La familia Assad lo ha sido todo en Siria: con mano de hierro y corazón de hielo. Una familia-estado, prudente cuando había que serlo e implacable cuando las circunstancias lo han exigido.
Al comandante en jefe le da hasta cierto punto igual que le vuelvan la espalda viejas glorias del generalato o se le pongan de perfil en los cuartos de banderas.