lunes. 22.07.2024

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Dice Chirbes en algún lugar de sus diarios que “el hombre no tiene tiempo para almacenar ordenadamente todo lo que los tiempos modernos han puesto a su alcance”, aunque intentemos mantener un orden aparente, enmarcado, nivelado y a la distancia exacta. Como las fotografías cedidas por la Fundación Chirbes para esta exposición que bien puede resumir la esencia de esta Mar de Músicas (o de Artes) que la acoge. 

Cuando el calendario festivalero anda repleto, encontrarse con la exposición de Chirbes, minimal, silenciosa y evocadora es cuando cobra todo el sentido regresar a Cartagena año tras año y bucear en su programación estos momentos más íntimos que le dan sentido a todo lo demás. Si la música es el corazón que late. El arte y la literatura son el cerebro que alimenta de significados y de miradas agudas, profundas y sabias. Un libro que acompaña el viaje.

Antes de llegar a este puerto de La Mar de Músicas conviene haber leído a Chirbes. En realidad, hay que haber leído siempre a Chirbes, para saborear con más profundidad los colores del Mediterráneo o de la vida. Nunca el viajero fue tan viajero como acompañado de su mirada. 

Hay que haber leído siempre a Chirbes, para saborear con más profundidad los colores del Mediterráneo o de la vida

En esta exposición inédita de fotografías de Chirbes encontramos la mirada primigenia y generadora, el motor que movía su deambular por el mundo. Ese instante que serviría como chispa creadora. 

Foto: José An. Montero

Una exposición austera, sin distracciones exteriores a las propias fotografías. Paredes blancas. Algún turista acompañado de un guía que baja a la Domus sin reparar en exceso. Un visitante que fotografía cada una de las fotografías. Un murmullo lejano más bien disparaba de una manera compulsiva buscando conservar momentos, flashes que están en sus escritos, colores del mediterráneo desde los barcos que lo llevan y lo traen hasta los verdes y rojos de los frutos de la tierra. Sin darle demasiada importancia a las cuestiones técnicas, la fotografía de Chirbes son ventanas abiertas que buscan esos momentos que dan sentido a los demás en cada viaje. Como también diría en ‘Mediterráneos’, “las imágenes no son sólo manchas de color, sino también el golpe violento de un aroma imprevisto y que llega cargado de recuerdos, el continuado latido del corazón que ha empezado a dejarse notar reclamando el papel de protagonista mientras el automóvil cruza los desolados espacios de la costa”.

La fotografía de Chirbes son ventanas abiertas que buscan esos momentos que dan sentido a los demás en cada viaje

Es posible que nunca se llegue a Chirbes, pero cuando se llega no se abandona jamás. Se convierte en un autor sobre el que asentar una manera de ver el mundo, con el que mirar también el “dorso oscuro del que las guías no hablan nunca y que se parece peligrosamente a nuestro propio cuarto de estar”. Si el fin del milenio, en el que Chirbes realizó las fotografías de esta exposición, no parecían invitar a “bellas metáforas. El Mediterráneo, el mar color de vino de Homero, como una sofocante bañera, como un paquidermo lleno de pulgas”.

Lo maravilloso de esta exposición, no es estar aquí, frente a las fotografías de Chirbes en Cartagena. Sino saber que estas fotografías existen o que existieron en la literatura de Chirbes. Saber que hay un lugar cierto, un hecho concreto, un instante preciso, un fragmento de vida, sobre el que Rafael Chirbes “escribirá la memoria del viajero fascinado y crítico que fue” y que en cualquier momento podemos abrir su obra y respirar ese mismo paisaje que “llevan dentro y que los demás no han sabido descubrir”. Quizá demasiado ocupados en hacer turismo. 

La exposición ‘Rafael Chirbes. Mediterráneos’ se puede visitar en la Sala Domus del Pórtico hasta el 1 de septiembre dentro de la sección La Mar de Artes del festival La Mar de Músicas. Cartagena (España).

Chirbes y la sofocante bañera mediterránea