domingo. 30.06.2024

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Cuando se llega a la vejez, se entra en un proceso irreversible que culmina con el fin de una existencia. Y con las civilizaciones del mundo sucede exactamente lo mismo. Por desgracia, a la nuestra le ha llegado su turno.

Cuando los imperios se hacen viejos, se vuelven sordos, ciegos, egoístas, y muy agresivos. No a todos los viejos les ocurre esto, pero sí a todos los imperios, y tal vez esos comportamientos tengan la misma causa: el miedo a desaparecer.

¿Está ocurriendo eso en esta civilización agónica?

En nuestras civilizaciones históricas, aun siendo muchas de ellas contemporáneas, mayormente no se conocían, dependiendo de su ubicación geográfica. Debido al medio físico en que se desarrollaron, las costumbres, cultura, tipos de viviendas y tradiciones de cada una fueron distintas y singulares. Sin embargo tenían cosas iguales o parecidas: regímenes autoritarios unidos a clases sacerdotales con ritos y ceremonias a veces sangrientas, luchas por el poder entre caudillos y bandos rivales, y amor a la riqueza, y a su acumulación   por las élites, lo que llevó a la desigualdad social y al esclavismo.

Cuando los imperios se hacen viejos, se vuelven sordos, ciegos, egoístas, y muy agresivos

Y ahora podemos preguntarnos: ¿Hay algo nuevo en nuestro tiempo que ya no estuviera presente hace miles de años? ¿Ha existido un verdadero avance hacia una superior civilización? Con solo abrir un diario encontramos las respuestas.

 Hoy, en esta especie de neo feudalismo globalizado por los mercachifles internacionales, parece que caminamos hacia una Sociedad de la Mismidad. Lo singular tiende a desaparecer; las culturas, viviendas, formas de trabajo, hábitos colectivos, formas de alimentarse y muchas cosas más- diversas en otras épocas- se han homologado en todo el llamado “primer mundo” que es el que domina en todo el Planeta y a la vez el que le arrastra a su perdición.

 El mundo occidental, en especial, se ha homologado; pero eso no significa que con ello hayamos ganado en igualdad, sostenibilidad, inteligencia, solidaridad, convivencia amable, pacifismo, altruismo, respeto al diferente, amor a la naturaleza y a los animales, belleza, salud, bondad o sabiduría. ¿Y no son estos, y sus semejantes, los verdaderos valores de una civilización que se precie?

Los viejos moldes del autoritarismo, la sed de poder y de poseer, la continuidad de la alianza milenaria entre religión, poder económico   y político para dominar a los pueblos, informan los contenidos de lo que se cuenta o se oculta a las gentes siglo tras siglo, y lo mismo en el presente. Hemos avanzado mucho en conocimientos científicos y psicológicos que han permitido grandes avances técnicos en la explotación de recursos naturales, en la industria o en el campo médico. Otra cosa es que no   existe la misma posibilidad para todos de acceder a su disfrute.

A este fracaso va a contribuir sin duda la destrucción acelerada de todos los ecosistemas, y la guerra que el capitalismo dominante necesita

Por lo que se refiere al campo de la mente, la psicología conductista aplicada a las masas,   y en tecnología   el desarrollo de la inteligencia artificial y su utilización en el campo laboral, el militar o en la vigilancia en cualquier campo, incluido el personal, han alcanzado un grado de refinamiento imposible de imaginar hasta no hace tanto. Sin embargo, a la vista de lo que está sucediendo en el Planeta y en nuestras vidas, constatamos con tristeza que la esencia de esta civilización es básicamente igual que la esencia de las antiguas ya señaladas, y por ello condenada de antemano al fracaso igual que las otras. A este fracaso va a contribuir sin duda la dilapidación salvaje de los recursos naturales, la destrucción acelerada de todos los ecosistemas, y la guerra que el capitalismo dominante necesita para mantener su imperio aunque sea   cavando su tumba y la tumba de esta civilización.

Siendo graves en extremo los males que nos acechan como especie en peligro, deberían obligar al conjunto del poder mundial a replantearse el sistema de producción y la dinámica absurda del enfrentamiento multipolar entre Estados por el dominio mundial, que reproduce una y otra vez el viejo comportamiento cainita y el enorme fracaso espiritual colectivo de la humanidad, con mayorías de individuos de conciencias dormidas arrastradas por sus egos y por los egos de quienes les dominan que nos conducen aceleradamente por el peor de los caminos hacia el peor de nuestro destino personal y colectivo.

La ausencia de conciencia social y de autonomía espiritual y ética, devenida en intelectual en forma de filosofías que niegan la dimensión espiritual y de religiones que la deforman y manipulan en beneficio de élites sacerdotales como en la antigüedad, impide a las masas tomar conciencia de las dimensiones plurales de su existencia, de su valía y poder y por ello las hace tan manipulables como barro en manos de alfarero. Y podemos estar seguros que los alfareros que lo manejan no tienen buenas intenciones y deberíamos verlos como lo que son: enemigos de la paz y de la vida. No podemos estar en sus manos. No deberíamos dejarnos morir de esta manera. No podemos ser tan viejos como ellos.

¿A dónde nos conduce esta Civilización?