martes. 16.07.2024
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Fernando de Miguel Perdomo |

El 20 de julio de 1969 la humanidad llegó a la luna de manera literal: Armstrong y Aldrin descendieron en el módulo lunar Eagle y aterrizaron en la superficie lunar. El éxito de esta misión estadounidense marcó un hito monumental en la historia. También supuso un regalo para los conspiranoicos, que durante décadas han teorizado sobre marcianos y montajes de vídeo.

Greg Berlanti construye su película imaginando que el Apolo 11 fue toda una farsa, una campaña de marketing monumental. Pero la trama se centra especialmente en la relación entre los protagonistas. Es interesante porque están en un punto clave en sus carreras y para la historia mundial. Por lo demás, es una dinámica poco arriesgada. Por ejemplo, ella esconde motivaciones que aparecen de pronto, sin demasiados antecedentes.

Algunas veces el director pierde demasiado tiempo en explicaciones menores, y en otras ocasiones ya ha ocurrido algo de la trama importante casi sin dar oportunidad de verlo.

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Scarlett Johansson es Kelly Jones, una ejecutiva inmoral e implacable en las campañas de relaciones públicas para el Apolo. No le importa mentirle al mundo. Channing Tatum es Cole Davis, director de lanzamiento de la NASA, con más principios que Kelly.

Al elenco de alto nivel, se le une Woody Harrelson como Moe Berkus, un agente de la CIA que presiona a Kelly para que monte su vídeo falso de la llegada a la luna en un estudio privado.

El director decide recortar aspectos de la cinematografía en favor del montaje, lo cual da a la película que combina romance y comedia un tono más serio, aunque sea una versión parodia de la realidad.

Como dice la canción 'Fly Me to the Moon' de Frank Sinatra: 'Déjame jugar entre las estrellas.'

'Fly me to the moon': jugar con la verdad