domingo. 30.06.2024

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¡Que gobiernen los filósofos! Esa era la propuesta que hacía Platón (S. V a. c.), en el diálogo ‘La República’, para remediar los males políticos de su época. Había observado que la oligarquía cometía abusos de poder e injusticias, pero la llegada de la democracia no mejoró las cosas de manera notable tal y como él esperaba. Este sistema de gobierno acabó decepcionándolo fundamentalmente por tres razones; en democracia, cualquiera (aun sin la suficiente preparación) podía alcanzar el poder, los demócratas habían condenado a muerte a su maestro Sócrates (al que él consideraba el más sabio de los hombres), cometiendo un error y una injusticia gravísimos, y además los demagogos podían manipular a las masas mediante el arte de la palabra convenciéndolos prácticamente de cualquier cosa.

Ante la crispación actual, las acusaciones e insultos cruzados y la sospecha constante sobre la honradez de nuestros políticos, me pregunto si no serían aplicables las mismas reticencias a la política de nuestro tiempo. Falta de preparación, decisiones al margen de la justicia, manipulación, demagogia y desinformación… ¿no hay demasiado en común a pesar de los siglos transcurridos?

Platón diseñó un plan que supondría una medicina para mejorar la enfermedad que aquejaba a los diferentes estados

Con la intención de poner remedio desde la filosofía, Platón diseñó un plan que supondría una medicina para mejorar la enfermedad que aquejaba a los diferentes estados y que incidía sobre todo en la selección y preparación de aquellos elegidos para llegar a ser gobernantes. Estos no serían otros que los privilegiados en los que predominara la parte racional del alma y no se dejaran llevar por sus instintos o pasiones. Sólo un proceso educativo riguroso y arduo, al que se dedicaría tiempo y esfuerzo, les haría llegar a contemplar el mundo de las Ideas y, por lo tanto, la bondad y la verdad auténticas. A pesar de los siglos transcurridos y de que algunas de las propuestas platónicas hubieran podido desembocar en regímenes totalitarios (como muy bien se ha indicado en algunas ocasiones), quedémonos con alguna de sus sugerencias surgidas de aquella profunda reflexión filosófica.

Siguiendo el intelectualismo moral que Sócrates había planteado y que Platón aplicó a la política, aquel que actuaba mal era por ignorancia, de manera que los filósofos, una vez terminada su preparación serían personas no sólo sabias, sino también justas y honradas, íntegras desde un punto de vista moral, sin ambición de riquezas ni poder, sin pretensiones individualistas y que trabajarían siempre por el bien de la comunidad, entregados por completo al servicio público.

La ciudadanía debe volverse reivindicativa en este sentido, debe demandar una mayor preparación de aquellos que nos dirigen

¿Utopía? Tal vez, pero no podemos dejar de lado que la propuesta de exigir más a nuestros políticos debería seguir estando en vigor en la actualidad, ¿o no es un tema común a cualquier ideología el hecho de plantear que mereceríamos mejores gobernantes? La ciudadanía debe volverse reivindicativa en este sentido, debe demandar una mayor preparación de aquellos que nos dirigen. Debería existir una formación que les garantizara no sólo un elevado nivel académico, sino también el llegar a desempeñar sus funciones con cierta autoridad moral resultado de un estricto código ético voluntariamente asumido.

Puede que nos parezca ingenuo el pensamiento de Platón sobre que si alguien ha llegado a entender en qué consiste la justicia jamás se comportará injustamente, pero sería maravilloso plantear esa utopía como meta reguladora que indique hacia dónde deberíamos encaminar la ética política ya que otros derroteros están siendo transitados de manera excesiva e inconveniente. Y estoy segura de que así, muchos de los males de nuestro tiempo, que tienen que ver con el comportamiento de nuestros dirigentes, desaparecerían. Eso sin olvidar, claro está, una mayor implicación de la ciudadanía, acabar con la desafección actual que tanto beneficia a algunos. Una implicación y una actuación responsables que, casualmente, también pasaría por tener más y mejor educación sobre aquello que a todos nos afecta.

En otras palabras: un gobierno de filósofos, un gobierno de sabios, que se valore la autoridad del intelecto y de la moral intachable, ¿por qué no?

¡Que gobiernen los filósofos!