viernes. 27.09.2024
00 - 2024-09-
Emmanuelle

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

Vicente I. Sánchez | @Snchez1Godotx

Resulta curioso que una película que, en principio, busca revisar una de las cintas más eróticas y sensuales de los años 70 termine siendo tan sosa, aburrida y, especialmente, mojigata en lo que respecta a la sexualidad y la búsqueda del placer. La nueva versión de Emmanuelle, dirigida por Audrey Diwan y concebida en plena era post-MeToo, es una película vacía, enfermiza en todo caso, llena de personajes incapaces de sentir placer, que utilizan el sexo como mera herramienta de distracción. Esa sensación de vacío permea cada plano, alejando por completo la cinta de aquellas mujeres puramente sexuales que hemos visto en películas como Instinto básicoShowgirls o incluso Gilda, donde las protagonistas vivían su sexualidad de manera plena y arrebatadora. Aquí no hay liberación sexual, solo cárcel emocional.

La cinta, encargada de inaugurar la 72ª edición del Festival de San Sebastián, deja claro desde el principio el gran vacío que caracteriza a la sociedad actual

Diwan, ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia por L'événement (El acontecimiento, 2021), nos ofrece aquí un "brindis al sol" tan bonito como hueco. La película sigue los pasos de una alta ejecutiva que se dedica a evaluar hoteles de lujo —en este caso, un ultra lujoso resort en Hong Kong— para comprobar que todo funcione a la perfección y que sean económicamente rentables. Noémie Merlant (Retrato de una mujer en llamas) interpreta a una sensual mujer de negocios que oculta su frustración y tristeza mediante numerosos encuentros sexuales, vividos sin ningún tipo de placer, concebidos más como una postura de poder o empoderamiento que como una búsqueda de gozo. Emmanuelle es incapaz de llegar al éxtasis, pero el verdadero problema es que el mundo que la rodea también parece estar anestesiado.

La cinta, encargada de inaugurar la 72ª edición del Festival de San Sebastián, deja claro desde el principio el gran vacío que caracteriza a la sociedad actual, rodeada de lujos e insensible ante los problemas. Todo se desarrolla en un hotel donde, aunque ciertos comportamientos no están permitidos, se toleran, y donde todo parece un sueño maravilloso. Esto queda patente en la que quizá sea la mejor secuencia de la película: una tormenta increíble y peligrosa azota el hotel mientras los huéspedes siguen disfrutando tranquilamente de sus copas. Incluso cuando se corta la luz, el lugar sigue siendo un paraíso habitado por personajes incapaces de expresar sus emociones. Así, Emmanuelle es una película totalmente deudora de su tiempo, con personajes que no parecen tener ni pasado ni futuro, que viven el sexo de forma superficial y sin complicaciones. Algunos no alcanzan el éxtasis, y otros, como el personaje interpretado por Will Sharpe, son directamente asexuales.

La nueva versión de ‘Emmanuelle’, concebida en plena era post-MeToo, es una película vacía, enfermiza en todo caso. Aquí no hay liberación sexual, solo cárcel emocional

Lo cierto es que, durante una parte importante de la historia, Emmanuelle funciona más o menos bien, aunque desde las primeras secuencias se tiene la sensación de que nos están tomando el pelo. El tono misterioso y ligeramente sexual pronto se vuelve irrisorio, con escenas de sexo horteras y poco ingeniosas, que cuidan mucho de no mostrar demasiado, por temor a ofender a alguien. En este sentido, Audrey Diwan parece casi temerosa de mostrar escenas realmente rompedoras o transgresoras, limitándose a un soft porn con algunas secuencias que provocan vergüenza ajena (como la del hielo) y otras que directamente destruyen cualquier atisbo de calidad.

Si con El acontecimiento Audrey Diwan se consolidaba como una autora llena de talento y creatividad, en Emmanuelle se queda a medio gas en todos los sentidos, especialmente en el guion que escribe junto a Rebecca Zlotowski. No solo porque su protagonista no tiene nada que ver con el personaje y el mundo creados por la escritora Emmanuelle Arsan, sino porque esta historia de pretensiones eróticas acaba avergonzándose de su propia esencia.

‘Emmanuelle’ de Audrey Diwan: una versión vacía y sin esencia erótica