Pim…Pam Pum… un domingo apoteósico

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Celín Cebrián | Ayer, la película deportiva, bien podría llamarse como aquella que dirigió Pedro Olea en 1975: Pim, pam, pum…, fuego, y no por la trama, sino por los disparos de dos forajidos, Nico Williams y Oyarzabal, que dejaron a Inglaterra en la cuneta, aunque, días antes, el de Pamplona ya le quitó algunas telarañas a la cruceta en otro lance, en esos momentos en los que la lluvia caía como el maná legendario sobre el césped. 

Pero lo de ayer no tiene nombre, o sí…, y podríamos titularlo Evasión o Victoria, otra película y, en este caso, dirigida por John Houston, con unos actores descomunales de la talla de Michael Caine y Max Von Sydow, sin menospreciar a Silvester Stalone o a Pelé, un grupo de muchachos que sólo tenían que creer en sí mismos. Y digo que no tiene nombre porque ayer España ganó la Copa de Europa al fútbol, Carlos Alcaraz, Wimbledon y Sergio García, que puso la cuarta, el LIV de Valderrama ¡¡¡Nada más y nada menos!!!

A punto de cumplirse los noventa, a Oyarzabal, el chico de Éibar, se le ocurrió escribir en el cielo el título de otro filme memorable: Sonrisas y lágrimas

En un principio, hay quienes creían que estos 26 chicos seleccionados por el riojano, pasarían por la Eurocopa sin pena ni gloria, pero se equivocaron: funcionó el “colt” de Lamine y el de Nico; la cabeza de Merino; el cañón de Del Olmo; la flecha de Rodri, ese “jefe de máquinas” que no deja pasar una… y las melenas y las piernas de Tarzán, de ese Cucurella en estado de gracia que corría por el campo como una gacela del Serengueti… Anoche eran un puñado de mosqueteros dispuestos a subir al podio cumpliendo con una máxima inquebrantable: “uno para todos y todos para uno”. Y ese “uno” no era otro que D´Artagnan, el mismo que el sábado día 13 de julio cumplió 17 añitos y que seguía atacando con el machete entre los dientes, a pesar de los brackets. 

Todos pusieron su alma en cada secuencia de esta maravillosa película, convirtiéndose en un equipo con un solo corazón que hizo palpitar a todo un país; un equipo o una familia que se puso el mono de obrero cuando tocaba, que peleó cada metro cuadrado del terreno de juego, que nunca dio por ganado nada, hasta que llego el momento de ser premiada por los dioses del Olimpo, que los convirtió en estrellas. Hubo vencedores y vencidos, y ganó el mejor, el más constante, el más humilde, el equipo conformado por unos buenos jugadores que, además de jugar al fútbol, tener principios y valores, y muchas cosas que decir, como lo demostraron en Alemania, dio un recital de buenos modales y renovadas intenciones. 

Luis de la Fuente les ha enseñado buenas maneras y a sacar el orgullo cuando fuera necesario, como lo fue anoche, porque, nada más comenzar el partido, la cosa olía a chamusquina y, el que más y el que menos, teníamos la impresión de que, en nada, se liarían a tiros…, como en cualquier werstern, ya que por aquel campo de fútbol de Berlín ya andaban merodeando el bueno, el feo y el malo, o lo que es lo mismo, Bellingham, Phil Foden y Kyle Walker. Por lo tanto, se imponía saber medir los tiempos y aguantar. 

A punto de cumplirse los noventa, a Oyarzabal, el chico de Éibar, se le ocurrió escribir en el cielo el título de otro filme memorable: Sonrisas y lágrimas, dirigida por Robert Wise en 1965. Fue entonces cuando llegó la gloria, las lágrimas de alegría y el Rey, acompañado de la Infanta Sofía. Fue cuando, por fin, echaron fuera toda la rabia contenida y pudieron abrazarse a sus familias, que siempre creyeron en ellos, estuvieron a su lado, y compartieron las frustraciones, las lesiones… Ayer, día 14 de julio, era domingo y tocaba festejar la hazaña conseguida por un puñado de jóvenes valientes que, días antes, se habían merendado de un tirón, como quien se merienda un sándwich de Nocilla, a Croacia, Italia, Georgia, Alemania, Francia..., y a la peleona Inglaterra. Como premio, la recompensa fue poder tocar el cielo. ¡Qué menos! Y así lo hicieron, al igual que todos los españoles que, presos de la emoción, flotaban como pompas de jabón por ese cielo del verano en una noche mágica.