viernes. 13.09.2024

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

Jaime Polo | @lovacaine

M. Night Shyamalan vuelve con "Trap", un thriller que oscila entre el suspense claustrofóbico y la diversión descaradamente ridícula. La premisa es simple: 30,000 fans atrapados en un concierto, 300 policías tratando de mantener el control y un asesino serial acechando en las sombras. Y, por supuesto, no hay escape. Lo que a primera vista podría parecer un típico thriller de manual, Shyamalan lo convierte en una experiencia extrañamente divertida, aunque a ratos desconcertante.

La película se siente como una conversación entre dos personas de la Generación X que intentan desesperadamente explicar a alguien lo que significa ser de la Generación Z. Desde los teléfonos levantados para grabar cada segundo, hasta los momentos incómodos de auto-consciencia digital, "Trap" está empapada de una cultura moderna que Shyamalan parece observar desde afuera, con una mezcla de fascinación y desconcierto. Hay algo deliciosamente absurdo en la forma en que retrata la obsesión por el entretenimiento en masa, donde el peligro acecha a plena vista, y los fans no se dan cuenta hasta que es demasiado tarde.

Lo que a primera vista podría parecer un típico thriller de manual, Shyamalan lo convierte en una experiencia extrañamente divertida, aunque a ratos desconcertante

El primer acto, que transcurre completamente en una arena cerrada, es el punto fuerte. Aquí, Shyamalan usa el espacio de manera brillante, volcando la situación: el asesino es quien siente la presión de escapar, mientras el suspenso aumenta con cada giro y cámara lenta. Es un cambio sutil pero efectivo, ya que la audiencia se encuentra identificándose más con el villano que con las potenciales víctimas. El segundo acto, ambientado en una casa que parece sacada de un rompecabezas macabro, sigue revelando lentamente las reglas del juego, dejando que el asesino intenta evadir su destino mientras el espectador se sumerge en una atmósfera de incertidumbre.

"Trap" no es una obra maestra del cine, pero es una montaña rusa de diversión que exige que te relajes, disfrutes del viaje

"Trap" se mueve entre el suspense genuino y momentos francamente ridículos que hacen imposible tomársela demasiado en serio. Y esa es su mayor virtud. La película sabe lo que es: un thriller que no teme ser tonto, que abraza el exceso, y que te invita a verlo con amigos para después reírse juntos y hablar sobre los momentos más absurdos. ¿Es un buen thriller? Sí, lo es. ¿Es una sátira de la cultura pop actual? Definitivamente. ¿Es divertida? Sin duda alguna.

Así que, al final, el verdadero truco de Shyamalan es haber hecho una película donde te preocupas lo suficiente por los personajes para sentir el suspense, pero donde también puedes disfrutar de la tontería inherente a un asesino serial en un concierto pop. "Trap" no es una obra maestra del cine, pero es una montaña rusa de diversión que exige que te relajes, disfrutes del viaje y, sí, te compres un helado después.

‘Trap’: 30.000 fans, un asesino y un concierto mortal