domingo. 30.06.2024
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En la situación de postpandemia actual, las nuevas tecnologías han ganado aún más relevancia en nuestras vidas. El teletrabajo y la educación online están a la orden del día, y el uso de redes sociales va en aumento. Siendo las redes sociales más usadas: WhatsApp, Facebook, YouTube, Instagram y X. Y aunque esta herramienta nos permite estar en constante comunicación con nuestros amigos y familiares o entretenernos (entre otros usos), su uso también puede acarrear peligros. Estos peligros son de diversa índole, pero el peligro que trataremos en esta ocasión es la relación entre el uso de las redes sociales y el desarrollo de un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA).

Trastornos alimentarios

Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, en su quinta edición (DSM-V), los TCA se caracterizan por “una alteración persistente en la alimentación o en el comportamiento relacionado con la alimentación que lleva a una alteración en el consumo o en la absorción de alimentos y que causa un deterioro significativo de la salud física o del funcionamiento psicosocial”.

Las mujeres adolescentes o jóvenes son la población más vulnerable de sufrir un TCA

En cuanto a los factores individuales que pueden influir en padecer dichos trastornos encontramos que las mujeres adolescentes o jóvenes, son la población más vulnerable de sufrir un TCA. Además, los estudios en familiares y gemelos estiman que la genética puede explicar entre un 60% y un 80% de la vulnerabilidad en estos trastornos.

Por otro lado, también se ha investigado acerca de las variables de personalidad asociadas a los TCA. En esta línea encontramos una investigación, en la cual se encuestó a 604 estudiantes universitarios con una edad comprendida entre los 18 y los 36 años. Encontraron que tanto las mujeres como los hombres que cumplían criterios diagnósticos de TCA presentaban mayores niveles de neuroticismo, obsesión por la delgadez, bulimia, insatisfacción corporal y ascetismo, que los que no cumplían criterios.

También, se ha encontrado relación con el perfeccionismo y la rigidez cognitiva.

Además, encontraron que en hombres, tener criterios de padecer TCA se asoció con vivir en colegios mayores, con realizar “binge drinking” (ingesta de la mayor cantidad posible de alcohol en el menor tiempo posible), uso problemático de internet y mala salud percibida. En mujeres se relacionó con estudiar titulaciones diferentes a las ciencias de la salud, el uso problemático de internet, depresión, dolores menstruales y mala salud percibida.

En otra investigación se encontró una relación significativa entre el uso de estas redes con presencia de síntomas de Trastornos de la Conducta Alimentaria, vigilancia corporal y comparación ascendente (con una persona idealizada). Además, las usuarias de Instagram y Snapchat mostraron una peor experiencia en redes sociales, y una mayor tendencia a la vigilancia corporal y a la comparación ascendente. Se encontró, que las chicas con una cuenta de Instagram o Facebook eran significativamente más propensas a realizar ejercicio físico estricto y a saltarse las comidas, que las no usuarias. También, las chicas que usaban Snapchat puntuaron más alto en comer poca comida; saltarse las comidas; seguir un plan de alimentación estricto, realizar ejercicio físico estricto y presencia combinada de niveles clínicos de sobreevaluación de la forma y el peso con un comportamiento de TCA.

En los chicos, el uso de Instagram, Facebook y Snapchat se vio relacionado significativamente con saltarse las comidas y con presencia combinada de sobreevaluación con un comportamiento de TCA. otra investigación acerca de si subir fotos editadas a las redes sociales era un factor de riesgo de sufrir un TCA. La muestra estuvo compuesta por 2.485 estudiantes de psicología con una edad media de 19 años. Los resultados mostraron una relación significativa entre subir fotos editadas y mayores niveles de comer desorganizado. Además, se encontró que subir fotos editadas, y el uso problemático de Instagram (caracterizado por la comparación social) se relacionó en mayor medida con insatisfacción corporal, ansiedad y depresión, que la frecuencia de uso de Instagram

La red social Instagram está estrechamente relacionada con la imagen corporal y algunas actitudes en referencia a la alimentación

Por tanto, las redes sociales, si son utilizadas en la adolescencia (edad vulnerable) y la persona tiene unas características personales como perfeccionismo, baja autoestima, etc., puede ser una combinación muy negativa para la persona. Además, como se ha mencionado anteriormente, la persona publica imágenes con la intención de que sus iguales lo evalúen, por lo que puede ser realmente perjudicial para la persona si existen comentarios negativos hacia ella. En esta se concluye que la red social Instagram está estrechamente relacionada con la imagen corporal y algunas actitudes en referencia a la alimentación, además, también se identificó relación con algunos trastornos emocionales. Esto es debido, al menos, a dos factores: el tiempo de uso y la presión sociocultural. Cuanto mayor sea el tiempo de uso de esta red social más riesgo tiene la persona de desarrollar un TCA, puesto que un mayor tiempo en la red social, se relaciona con baja autoestima, ansiedad y depresión. El factor restante, la presión sociocultural a favor de la delgadez y los cánones de belleza da lugar a la comparación entre usuarios de Instagram.

Por otro lado, los trastornos alimentarios están aumentando a un ritmo alarmante. Las visitas a la sala de emergencias de las adolescentes que luchan contra afecciones como la anorexia o la bulimia se duplicaron de 2019 a 2021, según los CDC. Mientras tanto, las discusiones sobre los trastornos alimenticios y las autolesiones en X, anteriormente Twitter, se han quintuplicado.

Los científicos señalan a las redes sociales como la fuerza potencial que impulsa esta crisis de salud mental. En particular, la exposición en línea a imágenes corporales y lenguaje idealizados puede desencadenar autocomparaciones negativas, especialmente para los jóvenes usuarios de las redes sociales cuyas identidades y autoestima aún se están formando.

Ahora, una nueva investigación analiza cómo las dinámicas grupales de las redes sociales amplifican los comportamientos dañinos para la salud mental. Un equipo de investigadores del Instituto de Ciencias de la Información (ISI, por sus siglas en inglés) de la USC Viterbi descubrió que las plataformas sociales en línea crean un bucle de retroalimentación de contenido sobre trastornos alimentarios, atrapando a las personas vulnerables dentro de cámaras de eco a favor de la anorexia. 

"La dinámica social es quizás la fuerza más dañina en las redes sociales". "Los amigos que haces en línea pueden empeorar tu salud mental", dijo Kristina Lerman, autora principal del estudio y científica principal del ISI.

Hashtags dañinos

Para rastrear este "círculo vicioso" de comportamiento, Lerman y su equipo aprovecharon las herramientas de aprendizaje automático para analizar patrones entre millones de tuits. El estudio identificó por primera vez hashtags dañinos relacionados con los trastornos alimentarios, como #edtwt y #proana, abreviatura de "trastorno de edición de Twitter" y "pro-anorexia", respectivamente.

Descubrieron que este tipo de hashtags se usaban comúnmente en publicaciones con etiquetas relacionadas con conversaciones regulares sobre dieta y pérdida de peso, lo que demuestra que el contenido dañino es accesible y fácil de encontrar.

"Básicamente, estás a dos clics de ser absorbido por el círculo vicioso", dijo David Chu, primer autor del artículo y estudiante de doctorado en ciencias de la computación en la USC que trabaja en ISI.

Luego, los investigadores analizaron los patrones de interacción dentro de la red de hashtags para descubrir diferentes comunidades en línea por tema. Se centraron en 10 de los grupos más activos y luego utilizaron GPT-4, un modelo de lenguaje grande, para resumir el tema principal de conversación de cada uno.

Los resultados variaron de perjudiciales a favorables, incluidos los trastornos alimentarios, los estilos de vida saludables y la dieta cetogénica.

A continuación, los investigadores observaron cómo estas comunidades interactuaban entre sí. Chu describió el resultado como "asombroso". Aparecieron clusters, o cámaras de eco, donde decenas de miles de usuarios de la misma comunidad respondían y se retuiteaban entre sí, pero tenían poca interacción con grupos externos.

Esto significa que los usuarios en cámaras de eco a favor de la anorexia vieron contenido cada vez más tóxico sobre los trastornos alimentarios, con pocos puntos de vista alternativos. "Están siendo radicalizados por contenido muy dañino sin siquiera saberlo", dijo Chu.

El ciclo de comportamiento tiene similitud con un fenómeno bien estudiado: la radicalización en línea. Típicamente, este mecanismo se ha utilizado para explicar cómo los individuos se ven arrastrados a los extremos de la violencia y el terrorismo. Sin embargo, ahora también se está aplicando a comportamientos no violentos, como la polarización política, las teorías conspirativas y la salud mental.

Lerman y su equipo afirman que la propensión a la radicalización en temas tan dispares insinúa necesidades humanas universales insatisfechas que impulsan el comportamiento, como la necesidad de pertenecer.

Después de perfilar estas comunidades, ¿qué se puede hacer para ayudarlas? Los investigadores también proponen un nuevo método para medir las narrativas dañinas dentro de las comunidades en línea utilizando un modelo de lenguaje avanzado. El modelo se ajusta utilizando tweets de comunidades de trastornos alimentarios para que aprenda cómo hablan y actúe como representante de la comunidad.

Una vez entrenados para representar a un determinado grupo, los investigadores le preguntaron al modelo qué pensaba sobre los temas de los trastornos alimentarios. El objetivo era utilizar sus respuestas como método para medir el daño. "Si el modelo produce contenido dañino, entonces podemos inferir directamente que esas comunidades no son seguras", dijo Chu. Por ejemplo, cuando se le pregunta sobre las dietas, un modelo con actitudes a favor de los trastornos alimentarios podría responder con datos no científicos sobre la pérdida de peso o recomendar que "¡la anorexia es el camino a seguir!".

En comparación con el uso de usuarios reales, que pueden no revelar sus verdaderas actitudes debido al estigma, Lerman dijo que el modelo de lenguaje era "una forma mucho más sistemática de medir las actitudes hacia los trastornos alimentarios".

Datos clave del estudio:

  1. La investigación identifica un "círculo vicioso" en el que los usuarios pueden pasar rápidamente de ver contenido general sobre dietas a interactuar con material dañino a favor de la anorexia.
  2. Las cámaras de eco en las redes sociales refuerzan la exposición a contenido sobre trastornos alimentarios, con una interacción mínima con perspectivas opuestas o correctivas.
  3. El estudio sugiere el uso de modelos lingüísticos avanzados para medir y moderar sistemáticamente las narrativas dañinas dentro de las comunidades en línea, ofreciendo una solución potencial para mitigar estos efectos.

Por último, compartir esta reflexión de Hipócrates:

"Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina”.

Las redes sociales y los trastornos alimentarios