sábado. 14.09.2024
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Residencia embajador de Venezuela en Madrid.

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Las relaciones entre España y Venezuela se están deteriorando por momentos. Lejos quedan ya aquellos tiempos felices en los que José Luis Ábalos llevaba las maletas a Delcy Rodríguez o José Luis Rodríguez Zapatero era recibido en el caraqueño Palacio de Miraflores con los honores debidos a un amigo muy cercano.

Eso permitía una estancia pacífica, y productiva, de las principales empresas españolas en Venezuela a través de sus correspondientes sucursales. Y, por supuesto, el funcionamiento de un puente aéreo entre ambos pueblos hermanos mediante cinco compañías aéreas que cubren vuelos diarios en uno y otro sentido. Por último, pero no menos importante, posibilitaba que, de vez en cuando, la "Roja" (con perdón) española jugara al fútbol contra la "Vinotinto" venezolana.

Cuando el PP gobierna y detecta algún riesgo de ataque a la democracia y/o a los derechos humanos, se apresta a la guerra

Pero, todo eso apunta a que puede pasar a la historia, esa en la que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Resulta que una decisión, aparentemente inocua, del Congreso de los Diputados español, ha sido acogida por las histriónicas autoridades venezolanas con, también, una aparente sensación de que España está a punto de declararles la guerra.

En principio no les debería faltar algo de razón. Cuando el Partido Popular gobierna y detecta algún riesgo de ataque a la democracia y/o a los derechos humanos, se apresta a la guerra. Me remito a la isla de Perejil, cuando llegamos, incluso, a madrugar para atacar "al alba" o a Irak, cuando, todo por la foto, llegamos a acompañar a Bush no solo a la isla de las Azores, sino al mismísimo país asiático a jubilar a Sadam Hussein. Buenos son, los del PP, con los derechos de las personas y las cabras.

En este caso, parece que el régimen bolivariano está dispuesto a hacer, cuando haga falta, elecciones, también a la bolivariana, que le permitan a Maduro morir en la cama, como el que tuvimos aquí. Por ello, se podría pensar en que España estaría dispuesta a enviar a Venezuela a nuestra armada, con o sin infanta, como hizo Inglaterra en su momento con Argentina.

En aquel caso, the Iron Lady envió a las Malvinas dos portaviones, varios destructores y fragatas y algunos otros barcos de ataque anfibio, de acompañamiento, etc. Y, además, lo que se anunciaba como el arma definitiva, alguna compañía del Regimiento de Rifleros Gurkas que, a pesar del nombre, eran famosos por el uso de los cuchillos Kukris con los que degollaban a sus enemigos antes de comérselos crudos. Esto, al menos, es lo que decía la maquina de prensa británica para que los argentinos se rindieran antes, incluso, de entrar en combate.

Que no se alarme Maduro. España no tiene una Margaret Thatcher. Díaz Ayuso está de prácticas y, todavía no tiene la preparación necesaria para ello

Pero, que no se alarme Maduro. España no tiene una Margaret Thatcher. Díaz Ayuso está de prácticas y, todavía no tiene la preparación necesaria para ello. Además, es sabido, en Madrid no hay playa. Tampoco la armada española tiene los medios materiales de la Royal Army. Y, sobre todo, no tenemos gurkas. El que no tengamos Malvinas no sería un impedimento, ya que, a falta de islas, tenemos empresas allí, pero, como digo, nos falta todo lo anterior.

Así pues, que nadie se preocupe, que la sangre no va a llegar al río. Llegará, eso sí, la tinta a los periódicos y el ruido a las tertulias, pero, espero que nada más. Con lo que hay que contar, a este respecto, es con la respuesta del PP a la reacción venezolana. Culparán del asunto a Monedero y Pablo Iglesias, a Begoña Gómez (ojo, que lo puede investigar el juez Peinado) o, lo que es más probable, directamente a Pedro Sánchez. Pero, como digo, que no espere nadie un madrugón "al alba" como el de Perejil. Como mucho, pueden presentar una propuesta instando al Gobierno a declarar la guerra. Pueden también, sobre todo si lo hacen en el Senado, ganar la votación, lo que les permitiría a sus señorías aplaudir enfervorizadamente como cuando decidieron entrar en la guerra de Irak. Pero hasta ahí. Porque, ahora, no gobiernan.

Afortunadamente, ya que, con lo calmada que ahora está Cataluña, no sería conveniente provocar otra Semana Trágica en Barcelona como cuando se pretendió embarcar a oriundos de allí con destino a la guerra de África.

Con los Real Madrid-Barça ya tenemos suficiente.

Porqué no declaramos la guerra a Venezuela