La credibilidad del proyecto europeo se está jugando en buena medida en la gestión del escándalo fiscal que afecta a la multinacional Apple.
¿Cómo iban a dejarnos gobernar? Hubiéramos frustrado el botín de aquella “época loca” que con tanta precisión, y con tanta desvergüenza, describe en estos días el corrupto Marjaliza.
Cada vez queda menos tiempo para que las fuerzas políticas que recibieron un mandato de cambio en las elecciones del 20 de diciembre cumplan con su deber.
La paralización de la LOMCE supone el primer paso para su derogación efectiva y su sustitución por un nuevo marco regulatorio.
El fanatismo criminal no es nuevo, por tanto, pero la globalización social y mediática proporciona una nueva dimensión a sus actos.
Si el sistema ya no proporciona satisfacciones a buena parte de la población, ¿por qué nos extraña que la población reaccione contra el sistema?
No se combate la eurofobia con renuncias paulatinas y constantes a los principios europeístas. De esta manera se acrecienta su base social y su influencia.
No es lícito es que un partido de derechas, por renovado y moderno que se considere, intente hacerse pasar por lo que no es.
El linchamiento mediático que ha sufrido Jeremy Corbyn desde el minuto uno de su elección como nuevo líder laborista en el Reino Unido no tiene precedentes.
La Arcadia feliz de Rajoy solo aparece en sus mentiras estadísticas. Mientras su economía de cartón piedra se recupera, los españoles se empobrecen.
La propuesta del PSOE demuestra cómo la socialdemocracia es capaz de mantener objetivos y valores.