrino.
Pablo Iglesias ha sido comparado con personajes, vivos y muertos, colocados en los polos opuestos del espectro político. Unos lo asimilan a Chávez y a Maduro, otros, más anticastristas lo asemejan a Fidel Castro, hay quien lo compara con Hitler y quien lo hace con Le Pen. Incluso Arriola, el estratega electoral del Partido Popular, se ha dignado opinar sobre un friki; para muchos es un antisistema, para otros un radical, pero todos aducen que postula una dictadura y alguno habla del modelo soviético.
Se debería esperar que una derecha que alardea de liberal y democrática se sintiera provocada por el auge de la ultraderecha en Europa, cuyo respaldo electoral ha sido mayor que el de
¿Están locos los voceros de la derecha? No, sólo están preocupados, pues perciben el peligro, no para la democracia, al contrario, sino para lo que ellos representan y defienden. Se sienten atacados y no andan errados, pues el programa de
Su instinto de casta les avisa del peligro que supone para su conducta habitual la exigencia de más control sobre los representantes políticos para acabar con abusos y privilegios; sus posiciones de clase les advierten sobre la intención de limitar el poder del capital en empresas e instituciones y sus resabios franquistas les previenen contra el emergente poder democrático que surge directamente de la indignación de la calle, al margen del actual sistema de partidos. Y todo eso se juzga intolerable.