domingo. 30.06.2024
fosas franquistas
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“No sé cuánto tiempo ha pasado, ni cuánto tiempo llevo aquí enterrado bajo kilos de arena sobre lo único que me queda: los huesos. Junto a mí, hay 4 casquillos de balas oxidadas, un trozo de cuerda deshilada, podrida, sobre los huesos de mi muñeca. A mi lado hay más huesos, los de una chica que no tendría 18 años, las de mi amigo que era agricultor y los del alcalde de mi pueblo, una gran persona que no había hecho mal a nadie, bueno ninguno de los que estamos bajo esta losa de arena. Somos cuatro, eso creo, los que estamos bajo la cuneta, cerca del pueblo donde viviamos. Lo recuerdo, ¡los huesos enterrados en las cunetas tambien tambien recordamos!

Era un día del mes de abril de 1940. LLovía mucho, cuando ellos entraron en casa, arrogantes, gritando palabras irracionales, insensatas, con armas amenazantes, golpeando no solo a mí sino también a mis hijos, a mi compañera. Me sacaron a trompicones, después de atarme las muñecas, volviendo a gritar esas palabras irracionales e insensatas que no tenían explicación: “rojo de mierda”. Mi único "delito", como el de mis compañeros, era haber defendido el orden constitucional que las urnas, de manera democrática, habían pronunciado. Yo solo defendía la libertad, quería la convivencia entre todos. Pero para "ellos" ese acto racional, sensato, de pedir la libertad e igualdad era un delito de sedición y rebelión. Nos subieron en una vieja camioneta. Durante el trayecto, nos mirábamos, no comprendíamos el porqué de lo que estaba sucediendo. Después de unos minutos, nos bajaron golpeándonos y sin decir nada solo repitiendonos una y otra vez de manera grotesca y hasta circense las palabras irracionales e insensatas: dispararon. Vi caer a la chica mientras de sus ojos brotaban lagrimas, a mi amigo levantando el puño y con un gesto de tristeza, al alcalde gritando, mientras caía, "viva la república". Cuando de pronto, sentí en mí, un fuerte dolor en el pecho. Me desplome. Sentí como la vida se me iba. No podía respirar. Pero me sentía feliz.

Por mí pasababan las imágenes de mis hijos, de mi compañera, felices corriendo por los prados del pueblo, libres. De repente mi cuerpo se desplomó lentamente hacia el suelo y todo se volvió oscuro. Me ahogaba. Dejé de respirar mientras mis ojos veían el rostro de mis ejecutores riendo y orgullosos de su hazaña: "habían matado a cuatro inocentes cuyo delito solo había sido ser fiel a la constitución y a los principios del pueblo. No sé si mis compañeros y yo saldremos de aquí o estos huesos se fundirán, con los años, con la arena que nos envuelve, que nos impide ser libres, incluso cuando estamos muertos. ¿Cuándo se respetará nuestra dignidad?”.

Esto puede ser un relato de "ficción", pero quiero que sea el relato, el grito de todos y todas aquellos y aquellas que todavía permanecen en fosas y cunetas, que necesitan que sus cuerpos sean desenterrados, recibir una sepultura digna, que la Ley de Memoria Histórica Democrática se cumpla, en todas las autronomías y no se pretenda reescribir la historia, ni se aprueben leyes falaces de Concordia; puesto que hasta que no se haga, este relato de ficción, es la cruda realidad de los miles de seres humanos que permanecen en ellas, solo por el mero hecho de defender lo que el pueblo decidió, votó y refrendó introduciendo sus papeletas en unas urnas, en unas elecciones legalmente convocadas, democráticas y libres, bajo un poder legalmente establecido. El cumplir la Memoria Democrática es dignificar a esos seres humanos y la libertad de todos y todas que todavía creemos en la democracia y en sus valores, y eso ni PP, ni VOX, podrán quitarnos por muchas leyes irracionales, falaces y falta de dignidad que pretendan imponer con su absurdo comportamiento de odio y rencor, con la puesta en marcha de una ley de concordia que humilla, desprecia a las víctimas del genocidio franquista y desprecia a los familiares que hoy todavía seguimos pidiendo dignidad y respeto, ante lo que ellos, no escuchan: EL GRITO DE LAS CUNETAS Y DE LAS FOSAS, de todos y todas que están ahí todavía esperando DIGNIDAD, RESPETO.

Ximo Estal Lizondo | Miembro del Consell Ejecutivo de la Coordinadora de Asociaciones de Memoria del País Valencia y secretario Institucional de la Asociación de Memoria Histórica el Molí de Quart de les Valls (Valencia).

Grito en las fosas y en las cunetas