En el presente año, en Estados Unidos se han repetidos algunos casos que reflejan cierta desidia en el comportamiento policial en relación al control de las playas, sin el esmero que merece el turismo.
El último suceso se ha producido en New Jersey, cuando en una playa concurrida se produjo un alboroto y el susto de los bañistas y de las personas que estaban disfrutando de la arena, el sol y el agua. El caso se produjo a partir de una incorrecta intervención de un vehículo de la policía local que, desplazándose por la playa en un momento de gran afluencia, atropelló literalmente a un turista que se encontraba placenteramente tendido sobre su toalla. El susto y el griterío de las personas presentes generó la lógica conmoción, estropeando el día de asueto de los afectados.
Evidentemente se trató de un accidente. Lo malo es que no es la primera vez que se produce un suceso similar. Y ya sabemos que la repetición de una anécdota se termina convirtiendo en categoría.
En efecto: el pasado 29 de mayo tuvo lugar un hecho similar en otra playa; esta vez en la Daytona Beach en Florida, donde dos chicas que habían ido a pasar un par de días festivos estaban tomando el sol en la playa y otro vehículo policial, en este caso de Vigilancia y Rescate, también les pasó por encima, teniendo que ser atendidas en el hospital.
Unos casos que dicen poco de la capacitación del personal policial y de vigilancia para el desarrollo de su tarea en lugares concurridos de ocio. Y que también dice muy poco del esmero que hay que poner en el cuidado de una actividad como la del ocio y el turismo, que concurren precisamente en las playas.
Una desidia muy poco apropiada en un país que pretende ser nada menos que el líder del mundo. Y que, por desgracia, tiene numerosos casos más graves de actuaciones inapropiadas e incluso delictivas de miembros de su policía, como aparecen continuamente en los medios de comunicación internacionales.
Alice Sun
