domingo. 13.10.2024
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Imagen de archivo.

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La proyección de la película “El 47”, interesantísima obra protagonizada por Eduard Fernández y Clara Segura, nos retrotrae a hechos reales de un pasado reciente. Un pasado de lucha para conquistar derechos básicos de ciudadanía y por tanto de democracia.

Es cierto, como bien nos indican Marc Andreu y Carmen Barrios en sus artículos, que el film obvia elementos fundamentales que ayudarían a entender la acción del secuestro del autobús 47. Un secuestro que tenía como objetivo demostrar que el transporte público SI podía llegar al barrio.

 

La acción de Manolo Vital no fué una acción de activista en un marco movimentista, si no que fué la puesta en práctica de decisiones y parte de acciones colectivas, fue un acto militante, de un militante del PSUC y de CCOO que siempre colaboró activamente en estas acciones en defensa de derechos.

Hablamos de una acción colectiva que no se circunscribe al secuestro del 47 pues hubo otras muchas acciones y otros secuestros de autobuses, como parte del combate por los derechos, por tener unas vidas dignas. Solo recordar que un año antes de los hechos del 47, Maruja Ruiz, militante del PSUC, de la AAVV del distrito de Nou Barris, y de CCOO, impulsó y realizó una acción similar a la de Manolo Vital con final en comisaría.

Esta película, los hechos que se narran, nos evidencian una realidad en la que no se ha profundizado todo lo necesario

Esta película, los hechos que se narran, nos evidencian una realidad en la que no se ha profundizado todo lo necesario. Los barrios ubicados donde “la ciudad” tenía sus límites y que algunos, ayer y aún hoy con cierto tono despreciativo, tildaron como “barriadas” (espacios geográficos de periferias urbanas y de construcciones de baja calidad). Barrios sin servicios,que acogían a las clases trabajadoras llegadas a las ciudades, con viviendas de autoconstrucción que, durante las noches y festivos, crecían, y en algunos casos con techos de uralita, barracas en definitiva.

Esto es un hecho de carácter internacional, así tenemos el caso de “las poblaciones “ en Santiago de Chile (Víctor Jara publicó un bonito disco dedicado a los pobladores y las poblaciones), en Distrito Federal de México, las villas miseria de Buenos Aires….

Haber vivido los primeros años en un habitáculo de este tipo, sin agua corriente, en el barrio de Las Arenas de Terrassa, que fué golpeado duramente por la riada de 1962, deja una importante huella en el recuerdo.

En estos barrios, en los límites de “las ciudades”, vivía una gran mayoría de las clases trabajadoras que atraídas por el desarrollismo y en busca de un futuro mejor, abandonaban las situaciones de mayor miseria en los pueblos de otras latitudes. También hubo, y no fueron pocos, los que huían de la persecución política.

Es en estas realidades donde se desarrolla con fuerza, la lucha por derechos, por servicios, vida y vivienda digna, favoreciendo las posiciones antifranquistas, creciendo las militancias políticas que se conectaban, dada su condición social, con la defensa de los derechos de las clases trabajadoras, en especial en el PCE, PSUC en Catalunya, CCOO, y de manera muy importante la Juventud Comunista ( UJCE/JCC ), que en la ciudad  de Terrassa tuvo un desarrollo muy importante llevando a cabo un ingente trabajo político y social.

Hoy la lucha por la vivienda y los derechos de ciudadanía, como ayer, forma parte de la lucha de clases

Trato de señalar que fueron luchas colectivas y no activismos individuales. Conocer el pasado, la realidad de donde venimos, reconocer las conquistas fruto de la acción colectiva que empujó con fuerza para la consecución de derechos y la democracia, es algo imprescindible para realizar, hoy, planteamientos políticos sin caer en la nostalgia ni la añoranza.

Hoy la lucha por la vivienda y los derechos de ciudadanía, como ayer, forma parte de la lucha de clases, y se ha convertido en una cuestión absolutamente central y clave. 

Se trata de combatir el rentismo, los grandes rentistas, los fondos buitres y sus portavoces políticos, denunciar y combatir los intentos de promocionar infraviviendas donde, como no, se ubicaran clases trabajadoras (jóvenes y no jóvenes), topar los precios de alquileres, promocionar vivienda pública y alquiles públicos; en definitiva, avanzar democráticamente y socialmente. 

Esto, hoy, es algo vital pues la democracia favorece la consecución de una vivienda y una vida digna o por el contrario los enemigos de la democracia tienen campo abonado.

Como ayer, para este combate, las actuaciones no pueden ser fruto de activismo, de voluntarismo, aunque sea en apoyo de los positivos intentos políticos regulatorios desde instancias parlamentarias. Hay que impulsar la acción colectiva, la militancia por la democracia, los derechos sociales, la vivienda digna. Se necesita organización, amplia, que empuje con fuerza suficiente, parando la ofensiva destructora de derechos.

El combate por la vivienda y una vida digna