Venezuela, ayer, hoy

Imagen basada en la bandera de Venezuela[1] generada con el programa de DEEP AI, INC.

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Hemos rescatado una reflexión privada realizada a inicios del año 2019. Lo terrible de su lectura y revisión es que solo hemos tenido que modificar levemente el capítulo final.

En Venezuela todo es mucho más complejo que lo que una frase, por correcta que pudiera llegar a ser, pueda abarcar, pero mantenemos, como tantas otras veces, que detrás está, sobre todo, el confundir renta con riqueza, dos conceptos que, por muy imbricados que entre ellos estén, ni son sinónimos ni están el uno implicado en el otro.

Venezuela tiene riqueza, como Noruega, pero a diferencia de esta última, no la traduce en renta.

Y con eso no quitamos responsabilidad a terceros nacionales y extranjeros, pues no es poca, pero criticamos duramente que, teniendo todo el poder político y social -y también militar-, y por lo tanto la máxima y absoluta responsabilidad de lo que acontece, la ceguera del actual ejecutivo de la República Bolivariana de Venezuela (y algún que otro crimen económico y político nada ciego de sus élites también) haya hundido al país.

Imagen de una manifestación caraqueña generada con el programa de DEEP AI, INC.

Ayer, 2019, decíamos

Reunión de amigos sobre Venezuela. Con ánimo de atender a la debida objetividad, con antelación nos hemos cruzado articulo de firmas y diarios con los que cada uno se desayuna. Lo que sigue no son conclusiones, pero si bases mínimas de acuerdo sobre lo que, posiblemente, está ocurriendo en Venezuela.

En Venezuela todo es mucho más complejo que lo que una frase, por correcta que pudiera llegar a ser

Hubo una rebelión de los más desprotegidos, el “Caracazo” (o “Sacudón”), que se saldo con entre 300 y 3000 muertos (oficiales y oficiosos); sobre esta rebelión, legítima a todas luces por las condiciones de vida que impuso el FMI, se montó, primero, un golpe de estado (1992) y después una movilización política que, en 1998, llevo a Chávez al poder. Se establece una nueva constitución, que es aprobada con un 81% de votos a favor

El gobierno de Chavez distribuyó entre las clases más desprotegidas parte de la riqueza que genera el petróleo a través de las llamadas “misiones”, y con ayuda cubana mejoró la calidad asistencial sanitaria (la conocida Misión Barrio Adentro). No cabe duda de que era necesaria, y además legítima, esa política de choque, aunque nuestra reflexión es que, ya sea debido a pura mala fe de terceros, ya sea por desconocimiento de la real correlación de fuerzas, o por inocencia o ignorancia de novato, se falló en, paralelamente, no convertir la riqueza del petróleo en renta a través de crear tejido social y económico. Volvamos a tener presente el ejemplo de Noruega.

Por supuesto no olvidamos que, fruto del neoliberalismo de los años 80 impuesto en Venezuela por el FMI, la sociedad quebró, y unos miraban con desprecio a otros, y otros miraban con rencor a unos. Con esa realidad, imposible de no conocer, tuvo que lidiar Chavez.

Con esa y con otra: el Ejército mandaba (y sigue mandando) casi más por sus intereses económicos que por sus armas, aunque estas puedan estar, si así les interesa, al servicio de aquellos. Y esto Chavez también lo conocía.

No olvidamos que, fruto del neoliberalismo de los años 80 impuesto en Venezuela por el FMI, la sociedad quebró, y unos miraban con desprecio a otros, y otros miraban con rencor a unos

Tras 20 años [datos de 2019], y asumiendo una compleja realidad trufada de mala fe por todas las partes (no es equidistancia: es real que, con sus estrategias políticas de usar las calles, se ha dado desbordamiento de las instituciones formales por todas las partes, que se ha tratado desde el exterior con cierta inocencia la respuesta de una ciudadanía de repente dopada con petrobolívares, que el oficialismo -y esto es especialmente grave- ha comprado con prebendas empresariales parte de la cúpula armada), el hecho es que no se ha creado tejido social en su más amplia acepción, y el resultado ha sido que la exportación ha pasado a ser monotemática: de un 76% a un 94% es petróleo, y en aquellas materias que antes se exportaban (café, azúcar y otros) ahora se importan por falta de industria: el 50% de la comida viene de la importación (datos de fuentes diversas de la propia administración venezolana).

Imagen de una calle caraqueña generada con el programa de DEEP AI, INC.

Hoy, cinco años más tarde, decimos como ayer

Hugo Chávez, presidente de Venezuela desde el 14 de abril de 2002 al 5 de marzo de 2013.

Nicolas Maduro, presidente de Venezuela desde el 5 de marzo de 2013 hasta hoy.

¿Son la solución unas nuevas elecciones? No hay otra, ciertamente. Muy a nuestro pesar, si la reflexión fuera desde un plano puramente teórico, pero con los pies en el suelo, con una reflexión apegada a la realidad, sólo podemos asumir que: son necesarias e imprescindibles, pero no a cara de perro, como seguramente lo serían si se volvieran a realizar a corto plazo.

Una pelea encarnizada, una reyerta atizada por ese desprecio y ese odio que hoy impregna a cada una de las mitades de la sociedad venezolana

A corto plazo, y sin más cambios, el resultado no sería producto de una competición democrática franca y leal, más bien veríamos una contienda, una pelea encarnizada, una reyerta atizada por ese desprecio y ese odio que hoy impregna a cada una de las mitades de la sociedad venezolana, desprecio y odio que siempre sería argumento para querer deslegitimizar todo resultado.

Por eso es igualmente necesario e imprescindible que de forma previa se pacte una especie de transición (seguramente liderada por un gobierno de coalición, en la línea de lo expuesto sobre la mesa por los ejecutivos de México y Colombia) con un único objetivo: elecciones libres, transparentes y democráticas, guiada y acordada por los segundos de todos los partidos, permitiendo así despersonalizar y apaciguar la ineludible negociación que pueda pergeñar esta solución.

¿Una transición como la española? No en términos estratégicos, pues las situaciones no son comparables, pero sí acordando el objetivo final: que los unos no desprecien a los otros y que los otros no odien a los unos.


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