CINE

'Joker: Folie á deux', buen cine para el espectador malcriado

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Pablo D. Santonja | @datosantonja

Joker: Folie á deux” es la representación viva de que el espectador está mal acostumbrado. Durante décadas la maquinaria Marvel / DC ha exprimido la uva del “hype” hasta convertir al espectador en un niño malcriado. La lacra del “fan service” y la nostalgia nos han transformado en seres que EXIGIMOS ver lo que queremos ver, y si no, me enfado y no respiro. 

Y eso le va a pasar a la secuela del Joker. La película es CINE en mayúsculas, pero el espectador malcriado no está acostumbrado a recibir cierta frustración argumental, pues espera ver algo que satisfaga sus necesidades más básicas de dopamina. Y no, esto no es “Avengers” amigos míos. 

El Joker de 2019 fue un fenómeno cinematográfico. La película retrata el descenso de Arthur Fleck, un hombre marginado y con problemas mentales, hacia su transformación en el Joker. A diferencia de otras películas de superhéroes, Joker se enfocó en una trama más introspectiva y oscura, donde los temas de salud mental, alienación y la crítica al sistema eran centrales. El enfoque crudo y realista de Tom Phillips, junto con la actuación de Joaquín Phoenix, hizo que la película fuera tanto un éxito de taquilla como un tema de debate cultural, al mostrar cómo una sociedad injusta puede crear monstruos.

El título de la secuela, “Folie à Deux”, es un término psicológico que hace referencia a un trastorno compartido entre dos personas, donde una transmite su delirio a la otra

Y si, el “Joker 2019” termina con un final glorioso donde nos dan tres cazos de lo que queremos: que nuestros pensamientos anarquistas cobren vida en la pantalla y veamos Gotham arder ante las injusticias de un sistema que nunca llega a colapsar y solamente asfixia al ciudadano medio.

A partir de aquí, entramos en una etapa que llamaremos “el efecto Torrente”, haciendo alegatos al personaje de Santiago Segura: Coge a una persona despreciable, que simbolice todo lo repugnante de la sociedad española, y dale dos chistes. El público ya se encargará de alzarlo como “Héroe Nacional”. 

Eso es el “Joker”, un personaje de ficción que hemos cogido y elevado a “Héroe Antisistema”, con multitud de gente por todo el mundo copiando sus actitudes, bailes, movimientos y sentimientos, en una suerte de triunfo anarquista de marca blanca, para llenar las redes sociales de fotos, memes, frases, y demás merchandising. 

El Joker es una película que pasará a la historia como componente de buen cine, un guion sólido, real y crudo

En ese punto, los espectadores hemos ido a ver esta segunda parte clamando al cielo, buscando esa dopamina del blockbuster, buscando ver violencia y revueltas callejeras que nos mitiguen las ansias de destruir nuestra propia sociedad. 

Pero, en cambio, hemos encontrado un relato íntimo. Un drama carcelario que explota todos los abusos policiales habidos y por haber. Donde se trabaja el anhelo de sanación cuando la realidad es tan dura que sólo te queda tu propia fantasía. Donde no hay héroes y villanos, y el sistema siempre gana. 

Al final, Phillips ha tenido el valor de coger esa idea endiosada que tenemos del “Joker” para ponernos un espejo de realidad en la cara que nos diga “No amigos, yo no soy eso. Vosotros me creasteis, no yo. Y no puedo daros lo que queréis.” 

Parafraseando un refrán: Arthur Fleck se murió, y entre todos le matamos. El Joker es una película que pasará a la historia como componente de buen cine, un guion sólido, real y crudo. Las ensoñaciones en forma de musical son atrevidas y perfectamente integradas en la locura del personaje principal. Lady Gaga se reafirma como una gran actriz, cómoda en el papel de “mujer caza-famas” y Joaquín Phoenix vuelve al personaje con una crudeza que merece todos los premios de interpretación. “Joker: Folie á deux” es una buena película. 

No, el problema no es el film. El problema es nuestra tolerancia a la frustración, y que no estamos acostumbrados a que nos digan “no, esto no es así”. Aquí no encontrarás tu caramelo. Tom Phillips se libra pues de la lacra de “estirar el chicle” cinematográfico haciendo lo que le da la gana, alejándose del fan service, y dando un golpe de realidad que algunos no podremos tragar: “No todo lo compra el dinero. Mi historia, mis reglas”. 

El título de la secuela, “Folie à Deux”, es un término psicológico que hace referencia a un trastorno compartido entre dos personas, donde una transmite su delirio a la otra. El Joker del 2019 nos transmitió su delirio. Queríamos ver el mundo arder. Esta segunda parte nos rompe la burbuja, y nos trae a tierra, mostrándonos que no somos un agente del caos con el poder de cambiar el mundo, simplemente, somos unos pobres mundanos asustados luchando por encajar en un mundo que nos oprime. Por eso te enfadas con una película. Acéptalo. Y sigue con tu vida.