PENSIONES

Los viejos. ¿Es bueno para la economía jubilarse más tarde?

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A cuenta de los dos recientes informes emitidos por Fedea y el Banco de España.

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Han aparecido en poco tiempo dos informes cuando menos curiosos, en todo caso nada anecdóticos, de organizaciones de reconocida solvencia en el mundo académico y político, como son Fedea y el Banco de España. Menos curioso es que ni el gobierno, ni la izquierda ni tampoco la izquierda a la izquierda de la izquierda hayan comentado, hayan aprovechado para apuntar soluciones o, por lo menos, hayan esgrimido un “ya lo decíamos”. También puede ser que, como comentaremos hacia el final, los puentes entre el conocimiento y la política no funcionen y por eso no tengan nada que comentar. O bien pudiera ser que no se imaginen soluciones más allá de las puramente académicas sostenidas por el mainstream o también es que nunca acabaron de decir nada que permita ahora ese lapidario “ya os lo dije”.

Antes de comentar esas dos noticias, definamos la base académica, política y mediática contra las que contrastarlas.

La vejez, como problema

La culpa del problema de que los jóvenes de hoy no tengan la esperanza de disponer mañana pensiones dignas de jubilación, entre otros mil padeceres, es de los viejos de hoy, que tenemos la mala costumbre de preferir vivir con achaques a morir y dejar aquí tanta paz social como gloria divina en el más allá tengamos.

Así de claro lo expone José Ignacio Conde-Ruiz, subdirector de Fedea y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid:

Aumentar los impuestos para blindar las jubilaciones, sin considerar que la longevidad ha aumentado, implica que no van a quedar recursos para otros programas que benefician a los jóvenes y al crecimiento a largo plazo [...] Esta no-reforma sólo conseguirá retrasar la inevitable reforma del sistema de pensiones para adaptarlo al envejecimiento. Tras lamentar el valioso tiempo perdido poniendo parches al sistema, espero que quien tenga la responsabilidad de diseñar la reforma definitiva vele por el interés y bienestar de los jóvenes. O es así, o continuaran yéndose.” (El País, Una no-reforma de pensiones contra los jóvenes, 21/03/2023)

O Escrivá, que fue ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, en julio de 2021 (1):

«Tenemos que interiorizar que ellos no pueden soportar determinados costes y no me refiero sólo a las pensiones, sino a todas las políticas públicas. Hay que proteger a los jóvenes», ha indicado en una entrevista en La Sexta [,donde afirmó que] los trabajadores nacidos entre los años 50 y mitad de los 70 iban a tener que elegir entre trabajar más o cobrar menos prestación en su jubilación.”

O también un diario especializado en temas económicos, en marzo de 2024:

La factura mensual del gasto en pensiones contributivas de la Seguridad Social deja un nuevo récord, como es habitual. El desembolso ascendió a 12.693 millones de euros tras crecer un 6,2% respecto al mismo mes del año previo. De esta forma, el gasto en pensiones se situó en el 11,5% del producto interior bruto (PIB). Los datos mensuales reflejan que los nuevos jubilados del sistema perciben 1.562 euros de pensión, un 37% más que los 1.139 euros brutos que cobran los cotizantes menores de 25 años.” (José Miguel Arcos, redactor de Macroeconomía y Seguridad Social en elEconomista.es. Graduado en Periodismo por la UCM, La precariedad salarial de los jóvenes complica el pago de las futuras pensiones)

Por no hablar de la vivienda, otro de los padeceres de la juventud, que se solucionará cuando los baby boom, es decir mis amigos de la foto y yo, la palmen:

Antonio Modenés cree que el envejecimiento de la población española va a permitir una "vuelta al mercado" de "cientos de miles" de viviendas ya existentes cada año. Sin embargo, se valora el riesgo de que estos domicilios ya existentes se destinen a alquileres vacacionales, como ya está ocurriendo principalmente en la Comunidad Valenciana, Cataluña y Andalucía.” (Juan Antonio Módenes, investigador asociado en el Centro de Estudios Demográficos, 20 minutos, 18/06/2024)

(Todo esto merece un análisis más sosegado y menos populista-demagógico del que estoy desarrollando (2), y aunque pido excusas por ello, no me arrepiento, pues actúo así por la voluntad de llamar la atención sobre el despropósito que de lo anterior se sigue, pero vamos a lo que vamos...)

Ahora las noticias a las que nos referíamos al inicio.

Los viejos, como solución

El trabajo más allá de los 55, un tema de salud y también un asunto económico.

Fedea dice que:

Retrasar un año la salida del mercado laboral aumenta “significativamente” el riesgo de morir entre los 60 y los 69 años, según la actualización de un estudio publicado este miércoles por Fedea, que recomienda fijar distintas edades de retiro en función de las ocupaciones y establecer mecanismos de flexibilidad.” (Agencia EFE, 28/08/2024)

Y no ha mucho, Margarita Delgado, gobernadora en funciones del Banco de España, aprobó un informe donde se nos advertía, con un cierto grado de alarma, lo siguiente:

 “La gobernadora en funciones del Banco de España, Margarita Delgado, ha alertado de las dificultades que los cambios tecnológicos y el envejecimiento de la población van a suponer para el reemplazo generacional de la fuerza laboral en las próximas décadas.” (Agencia EFE, 05/07/2024)

Majete, diría un gato, hay dos soluciones:

La mejor, económicamente hablando, es directamente occisar a los mayores de 50 años, así ni taponarán oportunidades ni se morirán entre los 60 y los 69 años ¡Dos pájaros de un tiro!… Ya sé, es incluso más drástica que la ocurrencia del ministro japonés de Finanzas, Taro Aso, que afirmó en enero de 2013 que las personas mayores "deben darse prisa y morir para aliviar los gastos del Estado en su atención médica", pero también más efectiva y pone el foco en el problema: el problema somos los viejos de 50 o más años que o bien taponamos el acceso al empleo con nuestro egoísmo de seguir apoltronados en un empleo para toda la vida (la experiencia no cuenta ¿para qué?), o bien queremos que nuestras pensiones no pierdan poder adquisitivo (la dignidad en el vivir no cuenta ¿para qué?), egoísmo éste que nos sitúa sin duda al nivel de cualquier gran ejecutivo de una multinacional o de un banco nacional, que también quiere que sus pensiones de no menos de siete cifras en euros se revaloricen a la par que los beneficios de las empresas que dirigen...

(Personas con más de 55 años, imagen propia, con el permiso explícito de las personas que aparecen)

La otra: jubilar a los 55 años. Por cada año que se avanzara la jubilación, se crearían oportunidades de trabajo para los jóvenes y no tan jóvenes del orden de entre 0,5 y 1 millón de puestos a cubrir…

Hay unos 20M de trabajadores, de los que un 30% (en 2005, un 45%) son menores de 35 años, un 25% (en 2005, también un 25%) tienen entre 35 y 44 años , el resto, 45% (en 2005, un 30%), 45 años o más… ¿El tapón son los viejos? ¿Es rentable azuzar la guerra intergeneracional? No y sí.

No, porque el tapón son las condiciones de trabajo que acogotan tanto a los adultos mayores como a los adultos jóvenes. Un adulto mayor de 50 años, si contra su voluntad va al paro, tiene cero posibilidades de encontrar trabajo. Un adulto joven, si quiere trabajar, en la gran mayoría de casos -especialmente si es su primer trabajo- debe aceptar condiciones precarias y dando gracias. Y, a todo esto, los beneficios de las empresas (y es un dato que publican sin recato) no cejan en su empeño de subir. No solo mantenerse, sino aumentar.

Sí, porque siendo azuzados por la guerra intergeneracional, los adultos jóvenes se olvidan de otra lucha: la lucha de clases. Entiéndase, no la lucha de clases del obrero con mono contra el capitalista con sombrero de copa y puro. La lucha de clases entre los que, directa o indirectamente dependen del salario y los que se benefician -obtienen beneficios- del trabajo. Es triste ver a los adultos jóvenes mirar con aborrecimiento, cuando no odio, a los adultos mayores, y aún más si miran a los viejos que, según dicen Conde-Ruiz, Escrivá, Arcos y Módenes, les quitan el pan de la boca.

Fuente de los datos anteriores, donde también podemos leer perlas como ésta:

Por tanto, de acuerdo con los resultados presentados en este trabajo, en las últimas décadas el proceso de envejecimiento de la población española habría contribuido de forma notable a reducir el dinamismo de las tasas de entrada y salida del empleo, así como de los movimientos directos empleo-empleo. Hay que tener en cuenta que un mayor dinamismo de los flujos laborales puede indicar una mayor rotación en el mercado laboral debido a la temporalidad, que afecta principalmente a los trabajadores jóvenes […] De cara a las próximas décadas, el envejecimiento de la población trabajadora en España se acentuará -según todas las proyecciones disponibles-, lo que contribuirá, previsiblemente, a reducir aún más el dinamismo de los flujos laborales en nuestro mercado de trabajo. Si bien el grado de incertidumbre es muy elevado, este envejecimiento previsto podría dificultar, en ausencia de medidas correctoras -tanto en el ámbito puramente demográfico, como en términos de políticas de empleo y formativas (véase Banco de España, 2024)-, los procesos de reasignación sectorial y ocupacional de los trabajadores necesarios para las transiciones digital y energética y para el crecimiento de la productividad.”

(Anghel Brindusa y Sergio Puente. (2024). “El impacto del envejecimiento poblacional en los flujos de entrada y salida en el mercado de trabajo español”. Boletín Económico - Banco de España, 2024/T3, 07. Se permite la reproducción para fines docentes o sin ánimo de lucro, siempre que se cite la fuente. © Banco de España, Madrid, 2024. ISSN 1579-8623 (edición electrónica).

Y estrictamente así acaban los informantes el Informe. Sin soluciones. Lo que es normal, pues ¿qué soluciones podrían dar al problema de que trabajar más allá de los 60 años es peligroso para la salud o al problema de que el envejecimiento bloquea el relevo intergeneracional -y la transición digital y el incremento de la productividad- sino el de jubilar a los 60 años, o incluso antes? Ninguna. No pueden dar ninguna solución por que, por una vez, dicen verdad, pero una verdad que atenta contra su ideología.

Por cierto, los hay también de su ideología que no se lo piensan en aplicar esa solución, y que la aplican porque les es rentable económicamente, no porque sean buenos samaritanos.

Prejubilaciones en las grandes empresas en 2016.

(Fuente: Asunción Infante Fuentes, Cinco Días, El País, 08/06/2016)

En 2016, personas en ese limbo llamado prejubilación, pero que aún no cobran pensión, se estimaba que eran unas 300.000 (Fuente: Manuel V. Gómez y Antonio Maqueda, El País, 18/10/2016). En general, nos debemos alegrar por ellos, y también en general nos debemos entristecer por los que, queriendo, no pueden acceder a esa bendita posición y, además, se sienten -por que les acusan de ser- culpables por en su vejez fastidiar a los adultos jóvenes, a la transición digital y al buen fin de la productividad. Y para más inri, con mayor riesgo de morir innecesariamente antes.

A estos adultos jóvenes no estará de más recordarles que nosotros, los viejos, somos su futuro, y que sabemos de lo que hablamos porque ellos son nuestro pasado.

Escuchar a los que saben

Como decíamos, soluciones ¿para qué? Con azuzar la lucha intergeneracional el informe y los informantes ya han cumplido con su cometido. Otra cosa es el gobierno de coalición y las izquierdas que lo componen o dan soporte (de las derechas nacionalistas, ni que decir tiene que sabemos por donde iría su solución, y no sería por mejorar las condiciones de los adultos viejos o de los adultos jóvenes).

Decíamos al inicio que tal parece que “los puentes entre el conocimiento y la política no funcionan y por eso [los políticos] no se imaginan soluciones más allá de las puramente académicas sostenidas por el mainstream”.

Sostiene Eloísa del Pino Matute, presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que “algo va mal cuando, tras recibir asesoramiento científico, un responsable público no ha cambiado sus ideas preconcebidas sobre un problema social o su solución” (El País, 27/08/2024).

Me permitirán que cite in extenso, por su indudable interés y por ver si alguien (especialmente de los de la izquierda a la izquierda de la izquierda) se siente concernido y decide enderezar el entuerto de ese “algo va mal”:

La puesta en marcha de un programa público o su evaluación implica la adopción de decenas de decisiones. Muchas veces los decisores disponen de intuiciones que pueden ser valiosas, pero deben ser contrastadas con la evidencia empírica. De hecho, si tras recibir asesoramiento científico el responsable público no ha cambiado en nada las ideas preconcebidas que tenía antes de recibirlo, es muy probable que algo no haya ido bien. Si las decisiones pueden planificarse con tiempo, las administraciones deben encargar la producción de evidencia específica sobre las políticas que tendrán que implementar. En muchos casos es imposible. Entonces es necesario recurrir a investigaciones ya realizadas en cualquier lugar del mundo, que deben ser valoradas, discutidas, contrastadas y traducidas por expertos que dispongan de tiempo, formación y rigurosos protocolos que garanticen un asesoramiento competente, objetivo, independiente, transparente y que respete el pluralismo científico.” (la negrita es nuestra)

Las intuiciones de los políticos (la economía irá mejor si retrasamos la edad de jubilación) deben ser contrastadas con datos empíricos (el envejecimiento de la fuerza de trabajo afecta a la productividad) y si tras recibir asesoramiento científico (retrasar la edad de jubilación más allá de los 60 aumenta significativamente el riesgo de fallecer), los decisores se mantienen en sus ideas preconcebidas (es bueno para la sociedad retrasar la edad de jubilación), está claro que, será un gobierno de coalición progresista, pero no vamos bien. Algo va mal.

Sobre esto (la edad de jubilación) y sobre temas asociados, verbigracia: la mochila austríaca y los fondos privados de jubilación (3), diré lo que aquel afamado general: I shall return (volveré, de la mano de Sraffa).

Mientras tanto, toca esperar un milagro: que nuestro gobierno de coalición, y las izquierdas que lo sustentan, hagan caso de Pino Matute, Fedea y Margarita Delgado.


(1) Escrivá, en su nueva responsabilidad, sigue en sus trece: “El Ministerio de Función Pública tiene previsto convocar a los sindicatos en septiembre para eliminar el veto a la jubilación parcial y poner sobre la mesa el retiro activo y demorado, para acercarla al modelo del sector privado.” (Escrivá acelera la reforma de la jubilación de los funcionarios tras el acuerdo de pensiones, 20 Minutos, 21/08/2024, la negrita es nuestra)
(2) Por suerte, aún hay almas cándidas y nobles, que no tontas ni ingenuas, como Juan Antonio Fernandez Cordon y Antonio Gonzalez Gonzalez que lejos de cualquier afán demagógico populista son capaces de desarrollar potentes argumentos contra “[e]l supuesto robo a los jóvenes [que] cometen, en esta ocasión, nada menos que los viejos, para engrosar sus ya generosas pensiones [...] Es un dramático error crear un enfrentamiento entre jóvenes y mayores, que ahora no existe, con el único propósito de recortar las pensiones. La intención de convencer a los jóvenes españoles de que el problema para ellos son sus viejos y egoístas familiares es solo una indecente y deshonesta manipulación y un engaño, que pretende crear un malestar entre los jóvenes sobre el que apoyar los recortes a las pensiones de los mayores”, economistas, Vocal y Vicepresidente 2º respectivamente de Economistas frente a la crisis: Viejos y jóvenes: la solidaridad intergeneracional funciona.
(3) Las pensiones privadas llegan a la construcción: “No es mucho, pero me dará para un viaje al jubilarme” (El País, 30/08/2024) “A fecha de 25 de agosto hay 524.000 trabajadores de 57.228 empresas que tienen este plan, con un patrimonio total de 108 millones de euros. Desde la Confederación Nacional de la Construcción (CNC), principal patronal del sector, se espera que llegue al millón de participantes en el corto plazo y alcance los 3.000 millones de euros en 2033. “No es mucho dinero, pero al menos me dará para pegarme un viaje y celebrar mi jubilación, cuando llegue”, explica David Casado, de 41 años, que trabaja en el departamento de pocería y alcantarillado de Aqualia (filial de FCC)".


No puedo contenerme y debo decir lo siguiente: al contrario de lo que ocurre con las cotizaciones, que se devuelven inmediatamente a la sociedad en forma de pensiones y que permite que la economía real, la del mercado social, funcione gracias a que con ellas (las cotizaciones, convertidas en pensiones) se compra lo que se produce, como digo, al contrario de esto, ¿acaso nadie cae en que los 3.000 millones de euros destinados a pensiones privadas se detraen de la economía real y va a la economía financiera -bancos y fondos de inversión- que no sólo no ayuda a que funcione el mercado, sino que agudiza el grave problema de financiarización? ¿Por qué no incrementar las cotizaciones y, a la vez y en paralelo, las pensiones? El resultado para David Casado sería similar, si no mejor, y para la sociedad en conjunto sería doblemente rentable: más economía real y menos financiarización... Sraffa, ¡cuánto te echamos en falta!