Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna
Están errados, monseñores. La pederastia no es un "pecado canónico" que se arregla en un confesionario y unos padrenuestros y con unos eurillos a algunas víctimas, en la vieja lógica del "yo me lo guiso, yo me lo como".
No, monseñores, no. La pederastia es un horrendo crimen contra niños indefensos perfectamente identificado en el Código Penal español. Y a él tienen que atenerse. No estamos ante "pecados" que ustedes tapan o pretenden resolver a su antojo cuando ya no pueden tapar esos crímenes.
Es responsabilidad del Estado de Derecho investigar, juzgar y castigar a los pederastas, sean curas, notarios o encofradores. No es, por lo tanto, una cuestión privada de la Iglesia, católica, por supuesto.
Y en cuanto a indemnizar a las víctimas, compete también a la justicia ordinaria. ¿O tal vez están pensando, audaces monseñores, en indemnizar a las víctimas con los abundantes millones que les transfiere el Estado y que proceden, obviamente, de mis impuestos?
Ni se les ocurra, pues al delito de pederastia añadirían el de malversación de recursos públicos.
Monseñores, como ciudadano bautizado apenas unas horas después de que me pariera mi madre, me siento legitimado para darles dos consejos:
… Lean, o relean, aquella parte del Evangelio en la que Cristo describe lo que habría que hacer a los criminales que practican la pederastia. Lo de echarlos al mar con una enorme piedra atada al cuello y eso. En nuestros días la pena de muerte ya está erradicada en todos los ámbitos y supuestos. Eso que nos ahorramos.
… Si realmente quieren contribuir a erradicar de verdad esta pandemia horrible de la pederastia, colaboren lealmente con las autoridades estatales y judiciales legales y legitimadas para ello, y abandonen toda tentación -y esperanza- del arreglete en las sombras... eclesiales, por supuesto.
Amén.
