NOVELA

Alberto Torres Blandina: “Toda biografía es interesante si sabemos cómo contarla”

Alberto Torres Blandina
El escritor valenciano publica Tierra, obra monumental que retrata la condición humana.

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Tierra, publicada por Candaya, nos sumerge en un viaje único a través de la historia y la intimidad de personas de cien países. Nos adentramos en los entresijos de esta novela que se presenta como un posible hito en la literatura española contemporánea.


Por María Laura Padrón | 

Mientras que la Historia tradicional tiende a enfocarse en las hazañas y los conflictos de los ricos y poderosos, como reyes, papas y nobles, es decir, “un tanto por ciento muy pequeño de la población”, el escritor Alberto Torres Blandina siente una intensa atracción por la crónica de la gente común, eso que Miguel de Unamuno denominó acertadamente como “intrahistoria”; protagonizada y contada por aquellos que experimentan de manera directa o indirecta los eventos históricos en su vida cotidiana.

El resultado de esa obsesión es Tierra, su nueva novela, publicada por Candaya; en sus setecientas páginas se entrelazan acontecimientos universales con las anécdotas más hondas de “informantes” provenientes de cien países, testimonios recolectados con el objetivo de relatar los últimos sesenta años de nuestra contemporaneidad, desde el inicio de la Guerra Fría hasta la era de la COVID-19.

El hilo conductor son las vivencias de individuos comunes. Así, los disturbios de mayo del 68 son vistos desde la perspectiva de un argelino que disfruta de su nuevo descapotable en Marsella, mientras que la caída del muro de Berlín es narrada por una niña de Alemania oriental que se sorprende al descubrir que muchos de sus compañeros de clase, incluida su mejor amiga, han desaparecido debido a la marcha de sus familias hacia el oeste.

Tierra es la constatación, en palabras de su autor, de que “toda biografía es interesante si sabemos cómo contarla”. En su búsqueda por materializar esta convicción, solicitó la ayuda de amigos y contactos en redes sociales para encontrar personas de diversas edades, nacionalidades y ocupaciones, dispuestas a compartir episodios sobre sus vidas, las de sus padres y abuelos. Una gesta que le reveló memorias que abarcaban desde momentos de extrema tragedia, como el relato de alguien que se escondió durante el genocidio de Ruanda, hasta situaciones cotidianas llenas de belleza, como la visita al dentista de una japonesa junto a su abuela. Estos encuentros le permitieron entender la diversidad de perspectivas y experiencias humanas, sirviendo como base para su viaje literario a través de la historia y la intimidad de las personas que contaron sus vidas.

María Laura Padrón | ¿Cómo fue el proceso de investigación para construir este lienzo compuesto de vidas y experiencias humanas que abarcan nuestro pasado más reciente?

Alberto Torres Blandina | La creación de este libro ha sido fascinante. Durante años he recopilado historias familiares de Corea, Arabia Saudí, Groenlandia, Malí, Eslovenia o Perú, por citar algunos países que muestren la diversidad de narraciones que se entrecruzan. En todas ellas había algo local y al mismo tiempo algo con lo que todos podíamos sentirnos identificados. El padre que escapa con su familia y se pierde por el desierto de Kuwait tras el ataque de Sadam Huseín es todos los padres del mundo. De la misma forma, todos podemos reconocernos en el dolor de la mujer coreana abandonada por su marido, que acude obsesivamente a chamanes para averiguar su paradero; o en la adolescente argentina que en los años sesenta escapa de su destino de esposa para viajar libremente por el mundo. ¡Y para conseguirlo acaba casándose con un desconocido!

¿Cómo lograste mantener el equilibrio entre la trama histórica y las narrativas personales de los individuos que aparecen en la novela?

Algunas veces me contaron anécdotas que desafían mi lógica cartesiana, como los fantasmas que pueblan la infancia del indonesio Yo-yo, pero intenté respetar sus creencias

Cuando dos personas de diferentes países (Israel e Irak) me narraron la misma guerra desde dos lugares distintos me di cuenta de que no podía limitarme a contar biografías pues tenía entre manos algo mucho más grande. Había leído libros sobre transculturalidad para entender cosmovisiones diferentes a la nuestra como la musulmana, la china o la vietnamita (me interesaba mucho su versión de la guerra del Vietnam, por ejemplo), pero comprendí en ese momento que debía leer más sobre Historia. Teniendo claro siempre, eso sí, que el punto de vista y la mirada serían lo más cercanos posibles al de aquellos a quienes pertenecían las historias. Algunas veces me contaron anécdotas que desafían mi lógica cartesiana, como los fantasmas que pueblan la infancia del indonesio Yo-yo, pero intenté respetar sus creencias.

¿Cuál fue el mayor desafío al escribir Tierra y cómo lo enfrentaste?

Me da mucho miedo que alguno de los “personajes” del libro sienta que traicioné su historia. He intentado ser fiel a lo que me contaron pero entiendo que las dinámicas de la propia narración ya son un problema: convertir un acontecimiento en un relato es darle una estructura que en la vida real no tenía.

¿Hay alguna historia o personaje en particular que te haya impactado más?

Creo que hay “personajes” que darían para una novela entera: El pícaro Ahmed, la preadolescente Mónica robando libros de Dostoyevski de la Biblioteca Pública porque es demasiado pequeña y no se los quieren prestar, Ronal y su vida de cine entre el mundo conservador del que huye y el comunista donde no lo aceptan, el filósofo Salah Abdullah o la historia de amor imposible de Kavita, enamorada de un hombre de una casta superior.

Foto: editorial Candaya.

¿Qué distingue a Tierra de tus trabajos anteriores?

Creo que las obsesiones son las mismas: la perplejidad ante las guerras y los juegos de poder, la empatía y necesidad de comprender al “otro” por alejado que pueda parecer culturalmente, el viaje y la crítica social. Sin embargo, esta obra es mucho más ambiciosa que cualquiera de las anteriores. Y el proceso (búsqueda de historias, entrevistas, investigación, estructura, escritura…) fue mucho más costoso, aunque también fue mucho más gratificante por la gente interesantísima a la que conocí.

Tierra es considerada como un posible hito en la narrativa española contemporánea. ¿Cómo reaccionas ante esta proyección?

Llevo demasiados años en esto como para creer que soy algo más que un trabajador. Unos hacen camisas y yo hago novelas. Tengo la suerte de que disfruto mucho escribiendo y de que puedo publicar en editoriales que me gustan. Si luego mi trabajo interesa a los lectores, pues entonces doble satisfacción. Pero no me atrevería nunca a pensar de mí como alguien por encima de la media. He visto demasiados enfermos de ego haciendo bazofias y convencidos de que son genios incomprendidos. Siempre me digo: “Alberto, sé humilde, a lo mejor tú no te das cuenta pero eres tan malo como esos engreídos resentidos que has conocido en tu vida y en tu Facebook”. Así que podré ser mejor o peor, pero intento no ser engreído y mucho menos resentido.