domingo. 30.06.2024

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Acabo de leer con especial interés el libro La vida emocional del populismo. Cómo el miedo, el asco, el resentimiento y el amor a la patria socavan la democracia. Su autora es Eva Illouz, nacida en Marruecos en 1961. Estudió literatura y sociología en la Universidad de París X-Nanterre y realizó un máster en comunicaciones en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Se doctoró en comunicación en la Universidad de Pennsylvania. Es directora de estudios en L’École des Hautes Études en Science Sociales (EHESS), profesora en el Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Sus principales áreas de investigación comprenden la historia de la vida emocional, la teoría crítica aplicada al arte y a la cultura popular, el significado moral de la modernidad y el impacto del capitalismo sobre la esfera cultural. En 2022, fue distinguida por Academic Influence como una de las diez sociólogas más influyentes de la última década.

A modo de resumen introductorio, toma a Israel como caso de estudio, demostrando que es la combinación de cuatro emociones clave-el miedo, el asco, el resentimiento y el amor por la patria- y su presencia constante en la arena política lo que alimenta y corroe la democracia. Las emociones populistas enfrentan a la gente, engendran violencia directa e indirecta, desconocen las posiciones diferentes, inflaman la imaginación del pueblo y sirven al líder (Netanyahu) para conservar el poder.

Resulta muy interesante el concepto acuñado por Raymond Williams, el gran teórico literario británico, estructuras de sentimiento, que tienen una doble propiedad: pueden indicar una experiencia social compartida por los miembros de un grupo social, acumulada a lo largo del tiempo-por ejemplo el que desde su creación como Estado los israelíes judíos se consideran sitiados-, que puede o no nombrarse explícitamente y que puede o no formar parte del discurso político. La otra dimensión de la estructura de sentimiento remite al carácter público de la política y las políticas públicas y a su capacidad para moldear el afecto de sus destinatarios. Se trata de la capacidad de los líderes, de los medios de comunicación públicos y las políticas gubernamentales, de los actores políticos oficiales y de los jefes de los partidos para moldear emociones o atmósferas afectivas de forma más o menos consciente y más o menos manipuladora etiquetando acontecimientos (pasados, presentes o futuros) y otorgándoles marcos interpretativos públicos.

La vida política, la moral y la cultura son una matriz de hábitos de ideas y acciones que, en Israel, puede denominarse securitismo

Una estructura de sentimiento tiene así una doble propiedad: es una experiencia social compartida por personas que pueden tener una experiencia económica, cultural y social común, y también puede designar las formas en que esta experiencia queda nombrada y enmarcada por los diversos grupos que controlan la arena pública, como los medios de comunicación, actores políticos, grupos de presión, personas influyentes y políticos. Las estructuras políticas de sentimiento consisten en el encuentro fructífero de ambos aspectos. Sin duda, una experiencia social puede ser de un malestar general y vago. Para convertirse en políticamente relevante y operativa necesita incorporarse a un marco de sentido que recodifique el malestar en un conjunto específico de ideas y emociones.

 Sigue diciéndonos Eva Illouz: “Las democracias no mueren solo mediante golpes militares u otros acontecimientos así de dramáticos. También mueren lentamente. El populismo es una de las formas políticas que adopta esta muerte lenta”.

El populismo es una forma (a menudo exitosa) de recodificar el malestar socialEva Illouz sostiene que, en el contexto israelí, la política populista recodificó tres poderosas experiencias sociales: una se encuentra en los diversos traumas colectivos que vivieron los judíos a lo largo de su historia, incluido el nacimiento del Estado de Israel, que supuso una guerra contra el poder colonial británico y los países árabes circundantes. Estos traumas se han traducido en un miedo generalizado al enemigo.

La segunda experiencia social poderosa es la conquista de la tierra, algo que, desde 1967, se ha convertido cada vez más en objeto de intensas luchas ideológicas sobre la naturaleza del nacionalismo israelí, al tiempo que la tierra se ha convertido en un recurso económico. La Ocupación genera prácticas emocionales de separación e incluso de asco entre diversos grupos de la sociedad israelí.

La tercera experiencia social, de la que se alimenta la poderosa emoción del resentimiento, es la discriminación y exclusión prolongadas de los mizrajíes, judíos nacidos en países árabes o cuyos padres o abuelos nacieron en países árabes. Este resentimiento operó a su vez una transformación radical del mapa político, inclinándolo hacia la extrema derecha.

Por lo general llamadas negativas, estas tres emociones (miedo, asco y resentimiento) se trascienden en el amor a la nación y/o al pueblo judío. Estas emociones son generadas por marcos narrativos anclados en experiencias sociales concretas. En otras palabras, las experiencias sociales se traducen en emociones y motivaciones, creando narrativas que operan en la esfera política. Los actores políticos invocan y movilizan estas narrativas en sus luchas por el poder y la autoridad. 

El libro es impresionante. Me fijaré en el tratamiento realizado a estas emociones, usadas con fines políticos y que sirven para eviscerar la democracia. Me fijaré primero en el miedo.

En El Príncipe, obra dirigida a Lorenzo de Médici, Nicolás Maquiavelo le recomendaba que aprendiera a suscitar amor y temor en sus súbditos. Ser amado y temido es la mejor manera de ejercer el poder, pero si hay que elegir, mejor ser temido, pues el temor al príncipe mantendrá al menos el orden social. El miedo infundido a los demás es sin duda, la emoción más querida por el tirano.

El miedo también es fundamental en Thomas Hobbes, para el cual hay dos pasiones claves guiando los deseos políticos de las personas: el miedo a la muerte y el deseo de comodidad. Este es el motivo por el que las personas abandonarían su libertad natural y dejarían que un Estado fuerte gobernara sus vidas. Siempre que garantizara la seguridad. Desde este punto de vista, el miedo se eliminaría progresivamente si el Estado fuera la única entidad, a la que se le permitiera tanto monopolizar los instrumentos del miedo como apaciguarlo, al garantizar la seguridad de todos. Se ha caracterizado el liberalismo como el régimen político que aborrece el miedo. La libertad solo puede ejercerse si el Estado liberal crea las condiciones para eliminar el miedo de la vida cotidiana de los ciudadanos. El Estado de derecho, un poder democráticamente compartido y la garantía constitucional de los derechos humanos debían de hacer obsoleto el miedo.

No obstante, incluso a líderes elegidos democráticamente les resulta difícil renunciar a la utilidad del miedo. Muchos políticos populistas deben su largo y gran poder a la capacidad que siembran de ser amados a través del miedo.

Hobbes señaló que “fuimos hermanos gemelos, el miedo y yo”. Y es que fue un niño prematuro cuyo parto (5 de abril de 1588) se adelantó por el pánico que sentía su madre ante la inminente llegada a Inglaterra de la Armada Invencible. Lo mismo puede decirse de Israel, al nacer, el miedo fue su gemelo.

Para Eva Illouz, tras la Shoa y otras persecuciones sufridas en la historia, como su expulsión de España, parece una ironía histórica que el sionismo eligiera injustamente como tierra para su proyecto de nación un territorio reducido e inserto en una extensa zona dominada por árabes y musulmanes. Por ello, Israel se ha sentido siempre acosado y de ahí el miedo, una constante en la psique judía. Ha tenido que defenderse. En su corta vida, equivalente a la esperanza de vida media de un hombre, ha participado en al menos 13 guerras o conflictos militares y en unas 50 operaciones militares diversas, además del estado de guerra soterrada con los palestinos en los Territorios Ocupados en 1967. Hay países como Afganistán, o Sudán del Sur en conflictos de larga duración, pero Israel es el único que ha recibido ataques directos por parte de al menos 7 países en el lapso de los setenta años, que mantiene un conflicto militar de baja intensidad con una población entremezclada con la suya y que considera al 20% de sus ciudadanos alineados con enemigos. Es una muestra clara de lo que definió Carl Schmitt como la esencia de lo político: la distinción entre amigo y enemigo. Esta distinción está en el corazón de su política. Por ello, no es una democracia como las demás. Por su situación geográfica y su vulnerabilidad interna, se ha visto obligado a convertirse en una democracia securitista. Sin equivalente en el mundo. Esto supone que su defensa no es solo incumbencia del Estado y los ciudadanos, sino algo por lo que se movilizan permanentemente. La supervivencia es su modus operandi. Ello implica que su ejército, policía y servicios secretos tienen un papel clave en el manejo diario del Estado y que la seguridad se ha convertido en un rasgo esencial de la ciudadanía. La vida política, la moral y la cultura son una matriz de hábitos de ideas y acciones que, en Israel, puede denominarse securitismo. Una consecuencia directa de su obsesión por la seguridad es que el miedo al enemigo impregna todo el aparato estatal y la sociedad civil: el poder militar aparece como necesario y como el único antídoto. Una vez que el miedo está en el centro de la psique colectiva, resulta imposible oponerse a él, porque es una emoción primaria relacionada con la supervivencia. El pensamiento se convierte en un “nosotros contra ellos” automático, o en ”nunca habrá paz” o ”nunca se puede confiar en un árabe”. El mundo está de nuestra parte o en contra: victoria o derrota. Por ende, es uno de los países con mayor gasto en defensa en relación al PIB.

Hitler comparó a los judíos con “un gusano dentro de un cuerpo putrefacto”. Esta metáfora es la que tratan de trasmitir desde determinados ámbitos políticos, religiosos, militares, culturales del Estado de Israel

Netanyahu comprendió intuitivamente que el miedo es el núcleo del alma israelí y lo utiliza de forma manipuladora, no para el interés colectivo, como lo hizo Ben-Gurion, sino para sus propios intereses electorales. Pocos líderes políticos elegidos democráticamente han utilizado el miedo con tanto descaro, como las otras emociones del asco, el resentimiento y el amor a la patria.

Hablemos de la emoción del asco. Hitler comparó a los judíos con “un gusano dentro de un cuerpo putrefacto”. Esta metáfora es la que tratan de trasmitir desde determinados ámbitos políticos, religiosos, militares, culturales del Estado de Israel especialmente hacia los palestinos. Como emoción, el asco se caracteriza en particular por el hecho de que la visión de cosas asquerosas, como desechos, heces o cosas en descomposición, se acompaña de reacciones filológicas inmediatas e impulsa a alejarse del objeto o eliminarlo del campo de percepción sensorial.

En las dos últimas décadas, Israel ha sido testigo de la proliferación de nuevos emprendedores normativos, cuya vocación ha sido afirmar y fomentar valores de supremacía judía y religiosa que son antitéticos a los valores liberales. La moral liberal es universalista, considera a todos los seres humanos como iguales, pretende alentar relaciones justas entre la mayoría y las minorías y cree en la separación de la religión y del Estado. Los nuevos emprendedores morales han decidido cambiar el contenido de la esfera pública promoviendo nuevas formas de asco hacia grupos sociales específicos. Son “emprendedores del asco”: los políticos y nuevas ONG tienen como función crear, diseñar y reforzar el asco de unos grupos hacia otros. Representan el punto de vista de diversas facciones religiosas y nacionalismos religiosos. Buena muestra de asco sembrado hacia los palestinos, aunque también a homosexuales o laicos…es la entrevista realizada por Eva Illouz a Nadav Weiman, vicepresidente de la ONG Rompiendo el Silencio, que hizo el servicio militar en una unidad de francotiradores de élite y salió convencido de que la Ocupación era a la vez inhumana e ineficaz. 

Eva Illouz: Has hablado de cloacas. ¿Existe la percepción de que los árabes son sucios?

NadavSí claro. Por cierto, cuando ves hombres armados, los llamas “sucios” por el radioteléfono. Esa es la palabra literalmente oficial, ”Dos sucios” identificados a 400 metros.

Eva: ¿En qué se manifiesta esa suciedad?

NadavEn varias cosas. En primer lugar, debido a que la infraestructura en Cisjordania y la Franja de Gaza es terrible, hay muchas casas con pozos de agua residuales, así que hay mal olor. Y no hay drenaje y la infraestructura de las casas y demás no es buena. Así que de verdad hay olor a cloaca, basura y cosas así. También está la suciedad física en la calle, el olor. Paro también un hombre que quema basura, ¿quién se piensa que es? ¿No se da cuenta de que está dañando la Tierra? No entendimos que no había nada por el estilo. También físicamente. Muchos palestinos con los que uno se cruza hacen trabajos manuales, son granjeros, trabajan en Israel. No van vestidos como acostumbro a ver en las calles de TEL Aviv. Aunque mi primera reacción cuando conducía por Nablus fue: “Vaya, se parece a la calle Allenby en Tel. Aviv. Muchas veces ves niños descalzos.; están un poco sucios. E incluso cuando te detienes a arrestar a alguien, muchas veces lo tiras al suelo del jeep o del vehículo blindado, o lo colocas en la entrada de la base y quedan cubiertos de tierra. Cuando devuelves al palestino y lo llevas a la policía militar, lo lavas con una manguera, aparte del examen médico que le hacen. Todo esto te da la percepción de que simplemente son sucios. En muchas casas palestinas entras y no hay un baño, hay un agujero en el suelo como en la India. Recuerdo que durante el entrenamiento nos explicaron que los palestinos no tienen papel higiénico y se limpian el trasero con las manos y luego se lavan con agua.

Eva: ¿Quién lo explicó?

Nadav: Uno de los comandantes en el entrenamiento.

Eva: ¿Tiene algún fundamento?

Nadav: No creo. Nunca tuve una conversación con un palestino, incluso hoy después de todos los años que pasé en el terreno.

Eva: Es muy interesante que sea una historia que circula.

Nadav: Debido a que éramos un equipo de francotiradores, muchas veces usábamos equipos de visión nocturna y térmica, así que siempre hay historias de francotiradores u observadores de las FDI que ven a una palestino teniendo relaciones sexuales con una oveja o una cabra. Dicen que hay un vídeo de eso. Nunca lo he visto.

Como sugiere Nadav, los soldados tienen una imagen preestablecida de los palestinos a los que se supone que deben controlar, vigilar, golpear, encarcelar e incluso matar. Esta imagen mezcla emociones clave como el miedo y el desprecio, que a su vez generan asco. Podríamos decir, entonces, que la dominación constante de una población empobrecida y privada de condiciones sanitarias básicas genera un asco que se integra en la ideología, que justifica la violencia constante sobre la base, a su vez, de ese asco. Estas opiniones no son solo de soldados. 

Las emociones analizadas  tienen varias cosas en común; todas son el resultado de la manipulación de los políticos, de la explotación del miedo, la desconfianza, la ira y el resentimiento de la gente corriente

Palabras del un rabino Kashtiel israelí.

Sí, somos racistas, ciertamente. Sí, hay razas en el mundo, hay rasgos genéticos de los pueblos, y esto requiere que nosotros (el pueblo judío) pensemos en cómo ayudarlos. El hecho de que alguien esté debajo de ti no es una razón para destruirlo, sino para ayudarlo. Es cierto que hay diferencias interraciales y esa es precisamente la razón por la que ayudar...

“Yo obtuve logros más emocionantes, en lo ético, intelectual. Me inclino por logros mucho más altos que él (árabe), por lo que es mi deber ayudarlo, no dejarlo tan pobre y miserable. En lugar de eso, comunícate con él y dile ven y sé mi esclavo, sé un compañero para el éxito....

“... Si la ocupación significa humillarte, atacarte, morderte y destruirte, es malo. Pero si la ocupación significa: Tengo éxito, ven a mí. Te invito a ser un socio para el éxito. Cierto, quiero tu ocupación y anexión, para que seas un socio con gran éxito. Entonces será mejor que seas mi sirviente.

“Si vives una vida miserable. Ven y sé mi esclavo, y verás qué vida vivirás, qué nivel de espiritualidad y valores tendrás...

“... hay un defecto genético y objetivo, ¿qué hacer? ... Eso no es un motivo de celebración, ni un motivo de trascendencia, sino un motivo de ayuda. Es mejor nombrar las cosas por su nombre y decir: "Es cierto, aquí hay un problema genético y debes ayudarlo", en lugar de decir "No, no, no hay problemas genéticos aquí".

El Rabino prosiguió en su abominable discurso ante los estudiantes militares y dijo que " los árabes seguramente querrán vivir bajo la ocupación. Debido a que tienen un problema genético, ellos (los árabes) no saben cómo manejar un Estado". "Ellos no lo saben, entonces tienen un problema genético. Ayudémoslos.

Lo cierto es que el rabino Kashtiel plantea con un pleno racismo ciego la superioridad genética de la raza judía y que esa es su razón para que los árabes fueran sus esclavos porque esto los beneficiará".

Se trata de inculcar en los corazones de sus estudiantes, un momento antes de su reclutamiento, los valores de un estado judío racista calificado por la mayor parte del planeta como el apartheid de estos tiempos.

No me detendré en una descripción, aunque ya lo he hecho brevemente al principio, de las emociones del resentimiento y del amor a la patria, porque ya es suficientemente extenso este artículo.

 Como conclusión final. Las emociones analizadas por Eva Illouz tienen varias cosas en común; todas son el resultado de la manipulación de los políticos, de la explotación del miedo, la desconfianza, la ira y el resentimiento de la gente corriente a favor de los objetivos y estrategias de actores políticos sin escrúpulos. Sin duda, estas manipulaciones no surgen de la nada. Aprovechan geografías preexistentes, traumas históricos, y experiencias sociales colectivas. Estas mismas experiencias sociales se inscriben en la psique política, forman parte de la identidad y la composición emocional de las personas, cuando se enmarcan en narrativas que repiten y recalcan en la esfera pública diversos políticos y expertos en marketing político y que trasmiten, inconscientemente o conscientemente, los medios de comunicación impresos o visuales y las redes sociales ávidas de textos llamativos. La mezcla de estas emociones forman la matriz del populismo porque generan antagonismo entre grupos sociales dentro de la sociedad y alienación de las instituciones que salvaguardan la democracia, y porque en muchos aspectos son ajenas a la realidad. Más exactamente, el populismo vive tanto de la realidad (nombrando males que han trasformado la vida de los trabajadores) como en la imaginación. El miedo proporciona una motivación convincente para nombrar e inventar enemigos repetidamente, para ver a esos enemigos como fijos e inmutables, para desplazar la política de la resolución de los conflictos a un estado de vigilancia constante contra las amenazas, incluso a costa de suspender el Estado de derecho. El miedo de Israel a sus enemigos externos e internos es más profundo en el aparato estatal que otras formas populistas de miedo (tiene una historia y geografía distintas), pero tiene afinidades con ellos, ya que todos expresan miedo a un equilibrio cambiante en el poder de la mayoría (racial, étnica, religiosa) y las minorías, y se han vuelto existenciales, referidos a la existencia misma de la nación. Trump, Orbán, Le Pen, Meloni,, demócratas suecos y Modi se han concentrado en las minorías que supuestamente amenazan su nación. El asco crea y mantiene la dinámica de distanciamiento entre grupos sociales a través del miedo a la contaminación: ayuda a separar a las minorías étnicas o religiosas. El resentimiento es un proceso clave en la autovictimización; su retórica se ha generalizado. Ya que todos los grupos, mayoritarios o minoritarios, lo invocan para designar la relación del otro con ellos; redefine el yo político en términos de sus heridas. Los votantes trumpistas o colonos israelíes están unidos en un sentido compartido de autovictimización frente a las élites de izquierda. Cuando todos los grupos son víctimas unos de otros, se crea antagonismo y se alteran las relaciones corrientes de justicia. También se crean fantasías de venganza. Por último, una forma particular de patriotismo excluyente promete solidaridad al propio grupo a expensas de los demás, a quienes se redefine como miembros de la nación superfluos o peligrosos. No debemos subestimar la relación profunda que el nacionalismo mantiene hoy con la religión y la tradición. En toda esta descripción del populismo emocional, no he citado en ningún momento a España, mas no pienso sea muy difícil vincularlo con determinadas opciones políticas. Esta tarea se la dejo a quienes hayan tenido la paciencia de llegar hasta aquí.

La manipulación de las emociones en el gobierno de Netanyahu en Israel