NOVELA GRÁFICA

'El invasor', novela gráfica con tintes sociales

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Pablo D. Santonja | @datosantonja

Nos encontramos en una historia enmarcada por el COVID 19 en el que se procura contar una historia de la calle con tintes de denuncia social.

En “El invasor”, escrito por Alex Orbe y José Antonio Pérez Ledo, nos encontramos con dos personajes claramente diferenciados: Carol, una mystery shopper centrada en el mundo hotelero y Omar, un joven de 18 años recién salido del centro de acogida.

En esta historia viajan de forma paralela las dos vidas que chocarán por una casualidad propia originada por el estado de excepción establecido en la pandemia.

Ella, acostumbrada a viajar y al lujo, vive ajena a su núcleo familiar, cuya caída en la realidad de la cuarentena provoca la desidia de Netflix y comida basura.

Él es un inmigrante recién salido del centro de menores, que al cumplir los 18 le dejan en la calle como a muchos en ese recurso. Por decisiones que sólo pueden explicarse por exigencias del guion, empieza a mentir, quedándose en la calle, desamparado y viendo de un recurso de apoyo ciudadano. Así termina coqueteando con los bajos fondos de la ciudad, el trapicheo y los malos contactos.

En ese punto las historias se unen en un momento dramático, pues la protagonista recibe la llamada del fallecimiento del padre. Al acudir a su casa, descubre que un “invasor” ha vivido con el padre todo este tiempo. Las dos historias se entrelazan marcando una narrativa algo simple y lineal, con un clímax que, pudiendo ser emocionante, nos deja algo frío, al acometer, a mi parecer, un final de forma apresurada. 

Los momentos de problemática en nuestros personajes se ven algo forzados y la denuncia social cae en la vieja anécdota de “qué malo es el mundo con la gente vulnerable”, sin indagar o querer mancharse mucho las manos. Un relato correcto, sencillo, con una narrativa visual que acompaña perfectamente al texto, pero que al final deja una sensación de vacío, como si faltara algo, como necesitarás conocer el futuro de ambos personajes.  Se podría haber incidido más en todo lo que supuso el aislamiento en la época COVID, pero imagino, por declaraciones de los autores, que no era su objetivo principal.

Aun así, la moraleja y lectura que deja “El Invasor” es tan positiva como esperanzadora: siempre habrá personas buenas que planteen soluciones a lo que la institución no puede reparar. Porque, al fin y al cabo, esa red comunitaria es la que nos hace sociedad, por muy diferente que sea nuestro origen.