Toda derrota es una frustración colectiva. Y esas frustraciones, sin explicaciones de los porqués y ningún propósito de enmienda tienden a cronificarse permanentemente en sus caminos de perdición.
Esta enfermera, desde sus 33 años trabajando en esta profesión en la Comunidad de Madrid, relata que jamás se ha sentido tan maltratada, humillada y atemorizada antes de ir al trabajo.