martes. 13.08.2024
Boletín Oficial del Grande Oriente Español (25/02/1911) e imagen de Shūsui Kōtoku
Boletín Oficial del Grande Oriente Español (25/02/1911) e imagen de Shūsui Kōtoku

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@Montagut | En enero de 1906 el Gobierno japonés autorizó la existencia del Partido Socialista del Japón. Esta formación fue fruto de la unión de diversas tendencias. Entre ellas destacaría la que seguía a Kotoku, un periodista que conocía la realidad obrera norteamericana y procedía del universo anarquista. Kotoku tradujo al japonés a Kropotkin, con el que se carteó desde California. Kotoku rechazaba el juego político. Creía que ningún partido socialista había podido transformar la sociedad empleando la vía parlamentaria, lo que suponía una crítica tanto al socialismo alemán como al laborismo británico. Participar en la política era distraer esfuerzos para emprender la verdadera lucha, que no era otra que la que enfrentaba a los obreros con los capitalistas. El principal instrumento de negociación debía ser la huelga.

Por otro lado, existía otro grupo en el Partido con Katayama y Tatsuji como principales líderes, partidario del juego político con un programa de reformas sociales.

Kotoku rechazaba el juego político. Creía que ningún partido socialista había podido transformar la sociedad empleando la vía parlamentaria

Kotoku exigió al Partido que emprendiera claramente acciones directas, como defendía el anarcosindicalismo. Este hecho produjo la ruptura de la formación política en dos sectores en febrero de 1908, el plenamente revolucionario y el más reformista. Pero el Gobierno japonés no quería ni a unos ni a otros y reprimió con dureza a los socialistas y a los anarquistas. De hecho, después de ser detenidos unos anarquistas con bombas, un nutrido grupo fue acusado de organizar un supuesto complot contra el emperador. Kotoku fue condenado a muerte y ahorcado el 24 de enero de 1911. Su compañera fue ejecutada al día siguiente. Por su parte, Katayama tuvo que abandonar el país. En vísperas de la Primera Guerra Mundial el movimiento obrero japonés parecía desarticulado.

En otro trabajo estudiamos la reacción del socialismo español ante esta ejecución. Pues bien, hoy, de forma muy breve, recordamos que la Masonería española se horrorizó ante este hecho también, que tuvo, como sabemos, una honda repercusión en Occidente.

La Francmasonería, fiel a sus principios, abominaba de todo procedimiento de fuerza y, en consecuencia, contraria a la pena de muerte

Así pues, el Grande Oriente Español, a través de su Boletín Oficial, en su número del 25 de febrero de 1911 expresó en su sección de noticias que la Francmasonería, fiel a sus principios, abominaba de todo procedimiento de fuerza, y a todo derramamiento de sangre, siendo, en consecuencia, contraria a la pena de muerte.

Por esas razones y por su “entrañable amor a la Humanidad”, lamentaba las ejecuciones del Dr. Kotoku, de su compañera y de diez camaradas de éstos, decapitados por el delito de conspiración contra los “poderes tiránicos” de aquel país.

El Grande Oriente Español consideraba que faltaría a los más elementales deberes masónicos si no consignara los lamentos por este “triste acontecimiento” que estaban enviando las distintas logias al Gran Consejo de la Orden. Había que terminar con “estos desdichados ataques a los fueros de la Humanidad”.

La Masonería española y la ejecución de Kotoku en 1911