domingo. 30.06.2024
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El atentado al primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, muestra hasta donde nos puede llevar el crecimiento de la extrema derecha en Europa.

El problema no es nuevo y se apoya en una retórica que muestra cómo a una parte creciente de nuestra sociedad les preocupa más los refugiados de unos u otros países guiando sus sentimientos por lo clara u oscura que sea su piel o las religiones que profesen.

Latino América sufre desde hace décadas de las “desapariciones”, asesinatos y terrorismo institucional, con la complicidad de grandes potencias extranjeras, con el objetivo único de destruir todo conato que lleve a unas políticas más progresistas en países donde se han creado cortijos y laboratorios en los que probar nuevas políticas ultraliberales y los encarcelamientos de muchos lideres, como Lula, mostraron el poder que los Bolsonaros y Mileis de turno tienen por esos lares.

Estas “desapariciones” y atentados contra la vida y las ideas no se han dado de igual manera en Europa. En nuestro continente miramos hacia otro lado cuando se ataca la democracia en otros continentes pero nos aterra ver las mismas actitudes y resultados en nuestro “primer mundo”.

Los atentados no los llevan a cabo “lobos solitarios” como nos quieren hacer ver.

Los asesinatos y atentados los cometen nuestros vecinos y vecinas y lo hacen apoyados por un adoctrinamiento por parte de unos medios que justifican sus acciones y aupados por un clima global de odio y represión hacia una forma diferente de gestionar la sociedad.

Las sierras mecánicas de Milei y el lenguaje de Trump son la cara visible de una manera de enfrentar a la sociedad con unas formas belicistas y revanchistas llevadas al extremo

Las sierras mecánicas de Milei en mítines y el lenguaje usado por Trump son la cara visible de una manera de enfrentar a la sociedad con unas formas belicistas y revanchistas llevadas al extremo…y parece que todo vale n 2024.

El atentado de esta semana nos trae a la memoria el recuerdo del asesinato de Olof Palme, primer ministro de Suecia, el viernes 28 de febrero de 1986 en Estocolmo.

Palme caminaba a casa del cine con su esposa Lisbet Beck Friis por una calle céntrica de Estocolmo y como era su costumbre no llevaban guardaespaldas.

Palme fue asesinado por un hombre que se les acercó y disparó a quemarropa por la espalda. El primer ministro murió a los pocos minutos.

En este caso, que fue objeto de una larga y polémica investigación, nunca se identificó a ningún sospechoso durante muchos años y surgieron diversas teorías sobre el móvil del crimen.

El sospechoso principal, Stig Engstrom, señalado por la fiscalía sueca en 2020, se suicidó en el 2000 y nunca se pudo probar su culpabilidad.

La oposición de Palme al régimen del apartheid en Sudáfrica es una línea de investigación importante y también se barajaron otras hipótesis como grupos de extrema derecha o kurdos descontentos con la política exterior sueca.

En el atentado de esta semana, el crimen esta claramente ligado a la ideología de Juraj Cintula. A cuentagotas nos van contando las andanzas de este septuagenario que poseía licencia de armas tras haber trabajado como vigilante de seguridad.

“Vinculado con un grupo paramilitar ultranacionalista y prorruso llamado Slovenskí Branci”, nos cuentan de alguien que ha querido pasar a la historia como otro magnicida más.

Este supuesto “lobo solitario” en redes sociales reclamaba la existencia de milicias armadas que defiendan a los europeos de la llegada de "cientos de miles de migrantes".

Esto nos trae a la cabeza la retórica usada por supuestos “políticos” como Buxade y lo “hermosas” que para él eran aquellas imágenes de policías griegos golpeando a refugiados sirios, o acciones como la entrada en el Capitolio de cientos de defensores de Donald Trump con aquellas imágenes de tarados disfrazados de bisonte el día de Reyes de 2021.

El electorado sigue dando alas a partido políticos cuyo objetivo es provocar una ruptura total en nuestras sociedades bajo banderas, religiones o sectas

La seriedad del peligro que se nos viene encima se ha discutido en multitud de foros y debates, pero el electorado sigue dando alas a partido políticos cuyo objetivo es provocar una ruptura total en nuestras sociedades bajo banderas, religiones o sectas como “el yunque” y siguiendo las básicas reglas impuestas por Steven Bannon desde los EEUU.

Bannon sigue siendo una voz influyente en los círculos políticos de derecha tanto en Estados Unidos como en Europa, donde ha apoyado a varios movimientos populistas y nacionalistas.

Como presidente ejecutivo de Breitbart News, Bannon transformó este medio en una plataforma poderosa para el movimiento populista y nacionalista en Estados Unidos. Bajo su liderazgo, Breitbart se destacó por publicar artículos provocativos y polarizantes que han sido copiados por medios fuera de EEUU.

Breitbart ha sido criticado en múltiples ocasiones por difundir noticias falsas o engañosas y muchas de sus historias han sido señaladas por promover teorías de conspiración y desinformación, contribuyendo a la polarización del discurso político en Estados Unidos.

Bannon ha sido acusado de usar Breitbart y otros medios para manipular la información y moldear la opinión pública a favor de sus objetivos políticos. Esto incluye la difusión de historias que, aunque a veces basadas en hechos reales, están presentadas de manera sesgada para favorecer una agenda específica.

Juraj Cintula y el resto de violentos que deciden impartir su “justicia” basados en ideologías de ultra derecha quizás no estarían tan envalentonados si no hubiéramos permitido y en algunos países propiciado el caldo de cultivo de unos medios cómplices con ideólogos racistas, xenófobos, misóginos, homófobos, ultra católicos, y extremadamente nacionalistas.

Se han blanqueado partidos que en otros lares no están permitidos y las coaliciones y la llegada de estos partidos al poder muestran una falsa legitimidad de sus planteamientos.

Un voto no puede ser una prueba de legitimidad de posiciones que no deberían formar parte del juego democrático y que jamás deberían estar traducidas en una papeleta electoral más.

Ya nos hemos acostumbrado a la violencia verbal, escraches, uso de lawfare y ahora las agresiones o atentados y lo hacemos sentados en nuestros sofás mientras permitimos que la intolerancia siga creciendo y ya lo estamos lamentando.

La democracia ha de ser defendida y ciertas actitudes jamás deberían haber entrado en ciertas instituciones.

La corta distancia entre la violencia institucional y la retórica del odio y los atentados