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¿Alguien duda de por qué Begoña Gómez y David Sánchez están siendo perseguidos en medios, tribunas y tribunales? ¿Alguien duda de que tal persecución se debe a que son la esposa y el hermano del presidente socialista del Gobierno? ¿Y que de no darse ese parentesco no estarían hoy sometidos a tal persecución?
La Guardia Civil, la Fiscalía, los investigados, los testigos… todas las pruebas, informes y testimonios demuestran que no hay fundamento real alguno para estas persecuciones, fabricadas por organizaciones ultraderechistas, voceadas por sus altavoces mediáticos, y utilizadas arteramente por el PP como discurso exclusivo de oposición.
El propósito de la persecución de la familia del Presidente es bien evidente.
Pretenden deslegitimar al Gobierno legítimo que decidieron los españoles con su voto y que eligieron sus representantes en el Congreso.
Pretenden tapar las conquistas de este Gobierno para que la sociedad española gane prosperidad, derechos y bienestar, con crecimientos récord en PIB, en empleo, en estabilidad laboral, en aumento del salario mínimo, en inversión, en turismo, en energías alternativas, en digitalización, en llegada de fondos europeos…
La Guardia Civil, la Fiscalía, los investigados, los testigos… todas las pruebas, informes y testimonios demuestran que no hay fundamento real alguno para estas persecuciones
Pretenden quebrar la viabilidad parlamentaria alcanzada por el Gobierno, a pesar del fraccionamiento y la complejidad de los acuerdos en esta legislatura, con una reforma constitucional pactada, con la renovación histórica del CGPJ, con 12 leyes ya en el BOE, y con 495 de 527 votaciones ganadas en el Pleno del Congreso.
Pretenden disfrazar con falsas denuncias la falta de proyecto para el país de que adolece el PP de Feijóo, que carece de alternativa ante los grandes retos de la sociedad española, en la economía, el empleo, la modernización productiva, la política europea…
Pretenden aplicar las viejas tácticas de la derecha española para la caza al hombre, al hombre progresista, cuando no se ve capaz de ganarle en el Parlamento o en las urnas.
Pretenden desestabilizar emocionalmente a un hombre, el Presidente del Gobierno, mediante el ataque a su familia, porque no aciertan a combatir sus ideas y su gestión.
Pretenden enviar un mensaje claro y disuasorio a este Gobierno progresista y a cuantos pretendan serlo en el futuro: si eleváis el salario mínimo, si limitáis la precariedad de los empleos, si eleváis los impuestos a las grandes fortunas y patrimonios para financiar el bienestar general, perseguiremos a vuestras familias.
La caza al hombre no se ha limitado en este tiempo a la familia del Presidente. También se ha desencadenado, con la misma saña e idéntica falta de fundamento legítimo, contra Francina Armengol (Presidenta del Congreso), contra Álvaro García (Fiscal General del Estado), contra José Félix Tezanos (Presidente del CIS), contra Oscar Puente (Ministro de Transportes), y muchos más.
Pretenden desestabilizar emocionalmente a un hombre, el Presidente del Gobierno, mediante el ataque a su familia, porque no aciertan a combatir sus ideas y su gestión
Hemos de recordar los casos de Demetrio Madrid, de Juan Ramón Gómez Besterio, de Manuel Chaves, de José Antonio Griñán, de Magdalena Álvarez… y de tantos otros, perseguidos política, mediática y judicialmente, con acusaciones falsas, urdidas por la derecha para apartarlos arteramente de la escena política, y que se saldaron con largos procesamientos y exculpaciones a destiempo, cuando estaba hecho el daño terrible sobre ellos, sobre sus familias, sobre su honor, su prestigio personal, sus carreras profesionales y hasta su salud, en no pocos casos.
No son nuevas estas prácticas deleznables por parte de las derechas españolas, que ponen de manifiesto dos convicciones bien asentadas en su dirigencia a lo largo de la historia.
La sociedad española no ha compartido ni compartirá los valores desigualitarios e injustos de las derechas, por lo que nunca alcanzarán la mayoría electoral para el poder en condiciones de normalidad.
Prefieren socavar esa normalidad, con juego sucio incluso, antes que adaptar sus valores a las necesidades y demandas de la mayoría social.
Es lo que hay. Pero van a fracasar. Y vamos a seguir.
