domingo. 30.06.2024
Reporteros gráficos en el Congreso de los Diputados
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Acabo de leer el libro de de Xavier Coller, catedrático de Ciencia Política de la UNED, titulado La teatralización de la política en España. Broncas, trifulcas, algaradas (2024).

Me detendré en primer lugar en el significado de “teatralización”, que el autor lo define como la ejecución en público -en el Congreso o el Senado, en una conferencia de prensa, en un mitin…- de unos comportamientos que visibilizan un conflicto entre actores políticos rivales que contrasta con los niveles de más acuerdo, consenso e inclusión en la actividad parlamentaria más regular e importante: la legislativa. Nuestros políticos escenifican el conflicto político de maneras diferentes. El repertorio podría agrupase en broncas, trifulcas y algaradas habituales, que reflejan con auténtica fruición los medios; manifestadas en insultos, acusaciones, gestos obscenos, insidias, exabruptos, aspavientos, ofensas, abucheos, zascas, gritos, desprecios, burlas, incluso amenazas o violencia simbólica. Estos hechos los estamos observando día tras día en el Parlamento. Pero, como señala el autor, en las cámaras hay otras actividades, como la legislativa, en comisiones o ponencias, que pasan en buena parte desapercibidas para el público. Es lo que denomina la “política invisible”, donde se alcanzan acuerdos, a través del diálogo. Un dato contundente de que no todo en las cámaras es gresca y algarada: Desde 1977 hasta julio de 2023, por término medio, las leyes se aprueban en el Congreso de los Diputados con un acuerdo del 90% (incluyendo las abstenciones), esto es, por término medio, hay un 10% de votos negativos en las votaciones de las leyes. Se incluyen las 384 leyes orgánicas que requieren la mayoría absoluta de votos. El índice de inclusividad es un verdadero indicador de la capacidad de atracción de los grupos mayoritarios hacia los rivales, de la incorporación de las minorías a la aprobación de la legislación. Este indicador se mueve entre 0 y 1. Cuando una ley solo recibe los votos del grupo (s) que apoya al Gobierno, el valor del índice es 0. Cuando a una ley no se opone nadie, entonces el índice es 1. El nivel de apoyo medio a las leyes en el Congreso, el grado de inclusión medio ha sido de 0,78 para el periodo que va desde 1977 a julio de 2023. En las cámaras autonómicas, la inclusión ha sido de 0,72 para el periodo de 1980 a mayo de 2023. Navarra es la autonomía en la que, por término medio, los partidos tienden más a cooperar, seguida de Cataluña, el Congreso, Canarias, País Vasco y Aragón. Estos datos son lo suficientemente convincentes para demostrar que en las cámaras se llegan a acuerdos y la teatralización tiene sus propias peculiaridades y causas de su presencia.

El índice de inclusividad es un verdadero indicador de la capacidad de atracción de los grupos mayoritarios hacia los rivales, de la incorporación de las minorías a la aprobación de la legislación

La teatralización irrumpe y se desarrolla especialmente en determinadas circunstancias: en los Plenos, cuando hay público (medios de comunicación), cuando se tratan determinados temas que hacen referencia a las creencias nucleares (por ejemplo, el tema territorial), cuando hay elecciones próximas, en escenarios multipartidistas, cuando se quiere marcar el territorio dentro y fuera del bloque ideológico (derecha-Izquierda). El libro se basa en una encuesta a una muestra de 557 parlamentarios de las 19 cámaras de representación en España y en 59 entrevistas semiestructuradas a una muestra motivada. En los Plenos hay más personas, más público, más iguales (correligionarios, compañeros de bancada), hay más focos, el guión está más o menos escrito, pero es más anónimo y, por tanto, más irresponsable, faciltador del hooliganismo, y hay expectativas de algarada. El Pleno, en terminología de las ciencias sociales, es un espacio sagrado en el que están todos los actores y acontecen cosas extraordinarias que no ocurren en el día a día, de la vida parlamentaria. Hay mayor teatralización cuando están presentes los medios, que acuden como las abejas a la miel. Y de esa teatralización con las algaradas e insultos son responsables en gran parte los medios. Puede servir de muestra del papel de los medios las palabras de un diputado/a de la Comunidad de Andalucía: En un Pleno reciente entró el tema de los eres, entró el cierre de una línea… entró la ludopatía en los centros educativos, el tema de la subida de los costes del comedor, entraron temas muy importantes. Temas chungos. El tema del empleo. Un montón de historias. Pero de lo único que hablaron los medios de comunicación al día siguiente fue el debate del Procés, que fue un debate que duró con intervenciones más reducidas, que se liquidó el debate en 45 minutos, en un Pleno que duró siete horas el primer día y 12 horas el siguiente. Es decir, en un pleno de 20 horas, cogieron un debate de 45 minutos, cuando hubo muchísimos acuerdos… Y en estos tiempos previos a las elecciones europeas, ha sido tema más importante para determinada clase política y la mayoría de los medios la denuncia de un grupo de extrema derecha, confeccionada a través de recortes de prensa. Para nada se ha hablado de otros temas: economía con la PAC, medio ambiente, la guerra de Ucrania, la situación geopolítica de la UE en el mundo. Vende mucho más el barro y el morbo. Es decir, los medios han practicado el seguidismo a la clase política.

Hay mayor teatralización cuando están presentes los medios, que acuden como las abejas a la miel. Y de esa teatralización con las algaradas e insultos son responsables en gran parte los medios

Los mismos diputados entrevistados perciben los efectos nocivos de la teatralización sobre la ciudadanía: polarización, radicalización, desafección y no credibilidad, desprestigio de la política y desconfianza y, lo más grave, la violencia. Realiza también algunas recomendaciones para corregirlos. Lo dicho no significa que no haya buenas relaciones entre diputados de diferentes partidos políticos. Pero, algo debería hacerse, desde un código ético en el Parlamento. No es de recibo que la presidenta del Congreso tenga que estar constantemente llamando la atención por su mal comportamiento a numerosos diputados. También, de entre los líderes de los dos principales partidos políticos, el que fuera me da igual, alguno debería descolgar el teléfono y llamar al otro, para evitar tales lamentables comportamientos. Los partidos políticos tendrían que ser más rigurosos a la hora de seleccionar sus candidatos. Hay una palabra que usa el autor, que me ha llamado la atención, es la Justanza, para que los diputados compartiesen el mismo espacio en el mismo momento realizando actividades conjuntas, como se hace en numerosas empresas, con el objetivo de fomentar cierta empatía y un clima organizativo no tóxico. Por supuesto, se debería eliminar una visión del político de otro partido, como si fuera un enemigo, que hay que eliminar y con el que no se puede hablar. La política democrática supone el conflicto, no todo el mundo puede pensar lo mismo, pero a través del diálogo se puede alcanzar el consenso, Y algunos diputados en la encuesta corroboran que el diálogo con el partido contrario les ha enriquecido, al aportarle determinadas ideas políticas. Señala que se podría pensar en alguna acción orientada a que nuestros representantes se conozcan un poco mejor más allá de las útiles celebraciones colectivas para Navidad cuando existen. Una oportunidad de oro puede venir de la mano de algún curso o seminario para representantes que llegan por primera vez a la cámara (alrededor de un 50% en cada elección) o también para los experimentados. En otros países, estos seminarios, abiertos al público los ofrecen organizaciones vinculadas con los parlamentos, como el caso del Institute for Goverrnment (Reino Unido) o el Groupe Canadien d´Étude des Parlements. Se les habla de cortesía parlamentaria, del uso del tiempo, de las relaciones con la sociedad civil. Esto no solo fomentaría el contacto entre los parlamentarios de diferentes partidos, sino que podría tener un impacto en las expectativas de lo que es un parlamentario y así evitar la teatralización. La sociedad debería ejercer un pertinente espíritu crítico y no sucumbir y disfrutar ante esas broncas, trifulcas y algaradas, porque si se producen es porque los políticos saben perfectamente que tienen muchos seguidores.

La política democrática supone el conflicto, no todo el mundo puede pensar lo mismo, pero a través del diálogo se puede alcanzar el consenso

Para completar la información sobre el libro he visionado en la Red su presentación en la UNED por parte de Xavier Coller, que mantiene un diálogo con Margarita León, profesora de Ciencia Política de la UAB, autora del libro El arte de pactar. Estado de bienestar, desigualdad y acuerdo social. Ambas publicaciones tienen bastantes puntos en común. En la parte final de la presentación Xavier Coller, recomienda con buen criterio que, en el currículo de sociales en la ESO y Bachiller, podría introducirse unas nociones sobre el funcionamiento de los Parlamentos. Conocer todo el trabajo legislativo, que nos afecta a todos los ciudadanos, sería una buena práctica de educación para la ciudadanía.

He tratado de realizar un resumen de lo fundamental del libro, que además está escrito de una manera muy didáctica, asequible para todos los públicos, lo cual es de agradecer. Por ejemplo, explica perfectamente la ley de May, que indica que hay una disparidad en las preferencias políticas de líderes, militantes y votantes. Tal disparidad adquiere una forma curvilínea (U invertida) de manera tal que los líderes y votantes suelen tener posiciones parecidas y más moderadas que los militantes del partido. Los afiliados, como término medio, suelen ser mucho más radicales que la población o incluso que sus dirigentes.

Como conclusión final, el libro podría servir de motivo para una profunda reflexión para la sociedad en su conjunto, y, por supuesto, para nuestra clase política.     

La teatralización de la política española